Es como un árbol fuerte en el que muchos pájaros se van a posar


(Mt 13,31-33)
Cuando oraba esta Palabra me traía a la mente, el gran movimiento que provocó Jesús con su Encarnación, Él es el promotor de esta aventura por decir así, o este desafío de expandir el Amor, cuando pienso en el Amor, es como sumergirse en un inmenso mar, no sé cuál es la experiencia que tengan con el mar, pero para mí, es lo máximo, es disfrutar libre, nadar a tus anchas, hacerte el muertito y sentirte a la vez el rey de la creación, dueño del mundo y a la vez el ser más pequeñito a merced de las olas, de caer en la profundidad.
Es delicioso sumergirse en el Amor de Dios, sentirse libre de todo y de todos, disfrutar de su amor y sentirnos que en sus brazos somos reyes de la creación, porque su delicia es estar con nosotros y a la vez ante tanta hermosura, ante tanto amor, ante tanta Santidad, sentirnos unos seres tan pequeñitos, frágiles, pecadores, vulnerables.
Pero lo que quiere Jesús, que sintamos hoy es su gran amor, sumergirnos en su Palabra y ver que este Reino que nos habla, es una aventura posible de vivirla aquí y ahora con todos los seres humanos, tratarlos como hermanos hijos de un solo Papá, que quiere ver a todos reunidos impregnados de su Amor y que permanezcamos en Él, para hacer de nuestro débil tronco, un árbol inmenso que dé cobijo a todos, y es que es así el amor, difusivo, no puede ser para ti nomás; sino que a medida que amas, más y más se extienden tus brazos hasta abrazar a todo el mundo como Jesús en la cruz.
Y para vivir este reino no es necesario ir al otro lado del mar, a la cima más alta o a la sima más baja para encontrarlo, porque ya está en tu corazón, la capacidad de amar ya la tienes sólo hace falta desplegarla.
Cuentan que un día Teresa de Calcuta conversaba con Facundo Cabral y éste estaba tan herido en el corazón por sus padres, la vida que le tocó vivir, que le dijo a Madre Teresa que no creía en el amor, y la Madre lo invitó a la India donde tenía sus obras y Facundo viendo a la Madre Teresa con las hermanas le preguntaba ¿de dónde les sale tanto amor para levantar borrachos, drogados, desvalidos, prostitutas y tratarlos con tanto amor, a lo que Teresa le respondió, tú también eres capaz de eso y mucho más ¡Tú tienes un Amor por estrenar! Y se quedó ayudando y ensanchó el corazón como para no pensar en sus recuerdos amargos y olvidar las tristezas que la vida le había deparado.
Eso es hacer crecer el reino de Dios como un árbol donde caben todos los seres humanos y ahí en tu corazón encuentran cobijo: amor, seguridad, aliento, ánimo porque disfrutas dando el Amor que Dios te da en su Palabra, en la Eucaristía.
El reino de Dios es como la levadura que hace crecer el AMOR VIDA, que tienes en el corazón, la acción de la levadura no se ve, se ve los frutos que hace crecer la harina y da unos panes grandes y sabrosos; así es el amor, está en tu corazón pero a través de tu palabra, gestos, de tu testimonio, manifiestas el Amor de Dios.
El Amor de Dios que es el reino, crece en libertad, y así puedes disfrutarle sin miedo a dar, ni a recibir, sin pensar mal en los demás, ni que hablen de ti, es un amor sin barreras, porque Cristo en su cruz eliminó todas las barreras de odio, discriminación que habían entre los seres humanos y ha hecho de nosotros un solo cuerpo, un solo Espíritu, de tal manera que sientas que el otro, no es tu enemigo, ni rival, es tu hermano parte de tui mismo y no puedes hacerle daño ¿O tú le haces daño a tu mano? ¿a tu cabeza? ¿ a tus dedos? Porque lo que haces a tu hermano nos duele, a ti y a los demás, disminuyes la calidad de Amor a los demás, a tu comunidad y a tu Iglesia,
Busquemos a María para que abrazados de ella, le digamos ¡SI! al Amor y que haga florecer a la Comunidad, a la Iglesia como el árbol que acoge a todos porque todos somos hijos de Dios, hijos del AMOR que da VIDA y VIDA EN ABUNDANCIA,

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