“Servir a los demás crea comunión”
Génesis 18, 1-10 Yavé se presentó a Abraham como se nos presenta a nosotros, sobre todo en las horas más difíciles, de dificultades, de la muerte de un ser querido, o de la toma de decisiones, o de opciones fundamentales de Vida.
¡Qué bueno es eso! Y lo mejor sería darnos cuenta de su presencia, disfrutar de su compañía, dialogando con Él y decirle como Abraham ¡Señor mío, si me haces el favor de pasar por aquí, ¡Detente! No pases de largo!
No pases de largo porque te necesito, yo sin tu Espíritu no sé tomar decisiones certeras, permíteme que como Jesús tu hijo amado, de no hacer nada sin consultarte.
No pases de largo porque a pesar de tu presencia, yo seguiría igual, no habría cambios en mi vida y yo quiero transformarme en Jesús.
Señor quédate este día, para que me enseñes como Abraham a tener mirada de fe, que al verte reconoce tu presencia inmediatamente ¿Por qué? Porque tú le eras familiar, eras su amigo a quien no le ocultas nada, ni él a Ti
Regálame también el ver en mis hermanos tu rostro y ellos también puedan ver en mí tu rostro.
Haz que interiormente caiga de rodillas ante mis hermanos, para servirles, ver sus necesidades sin que me lo pidan, o me digan, suscita en nosotros el generar comunión.
A veces no lo hacemos porque andamos muy ocupados, que no tenemos tiempo ni de preguntarles a quienes conviven con nosotros ¿Cómo les va? ¿Si están bien? ¿Qué les sucede? O a veces tan absorto estoy en películas, telenovelas, juegos o Internet que poco o nada me importa lo que les suceda. Sin embargo Dios pasa a nuestro lado para hacernos el bien.
Tú, María, atendías con humildad a los tuyos, a los de tu casa, pero cuando supiste que Isabel tu prima estaba embarazada y que necesitaba de ti, por ser muy anciana, tu corriste por la Montaña a verla y te quedaste con ella para servirle, tú no pasaste de largo ¡Qué grande eres Madre! (Lucas 12, 37-38)
Tuviste la actitud de Abraham, se puso a lavar los pies a sus visitantes, les dio de comer para que recuperen las fuerzas, no les dejó pasar de largo porque a eso habían venido y Dios les dijo haz lo que dices. ¡SIRVE!
Gracias te doy Señor, porque me llamas a no ser indiferente ante las necesidades de mis hermanos, y a comprometerme con ellos, tú me has creado útil y me haces desplegar todos mis dones de servicialidad y generosidad para con todos los que me relacione en mi casa, trabajo, en la calle, en la universidad allí donde vaya.
¡Qué bueno es eso! Y lo mejor sería darnos cuenta de su presencia, disfrutar de su compañía, dialogando con Él y decirle como Abraham ¡Señor mío, si me haces el favor de pasar por aquí, ¡Detente! No pases de largo!
No pases de largo porque te necesito, yo sin tu Espíritu no sé tomar decisiones certeras, permíteme que como Jesús tu hijo amado, de no hacer nada sin consultarte.
No pases de largo porque a pesar de tu presencia, yo seguiría igual, no habría cambios en mi vida y yo quiero transformarme en Jesús.
Señor quédate este día, para que me enseñes como Abraham a tener mirada de fe, que al verte reconoce tu presencia inmediatamente ¿Por qué? Porque tú le eras familiar, eras su amigo a quien no le ocultas nada, ni él a Ti
Regálame también el ver en mis hermanos tu rostro y ellos también puedan ver en mí tu rostro.
Haz que interiormente caiga de rodillas ante mis hermanos, para servirles, ver sus necesidades sin que me lo pidan, o me digan, suscita en nosotros el generar comunión.
A veces no lo hacemos porque andamos muy ocupados, que no tenemos tiempo ni de preguntarles a quienes conviven con nosotros ¿Cómo les va? ¿Si están bien? ¿Qué les sucede? O a veces tan absorto estoy en películas, telenovelas, juegos o Internet que poco o nada me importa lo que les suceda. Sin embargo Dios pasa a nuestro lado para hacernos el bien.
Tú, María, atendías con humildad a los tuyos, a los de tu casa, pero cuando supiste que Isabel tu prima estaba embarazada y que necesitaba de ti, por ser muy anciana, tu corriste por la Montaña a verla y te quedaste con ella para servirle, tú no pasaste de largo ¡Qué grande eres Madre! (Lucas 12, 37-38)
Tuviste la actitud de Abraham, se puso a lavar los pies a sus visitantes, les dio de comer para que recuperen las fuerzas, no les dejó pasar de largo porque a eso habían venido y Dios les dijo haz lo que dices. ¡SIRVE!
Gracias te doy Señor, porque me llamas a no ser indiferente ante las necesidades de mis hermanos, y a comprometerme con ellos, tú me has creado útil y me haces desplegar todos mis dones de servicialidad y generosidad para con todos los que me relacione en mi casa, trabajo, en la calle, en la universidad allí donde vaya.
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