Comulgar con Jesús nos hace sentir como El
Marcos 6, 34-37

Entiendo que Jesús nos quiere enseñar a llevar un proceso de transformación en Él, no quiere saciar el hambre del cuerpo que de hecho lo hay, porque el pan material siempre va a ver, no sé de dónde, pero siempre habrá algo que comer, he vivido épocas de mucho hambre, pero jamás falto algo para llenar nuestro escuálido estómago, el hambre que no se satisface muchas veces, por falta de quien lo dé, es el Pan de la Palabra, Juan Pablo II, en su visita a Lima, en Villa del Salvador dijo bien claro, sólo con ver el rostro de la gente, no es hambre material el que tiene este pueblo, es más bien hambre de la Palabra, porque quizás sus ministros y nosotros los laicos no hemos entendido todavía, eso de: «Denles ustedes de comer.».
Todos queremos que otros den de comer, pero Jesús se dio cuenta de que el pueblo anda hasta hoy como ovejas sin pastor, porque nosotros sus pastores como en tiempo de Ezequiel: sólo se preocupan de ustedes mismos! ¿Acaso el pastor no tiene que preocuparse del rebaño? Se alimentan de leche, se visten con lana, sacrifican los animales gordos, pero no se preocupan de sus ovejas. No han reanimado a la oveja agotada, no se han preocupado de la que estaba enferma, ni curado a la que estaba herida, ni han traído de vuelta a la que estaba extraviada ni buscado a la que estaba perdida. Y a las que eran fuertes, las han conducido en base al terror. Ezequiel 34,2-4
¿Por qué Dios habla de esa manera? Porque cuando Jesús ve a su gente con hambre de la Palabra, «vio toda aquella gente, y sintió compasión de ellos» Eso es lo que nos falta tener compasión por el otro, dicen que quien tiene compasión es el verdadero Maestro, que se vuelve camino para otros para que conozcan la verdad y tengan vida eterna.
Es tan buen maestro que Él se pone por delante de todos. Mi profesora de educación física siempre era el primera en el correr, el primero que saltaba los aparatos y entonces ya no teníamos excusa de que aquello era imposible hacerlo. Yo mismo cuando tuve que dar clases en el colegio, tenía que hacer delante de mis alumnas aquello que quería que hicieran.
Esto mismo pretende Jesús cuando da estos pasos de amor delante de nosotros; para que tú y yo hagamos lo mismo que Él hace con nosotros. Dice: "Yo me consagro para que ellos también se consagren" Yo te doy mi vida para que tú también ofrezcas la tuya como hostia viva, como pan y alimento (Jn 17,19; Rm 12,1-2).
Con la multiplicación de los panes, Jesús nos resume muy bien el sentido de la participación de la Eucaristía y dice que: "Comulgamos para llegar a ser lo mismo que recibimos", para hacer de nuestras vidas eucaristía para los demás, donación continua; que los demás puedan disponer de nuestra vida como disponemos de la de Jesús incondicionalmente.
Y nos pregunta ¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? ¿Entiendes lo que estoy haciendo contigo? ¿Te das cuenta?... Haz tú también lo mismo. Pon también tu vida al servicio de los demás. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Juan 6,54-56
La Eucaristía no se puede entender aunque uno vaya a misa todos los días sin esta disposición de poner la propia vida al servicio de los demás, así como Jesús entiende que es la suya:
Creo que Jesús es bien claro y la meta de amor que propone con su vida es también clara y nos pone como reto que nuestra vida sea para los demás pan, alimento como Él lo hace. Me encanta porque detrás de esta invitación y de este reto veo la realización más grande que se nos puede ofrecer. Ser pan y hacer de la propia vida una entrega por amor, es quitar el hambre de amor que tantos hombres tiene hoy.
El año jubilar habrá de ser una escuela de comunión para aprender salir de nuestras seguridades y logros y ponernos en camino para poder amar a los hermanos de una manera más efectiva y afectiva.
La actual y repetida llamada de la Iglesia a una nueva evangelización, requiere en nosotros, personalmente y más aún como comunidad misionera, una apertura y una audacia para buscar nuevos caminos, para afinar la forma de transmitir la fe, para mejorar la pedagogía y los itinerarios de formación, para buscar que cada uno realice un servicio, un ministerio, en una misión compartida. Carta Jubilar a la familia Verbum Dei.



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