Tu Misión es hacer de tu vida Don, dando lo que has recibido
Juan 4,10

Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva" (Jn 4,10).
El viernes pasado hablábamos de que nadie ama lo que no conoce y Jesús nos dice hoy si conocieras el don de Dios, si lo conocieras lo amarías, lo defenderíamos porque es la vida en abundancia que te vengo a ofrecer, es más ni te la ofrezco, si no que te invito a que lo descubras porque en ti está y no lo conoces, ese don es el mismo Dios en tu corazón, es la Palabra de Dios en tu corazón, en tu mente, en todo tu ser y que no tienes que buscarlo acá, o allá, o ir al otro extremo del mar a buscarlo, ese Don de Dios es el Amor que ya está en tu corazón y que tú no conoces esa capacidad de amar que tienes.
Ese don de Dios fluye como chorro de agua viva en nosotros, pero no lo hemos explotado, es una mina intacta, por eso es que vamos por la vida sin sentido de la vida y ávidos en busca de conocimientos, y con tantas interrogantes.
Porque la vida actual se reduce a una visión entremezclada entre el relativismo, el materialismo, el utilitarismo, el hedonismo que quita al hombre el verdadero sentido de la vida. Pero ¿podrá ser feliz realmente, viviendo cómodamente instalado, moviendo todo con un dedo, hasta el más sencillo de los servicios, todo para evitar la fatiga?
Hoy el mundo ofrece variadas ofertas de felicidad: la realización personal, el éxito profesional, la vida cómoda sin problemas, el bienestar, el consumismo y el vertiginoso afán de adquirir cosas, pero encontraremos la felicidad real, aquí y ahora ¿cómo, cuándo, dónde, con quién?
Supongamos que lleguemos a alcanzar nuestra meta y nos instalemos en medio de nuestro logro, aparece casi siempre silenciosamente la rutina. Poco a poco "esta amiga" va creciendo y quita la verdadera esencia de la vida, va dejando vacía a la persona, quien comienza a "vivir para trabajar y trabajar para vivir", su trabajo puede ser cómodo pero se siente cansado, está rodeado por seres queridos y valorados pero se siente solo y aburrido y vuelve ese querer encontrar algo nuevo y comienza su búsqueda en diversas cosas, con la posibilidad, incluso de caer en vicios, en infidelidades a su pareja.
El ser humano ha sido creado para realizarse en función de los demás, pero el temor actual es comprometerse, asumir una responsabilidad con alguien para siempre. ¿Y qué hacemos?
Jesús nos ofrece esa agua que sacia cualquier necesidad. A él podemos pedirle la vida porque es el Señor de la vida y ha venido para dárnosla y la tengamos en abundancia. El agua es tal, que puede sacar de la rutina a cualquiera que se encuentre como ella viviendo para trabajar y trabajando para vivir y dar una nueva esperanza y sentido de la vida, porque Él conoce la verdad de todas las personas y sabe lo que tiene que hacer en la situación de cada uno.
La pobre mujer de la Palabra de hoy, ha buscado la felicidad en varios hombres y por lo visto no la ha podido encontrar con ninguno. Esta realidad es la de muchas personas en la actualidad. La ilusión de encontrar a la persona ideal lleva a experimentar con varias parejas y la dificultad consiste en el temor a asumir la responsabilidad de vivir con alguien por el resto de la vida pero no saben de que Jesús está en medio de los casados, defendiendo su unión y sin dejar que se pierda la alegría en medio de las crisis y problemas que se suscitan diariamente entre los cónyuges y mostrando que lo bueno no se acaba al inicio sino que lo mejor se vive en el transcurso de la vida matrimonial con cada paso y etapa, que llevan a la madurez de cada una de las partes y de la relación en sí.
Cuando se conoce este don uno no se queda estático uno se da cuenta que esto lo debe compartir con sus conocidos y va en busca de ellos. Deja lo que está haciendo y se dispone a anunciar una buena noticia, pero sobretodo va a decir todo lo que Jesús le ha dicho acerca de su vida. Porque el Señor le ha iluminado la historia y eso le ha ayudado a tener una nueva visión y encontrar el verdadero sentido de la vida. Eso es algo que ha venido a hacer Jesús: aligerar el peso, la carga que todos arrastramos a lo largo de nuestra existencia en cuanto a las vivencias, muchas veces dolorosas y causantes de traumas y sufrimientos que se convierten en taras para el ser humano y que le impide desarrollarse plenamente como personas.
Lo más importante es descubrir que la vida es un don de Dios, que yo no le pedí a nadie el nacer, sino que él me la ha regalado y que me ha elegido para una misión y me enseña que la felicidad está en amar a los demás, en estar al servicio del otro. Quién te enseña el verdadero sentido de la vida es Jesucristo, quien viene al encuentro de todos los hombres y que con sus dones quiere dar a todos esa agua viva que calma toda sed de triunfo, de éxito, de venganza, de afecto, de dinero, etc y colma de vida a todos aquellos que se acercan a beber de él.
Señor Jesús, que conozca y ame el don que me ofreces para saber ofrecer a los demás ese Don que colma y calma nuestras ansiedades.

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