¿Me amas? Apacienta y sígueme

¿Me amas? Apacienta y sígueme


Juan 21,15-29


Esta mañana, le agradecía al Señor por el regalo de poder despertar en su presencia y por el don de su Espíritu en mi corazón, que me hace buscarle con mucha necesidad. Esta mañana despertaba con una canción: "Dios, Dios mío eres tú, de madrugada te buscaré, mi alma tiene sed de ti y mi carne te anhela, …"(Salmo 63; salmo 16) Realmente es un regalo de Dios, la sed que el pone en nuestro corazón, ¿Quién soy yo, para tener la conciencia de necesitarle, cuando tantos languideces anhelando otras aguas, que a la larga van secándoles la vida, las ganas de vivir, la capacidad de amar, la fe y la esperanza?, soy discípulo, apóstol suyo, amigo, hermano, hermana, madre; como lo dice el evangelio, que lo soy porque escucho la palabra y cada día lucho por vivirla, en medio de mis debilidades y aún de mis pecados.


Entramos ya a a cuarta semana de Pascua, el tiempo pasa tan de prisa, que estamos a puertas de terminar un nuevo mes y las fiestas que se nos avecinan van generando en nosotros cierta inquietud; frente a ello le pedía al Señor, que nos enseñe a buscar la mejor parte, la que no nos será quitada (Lucas 10, 38-42), a buscarla para nosotros y proponerla a los hermanos con los que convivimos cada día. Lo más grande de todo es encontrar que el Señor está cerca de nosotros (Deuteronomio 4,7), es él quien se pone a nuestro alcance y viene a hacernos el bien.


En verdad, toda esta semana ha sido un regalo poder hacer experiencia de nuestro buen pastor y el dia de ayer, la liturgia nos invitaba en la eucaristía a reconocer a Jesús pensando en nosotros, mientras pronunciaba: "Mis ovejas conocen mi voz y me siguen, a otro no seguirán; porque conocen mi voz" . En realidad, qué confianza la de Jesús, Él se fía de nosotros, él cree en la sinceridad de nuestro seguimiento y es esta fe de Jesús en mi vida, la que cada día me anima a continuar en el seguimiento, que más que en mis fuerzas y fidelidad se apoya en la fe que tiene en mi vida.


Hoy tras una semana de gozar de su amor de pastor, dedicado a nuestra vida, después de alimentarnos con su palabra y saciado nuestro corazón con su amor de misericordia, el Señor nos sale al encuentro como a Pedro:


"Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.»


Me ayudaba mucho encontrar la delicadeza del Señor, que no nos pide nada sin habernos dado aquello que necesitamos para poder ponerlo por obra, primeramente se ha dado así mismo y la experiencia de haber sido apacentados, por un Dios que es inmensamente bueno ya hora nos pregunta de manera personal, sabiendo quienes somos y testigos de nuestra historia, ¿me amas más que éstos? Se nos hace fácil suponer que Jesús está mirando a os otros discípulos cuando pronuncia estas palabras; pero nos pregunta a nosotros y pone delante "aquellos tesoros personales", me amas más que éstos; cada uno de nosotros sabe cuales son esas cosas, afectos, situaciones, incluso pensamientos, que se van constituyendo en tesoros para nosotros, porque acaparan nuestro corazón, le mantienen entretenido y a veces esclavizado. Pedro contesta, Sí señor, tú sabes que te quiero. Las palabras de Pedro, después de la negación, no tienen la vehemencia de siempre, no están apoyadas en el orgullo de quien se siente fuerte y capaz; pero son sinceras: Sí Señor, tú sabes, en esto último radica la confianza de intentarlo de nuevo, Tú sabes y si sabiendo me llamas, yo quiero seguirte otra vez; pero el Señor nos dice: no basta que me sigas; Apacienta mis corderos.


Insistió Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.»


Pedro se puso triste al ver que le preguntaba por tercera vez si le quería, probablemente Pedro volvió a mirarse a si mismo y pensó que en sus negaciones y le vino la tristeza; pero se sobre puso y esta vez volvió a mirar a Jesús, como aquella noche estando junto al fuego; reconoció la oportunidad de poder empezar de nuevo, esta vez fiado de la gracia y no de sus fuerza, entonces dice confiado: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.»


Esta es nuestra vida, cada día dejarnos hablar por Jesús, ponernos ante su mirada que nos conoce; pero que confía en nosotros al punto de fiarnos a los que más quiere, a los suyos, que ha querido hacer nuestros, si me quieres, cuida de ellos, ahora son tuyos, haz con ellos lo que yo he hecho y voy haciendo contigo, tenles paciencia; pero no les ahorres el trabajo de ir creciendo, de ir madurando en el amor, corrige cuando sea necesario y pide perdón cuando reconozcas que has sido injusta y que has partido de ti, más que de lo que les estoy pidiendo a ellos ahora. Déjate apacentar cada día, para que sepas hacerlo con tus hermanos.


Apacentar a los que Jesús nos confía requiere de mantenernos unidos a él, dejarnos conducir por su voz, permitirle que el vaya formándonos como pastores, que vaya imprimiendo en nosotros sus rasgos de buen pastor, que nos vaya haciendo pastores según su corazón y lo sabemos, sin la oración es imposible, por eso nos dice Jesús.


"En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas a donde querías. Pero cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará a donde no quieras.
Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios »


El Señor al empezar la semana nos invita a caminar con él, de eso se trata el ser discípulos y misioneros suyos, no es tarea fácil, esta de dejarnos formar en medio de la vida, pero el Señor sabe que queremos y es el primer empeñado en que logremos vivir nuestra vocación, porque sabe que de llo depende nuestra felicidad, que vivamos nuestra vocación primera, que es la vocación al amor; pero que en nosotros Verbum Dei se concreta en dar la vida por la palabra. Sin duda habrán muchos momentos de morir a nosotros mismos, pero después viene la resurrección, no sólo para nosotros, sino para muchos, especialmente los que tenemos más cerca. Hoy el Señor vuelve a poner su mirada en nosotros y nos dice: «Sígueme.».


Que María, nuestra madre, nos ayude a poner la mirada más en Jesús y en su amor de misericordia que le hace fiarse de nosotros y que hoy nuestra vida, como la suya pueda dar gracias al Señor, porque nos ha mirado en nuestra pequeñez y nos ha amado y escogido.







entrada de Fraternidad Misionera Verbum Dei a las lunes, abril 26, 2010 | 0 comentarios

jueves 22 de abril de 2010
Te llamé por tu nombre

Estamos en la tercera semana de resurrección del Señor, y esta semana estamos orando las lecturas que nos haran profundizar en el LLAMADO DE DIOS Y EL SEGUIMIENTO.
Le daba gracias al Señor esta manaña por la vida, por poder amanecer y encontrarme con El, por la gracia de la oración, de poder escucharle como Jeremías, de dialogar como el lo hace con Yavé:
Jeremías dice:

“Me llegó una palabra de Yavé”: “Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tu nacieras yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones”

Y como Jeremías a nosotros el Señor tambien nos esta haciendo llegar su Palabra, “te conozco desde lejos, Yo te he consagrado por el Bautismo, te he separado para mi, tu destino, tu vida es para vivirla conmigo, ser mi profeta”, ...

Qué es ser profeta? Es ser Palabra de Dios. Anunciar, denunciar es construir un mundo nuevo, una tierra nueva, un pueblo diferente, una humanidad solidaria, compasiva, fraterna, donde reine el Amor, donde reine Dios que es el Amor perfecto.

Yo me encuentro muchas veces que mi respuesta ante la Palabra de Dios es mecánica, brota el si muchas veces del entusiasmo, o del compromiso con una comunidad talvez, pero falta profundizar en lo que implica el llamado de Dios...porqué quiere que yo vaya?, para que?, cuales son sus motivos, dejarme convencer por sus razones... porque viene a mi encuentro a decirme que vaya a hablarle a su pueblo?, necesito escucharle larga, profunda, amorosamente, para encarnar en mi la fuerza de sus motivos, que penetren en mi, para que no me salga un si porque si, porque toca.


Esta manana tambien contemplaba a Jeremías que pone delante del Señor, su limitación. “soy un muchacho” Señor de repente te has equivocado conmigo, no soy la persona que necesitas, quizas hay otros mejores, mas preparados, Jeremías, pone delante de Dios su inmadurez, su falta de preparación, porque ha profundizado en el mandato, en su implicancia y por eso siente miedo, que no vaya a poder, se hace consciente de la misión que Dios le encarga.

Yo le decia al Señor, “Señor, creo que la fuerza para salir brota del conocer a que me voy a enfrentar y aceptarlo, pero haciéndome consciente de mis limitaciones para que cuando salgan en el camino vaya trabajandolas, tenerlas en cuenta para estar mas unida a Ti”. El Señor me respondia “Sin mi no puedes” JN 15,5

Por eso hoy queria ponerle al Señor tambien ante su llamado mis limitaciones, que al contrario de Jeremías, yo ya no soy una muchacha, y tengo miedo, “tal vez no pueda hacer lo que me has encargado, salir a denunciar y anunciar, me rechazen”, etc..
Pero me decia el Señor:

No me digas el estado, la edad, la limitación que tienes, yo los conozco, solo quiero tu si, ”, yo le decia “Señor tu ya sabes efectivamente “de que pie cojeo” verdad?
Y era eso poder reconocer que El me esta llamando por mi nombre, a mi, con toda mi carga de complejos, de defectos, asi como soy, ‘te llamo a ti, nila”, como he llamado a tanto otros, y no tengas miedo, tambien Moises, y Ezequiel, Gedeón (Jueces 6,15) y muchos otros, al comienzo pensaron que debia llamar a otro. Pero yo te digo que al igual que le dije Jeremías: “ iras a dondequiera que yo te envie, y proclamaras lo que yo te mande”.

No vas a ir sola, con tu palabra vas a ir conmigo, en tu pobreza vas a llevar la Riqueza de mi Palabra que es la Vida para tus hermanos”
Señor y como voy a saber lo que tengo que decir? .....Se necesita mucho dialogo , silencio interior ,encuentros personales, largos intimos con Dios, para estar en comunión con El y hablar lo que El quiere que hable.

“Tu ahora muévete y anda a decir todo lo que yo te mande. No temas enfrentarlos.....Este día hago de ti una fortaleza, un pilar de hierro y una muralla de bronce frente a la nación entera”

Ante la promesa de Dios de darnos lo que necesitamos, de darnos fuerza para seguirle y anunciar... quien podría decir?, soy un muchacho, me falta?, solamente se necesita una fe como la de Nuestra Madre para decirle “ Si, Hágase”, para confíar en que el Espíritu Santo bajará sobre nosotros, nos cubrirá y nos dará todo lo que necesitamos para vivir nuestro ser profetas desde el estado en que estemos, laicos o sacerdotes, o misioneros religiosos.
El llamado es a la renovación de toda nuestra Iglesia por la Palabra de Dios y por la Eucaristia, porque el mundo nos necesita a todos.
Dios nos bendiga.

nila

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