Oremos y renovemos nuestro impulso misionero
Jeremías 2,2 

Así dice Yavé: «Aún me acuerdo de la pasión de tu juventud, de tu cariño como de novia, cuando me seguías por el desierto, por la tierra sin cultivar.» 
Dt 2,7
Esta Palabra a mi me encanta porque Dios nos invita a nunca caer en la rutina, porque la rutina hace que las cosas pierdan la sal, el gusto de ir siempre a más, ustedes recuerden cuando recién se enamoraron o empezaron algo con entusiasmo, si esa dinámica fue permanente, les aseguro que da resultados. A mí me llamó la atención y me conmovió hasta las lágrimas, un par de viejitos que bajaban del micro, no sé quién ayudaba a quién, pero el señor bajó, ayudado por el cobrador, luego le dio la mano a su señora para que ella baje y le besó la mano, como si fueran novios. Ese amor no se fortalece con la rutina, sino con un amor renovado cada día.
El Señor nos invita a no caer en la rutina, del “debo de orar”, “tengo que predicar” , sino acogerlo cada día, con el corazón, como si fuera la primera vez, desde el bautismo donde comienza el camino personal de fe que continúa a lo largo de toda la vida y a lo largo de nuestro camino es necesario vivir la novedad de la Palabra. La Palabra siempre nos trae algo nuevo. M acuerdo que un día me sentía aburrida de orar, Apocalipsis 3,20: Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo. Y una misionera me dijo que la Palabra está en mi corazón, para que le abra y la acepte, y pueda yo comer con paciencia, en paz… Y cada vez que oro esta Palabra me trae una novedad. Una vez, a mi amiga le presté dinero y ya después de tiempo, yo necesitaba y se lo pedí y me contestó una grosería y yo la abracé, por que escuché una voz que me decía “estoy a la puerta de tu casa, para darte amor y tú des amor en ella”
Por eso dice el Papa que la fe es“compañera de vida”, alimentada “con la Palabra de Dios y transmitida fielmente por la Iglesia, y nos hace vivir la vida nueva que Cristo nos ofrece, porque, la fe es continuo camino de encuentro con Cristo marcado por la alegría de creer y es un contagio que hace sacar fuerzas y vigor del descubrimiento diario de su amor, que nunca puede faltar”
La Palabra de Dios, es la antorcha que a través de generaciones, se lleva, como la antorcha olímpica, pasa de mano en mano hasta llegar a la meta en forma personal y comunitaria. ¿De dónde empieza nuestro camino? Que yo recuerda empieza con mi abuelo, a él, lo recuerdo siempre dándonos la Palabra de Dios y cómo nuestra conducta debe ser guiada por Ella; pero como no sabía de lo que se trataba no le prestábamos mucha atención, decíamos que era cosas de viejos, pero cuando llegué a la Comunidad, la Palabra de Dios me transformó y sobre la base que había recibido de mi abuelo, experimenté que la Palabra de Dios me devolvía la vida.
Para el Verbum Dei, este Año jubilar que celebramos a partir del 17 de enero del 2012, tiene también una puerta santa, que es la experiencia vivida por el P. Jaime Bonet, fundador del Verbum Dei, él es la puerta de este camino de gracia que llega hasta hoy y para cada uno de nosotros, es, desde la llamada personal que nos hizo Dios, eso, constituye una puerta santa, que ha de ser renovada cada día en la Palabra escuchada, asimilada, vivida y predicada.
Esta Palabra a mi me encanta porque Dios nos invita a nunca caer en la rutina, porque la rutina hace que las cosas pierdan la sal, el gusto de ir siempre a más, ustedes recuerden cuando recién se enamoraron o empezaron algo con entusiasmo, si esa dinámica fue permanente, les aseguro que da resultados. A mí me llamó la atención y me conmovió hasta las lágrimas, un par de viejitos que bajaban del micro, no sé quién ayudaba a quién, pero el señor bajó, ayudado por el cobrador, luego le dio la mano a su señora para que ella baje y le besó la mano, como si fueran novios. Ese amor no se fortalece con la rutina, sino con un amor renovado cada día.
El Señor nos invita a no caer en la rutina, del “debo de orar”, “tengo que predicar” , sino acogerlo cada día, con el corazón, como si fuera la primera vez, desde el bautismo donde comienza el camino personal de fe que continúa a lo largo de toda la vida y a lo largo de nuestro camino es necesario vivir la novedad de la Palabra. La Palabra siempre nos trae algo nuevo. M acuerdo que un día me sentía aburrida de orar, Apocalipsis 3,20: Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo. Y una misionera me dijo que la Palabra está en mi corazón, para que le abra y la acepte, y pueda yo comer con paciencia, en paz… Y cada vez que oro esta Palabra me trae una novedad. Una vez, a mi amiga le presté dinero y ya después de tiempo, yo necesitaba y se lo pedí y me contestó una grosería y yo la abracé, por que escuché una voz que me decía “estoy a la puerta de tu casa, para darte amor y tú des amor en ella”
Por eso dice el Papa que la fe es“compañera de vida”, alimentada “con la Palabra de Dios y transmitida fielmente por la Iglesia, y nos hace vivir la vida nueva que Cristo nos ofrece, porque, la fe es continuo camino de encuentro con Cristo marcado por la alegría de creer y es un contagio que hace sacar fuerzas y vigor del descubrimiento diario de su amor, que nunca puede faltar”
La Palabra de Dios, es la antorcha que a través de generaciones, se lleva, como la antorcha olímpica, pasa de mano en mano hasta llegar a la meta en forma personal y comunitaria. ¿De dónde empieza nuestro camino? Que yo recuerda empieza con mi abuelo, a él, lo recuerdo siempre dándonos la Palabra de Dios y cómo nuestra conducta debe ser guiada por Ella; pero como no sabía de lo que se trataba no le prestábamos mucha atención, decíamos que era cosas de viejos, pero cuando llegué a la Comunidad, la Palabra de Dios me transformó y sobre la base que había recibido de mi abuelo, experimenté que la Palabra de Dios me devolvía la vida.
Para el Verbum Dei, este Año jubilar que celebramos a partir del 17 de enero del 2012, tiene también una puerta santa, que es la experiencia vivida por el P. Jaime Bonet, fundador del Verbum Dei, él es la puerta de este camino de gracia que llega hasta hoy y para cada uno de nosotros, es, desde la llamada personal que nos hizo Dios, eso, constituye una puerta santa, que ha de ser renovada cada día en la Palabra escuchada, asimilada, vivida y predicada.


 

 

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