“Somos el templo de Dios”


1 Corintios 3, 10-17
Gracias Señor, por ser tú mi lote que me ha tocado en suerte, mi campo, mi heredad ¡Qué hermoso lote1 y sobre él has construido mi vida que es el templo donde tú habitas.
Tú nos has hecho a tu imagen y semejanza: eres Amor, y nosotros somos de tu raza, de tu sangre, de tu linaje, (hechos 17, 28) por lo tanto somos sagrados por eso somos tu templo.
Tú, no quieres un templo hecho por manos de hombres ¿Por qué, quién podría hacerlo según tu querer? .Tú mismo has querido hacer de nuestro cuerpo tu templo, y pusiste en ese templo un solo Amor inmortal, para que nos reconocieran realmente que somos de tu raza.
Gracias Señor, porque me hiciste habitable, donde puedes estar a tus anchas, y estás cómodo cuando amamos más y más a nuestros hermanos, hasta que todos los seres humanos seamos una sola familia. El fundamento ya lo puso Cristo Jesús, con su sangre (Ef. 2,13) unió a todos los hombres en uno sólo, sin discriminación alguna, porque todos los hombres somos templo del Espíritu Santo.
Cada hermano es distinto, como lo dice Pablo, porque cada uno construye su templo sobre el fundamento que es Cristo, pero cada uno ve cómo lo construye: ya sea de oro, plata, piedras preciosas, de madera o paja. ¿Cómo sabré de qué estoy construyendo mi casa, donde habita Dios? La medida es: si tratas al hermano como templo de la Trinidad y me imagino que es de oro cuando amas al estilo de la Trinidad: entre ellos hay Amor, se respetan y generan comunión ahí en cada corazón disponible que los quiera imitar, y así seguirá la escala hasta el mínimo que es amar a los demás como a ti mismo.
Así cada uno verá cómo lo construye, pero así Dios nos ama y no pierde la esperanza a que vayamos cada día a más, Él valora nuestros intentos.
Lo que quiere la Trinidad, es que respetemos mínimamente al otro templo, que es tu hermano, que es lo que nos inspira un templo construido por manos humanas.
Yo nací en un pueblito que tenía una capillita de cañas y barro, cuando volvimos a verlo ya adolescentes, estaba en ruinas, y nos dio tanta pena, que durante esos tres meses de vacaciones trabajamos duro haciendo rifas, kermesse, teatros para reconstruirla y logramos juntar para levantar otra capillita de ladrillo, ¡Qué alegría nos dio verla levantada y donde se podía ir a orar!
Eso quizás quiera la Trinidad, que cuando veamos a un hermano que le falta amor, que está lleno de rencores, odios, amarguras, decepciones, lo reconstruyamos hagamos lo imposible y en comunidad para levantarlo: ensenándole a orar, a purificarse en cada oración, a perdonar, a comprender, porque de hecho no sabe que es templo de Dios ni el mismo, ni las otras personas, por eso es que tratamos muchas veces tan mal, a los demás.
Vamos a pedirle a María que nos ayude a guardar la Palabra en el corazón y aplicarla en nuestra vida porque en las Sagradas Escrituras, está cómo debemos ser ese templo que Dios quiere que seamos y pedirle no olvidarlo, porque muchas deseamos amar, respetar a los demás pero a la media vuelta hacemos lo contrario, la perseverancia en hacer el Bien, Dios nos lo regala pero que hay que pedirle y estar dispuestos a dejar todo aquello que nos impide amar.





Comentarios

Entradas populares de este blog

“DIOS ME CUBRE CON SU MANTO”

“Un buen soldado de Cristo”

Jesús, fijando en él su mirada, le amó