Destinados a dar fruto abundante y duradero
“Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre. Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre” Jn 15,15-16
Señor, mi Dios, te quiero dar gracias por el regalo de la oración, por el diálogo, por este encuentro de amor y amistad sincero, personal, en que me enseñas, me haces sentirme en confianza contigo, me haces sentirme muy amada, elegida para permanecer en ti y para dar fruto abundante y duradero.
En esta semana nos invitaban a reavivar la fe, permaneciendo en su amor, en su trato, en su mirada, viviendo de cara al Señor.
Y a mí me ayudaba mucho sentirme elegida por el Señor, saberme ligada a Él, por el amor que me tiene. Me sentía como su ciudad a la cual Él asentó sobre un monte, porque al elegirme no miró solamente mi vida sino veía toda una ciudad, un pueblo. El al elegirme no lo hizo para dejarme en el camino, sino que me dio un destino por y donde dirigirme: Dar frutos abundantes y duraderos.
Me hacia entender por eso esta semana, que tanta Gracia recibida no se puede esconder, aquello que el Señor me ha dado es demasiado grande. Y me ayudaba también a re-escuchar su llamado, a vivir de cara al propósito que El tiene para mi vida, y no de cara a lo que yo pienso que debe ser mi destino en adelante.
Nuestro destino bajo la mirada de Dios se hace tan claro, tan definido: Es vivir y llenar los corazones de Palabra que da Vida, que da Esperanza que da Fe, que hace Amar en verdad, que construye el Reino de Dios en un mundo que se pierde en él en: la riqueza, los placeres y los honores. Vivir este destino es vivir en constante conversión, es un trabajo que no se hace pesado o una carga cuando permanecemos en El Amor, entonces es natural vivir dando frutos, “una rama por sí misma no da frutos” cuando vivimos unidos en el Amor, los frutos se dan.
“Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos…”
El siervo no sabe lo que hace su patrón, porque no conversan de tú a tú, como amigos; a nosotros Jesús nos llama a una relación de amistad, donde nos da a conocer lo que siente, lo que piensa, lo que sueña el Padre con nuestra vida, con la de nuestra familia, con todos. En la oración crecemos como amigos, crece nuestra fe en El, sobre todo enciende en nuestros corazones el fuego por la misión, el querer ya salir a ayudarle a transformar el mundo, a sacar de las tinieblas a los que vemos que se van cayendo por que no tienen Luz.
A mí me ayuda mucho ver a Jesús como se relacionaba con el Padre, esa permanencia, esa dependencia en el Amor, y fue eso lo que nos vino a enseñar: A no separarnos del Padre, a vivir unidos a Él, Jesús no hacía ni decía nada que el Padre no se lo dijera antes. Aun en los momentos de la Cruz, Jesús sabia que el Padre estaba con Él, por eso nunca dejó de hablarle, porque sabía que Él le escuchaba, y aún en la PASIÓN, CLAVADO EN LA CRUZ JESUS SEGUÍA DANDO FRUTOS ABUNDANTES Y DURADEROS.
Y eso es lo que Jesús nos quiere enseñar: A permanecer en el Amor para dar frutos en todo tiempo, que tengamos con El un trato de amigos, que nace de la oración, del diálogo, de la permanencia; podemos estar pasando por diversas circunstancias, buenas o malas, pero solo son eso, cosas que pasan lo importante es en medio de todo ello, seguir dando frutos ¿qué frutos? Un testimonio de que nuestra vida es más que las cosas que nos pasan, que a través de eso, la gente descubra que Dios me necesita viviendo esa experiencia, que si la permite es para enseñarle a vivir a otros que pasan lo mismo, que solo permaneciendo en El podemos salir vencedores, que a Dios no se le escapa de las manos mi vida, que hay un plan, un destino…ese es el fruto que estamos llamados a dar en nuestra vida cotidiana ser anunciadores de la Vida eterna.
La Palabra que oramos hoy día reavivaba el fuego de su Voz en mi corazón. Hay personas que me preguntan ¿Qué Palabra te ayudó más en tu conversión?, ¿Qué fue lo que te atrajo más hacia el Señor? - El me llamó su amiga, yo, amiga de Jesús, amiga del Señor, ¿así como soy?, era algo que resonó en mi interior por días y hasta ahora me maravilla tanta Gracia. Ahora sentía con más fuerza su voz diciéndome amiga, te he destinado a dar frutos, pero no cualquier fruto, sino frutos de Vida, y son frutos que van a dar otros frutos, que van a ser duraderos, y me hacía ver nuestro carisma Verbum Dei:
Elegidos, destinados, consagrados para ser discípulos de Jesús que le hacen otros discípulos, preparar, cuidar los frutos para que permanezcan. Es algo muy grande que necesita meditarse, meterse ahora en la oración, preguntarle al Señor ¿Qué frutos estoy dando?, ¿Lo que te ofrezco, Señor, brota de sentirme sierva o amiga tuya?, ¿Son frutos ofrecidos con amor? ¿Por qué me cuesta dar frutos? ¿La misión a la que me estas destinando me preocupa, porque no confío mucho en que tu vas conmigo?, ¿Tengo miedo de no poder cumplirte porque solo me miro a mi, miro solamente mis fuerzas, mi poco tiempo, mi falta de preparación sin contar que eres Tu quien me ha elegido y me vas a dar todo lo que necesito para dar frutos abundantes y duraderos si te lo pido en el Nombre de Jesús?
Jesús hoy nos invita también a pedirle como amigos de confianza, aquello que nos falta para permanecer unidos a Él, “Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre”.
Que nuestra Madre Santísima nos ayude a perseverar en la oración, a buscar a Jesús, y permanecer unidos a Él para que vivamos el Destino para el cual hemos sido elegidos en su Amor.
Dios nos bendiga.
nila
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