ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS NOS HACE SER BUENOS PASTORES
Evangelio: Juan 10,1-10
Cuando ha sacado todas las ovejas camina delante de ellas, va por delante abriendo el camino de la vida para los hombres. El discípulo observa en su maestro lo que enseña y lo que realiza y lo asimila hasta el último detalle. Con este sentido de la imagen, Jesús se presenta como el que va por delante indicando el camino porque es la Luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1,9) y lo realiza él mismo para que el discípulo siga sus pasos.
Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. Cristo no es una puerta más que se pueda elegir entre muchas, es la única puerta que conduce realmente a la salvación. La oferta de Cristo no es una entre muchas en igualdad de valor. Bien es verdad que su respeto por la libertad humana es exquisito, sincero y profundamente delicado. No obstante, Él no podía enseñarnos otra verdad distinta. Él es la puerta, como es la Palabra, la verdad, el camino, el pan de vida, la vida misma. Es la puerta porque no hay otra entrada en el reino de su Padre.
Aún me quedan otras ovejas; y debo conducirlas al único redil; entonces habrá un solo rebaño y un solo Pastor. Todo se ha hecho por El y nada de cuanto existe se ha hecho sin Él. Invita a todos a escuchar su palabra para adquirir "el derecho a ser hijos de Dios". Por eso, puede afirmar en este fragmento sobre su calidad de Puerta y Pastor que tiene otras ovejas, que un día entrarán en el único redil. Esa es su misión. La Iglesia está presente en el mundo como una prolongación suya animada por el Espíritu Santo. La comunión sincera entre sus discípulos, es un signo para que el mundo entre en la fe en Jesús y crea que es el Enviado del Padre. Jesús es, por tanto, la esperanza de toda la humanidad.
Dinamismo de la Palabra: Ejercicio de oración con la Palabra d Dios.
EL ENTRAÑABLE AMOR DE DIOS
Jesús es el Pastor de nuestra Vida
I. PREPARA LA PALABRA
Ponte en la presencia de Dios
Me pongo en tu presencia. A Ti, te busco, eres mi Pastor y yo una de las ovejas de tu redil (Sal 22). Ilumina mis ojos para verte, despierta mis oídos para escuchar tu voz, regálame el sentirte cercano. Aumenta mi fe.
¡Buen Pastor! Háblame. Te pertenezco. Trátame con tu entrañable amor. Soy yo, el que entra por la puerta en el corral de las ovejas, o el que salta por algún otro lado, como un ladrón y un salteador. ¿Eso soy yo?
Relee las pautas y pide el fruto que deseas.
Me hablas y me retratas por medio de esta parábola (Juan 10) ¿Qué me llamó la atención de modo especial? ¿Con qué palabra o concepto? ¿Qué verdad quieres que trate contigo? Dame luz para centrar el tema y no dispersarme. ¿Qué fruto deseo de esta oración? ¿Qué he de escuchar, asimilar vivir y anunciar?
¿Crees en El y en su Palabra?
¡Creo en Ti, Dios de misericordia, y creo en tu Palabra!
Es tu Palabra la que quiero escuchar! Es tu Palabra la Puerta de una vida en abundancia. Búscame que me quiero dejar encontrar. Cambia mi actitud de ser el que entra por atajos por que no conozco tu voz he dejado de hablar contigo que ya te tengo miedo y me pareces extraño. Vuélveme a dar la Vida y el Amor que pierdo, cada vez que me pierdo de ti , cada vez que no dialogo contigo. ¡Ninguna Palabra puede llenarme como la tuya! ¡Háblame!
II. ESCUCHA LA PALABRA
Lee la cita detenidamente
Jesús, compartes una experiencia que tienes muchas veces conmigo como con la oveja del evangelio: ¡cuántas veces me llama por mi nombre y me dice: ¡VEN! Y me saca fuera. Enseñándome a caminar y se pone delante de mí, y ¿yo lo sigo porque conozco su voz?
¿Qué acciones me llaman más la atención de esta parábola?
¿Me gustaría que alguien hiciera conmigo lo mismo que el Pastor hace con esta oveja?
¿Cómo calificaría a este Pastor? Entrañable, atento, delicado, misericordioso, afectuoso...
¡Qué suerte tuvo esta oveja! ¡La suerte de ser pertenencia personal del Pastor! ¿Qué le hubiera sucedido, si hubiera caído en manos de un pastor asalariado, despreocupado, miedoso, cobarde, con falta de riesgo etc.
III. ASIMILA SU PALABRA
Contrasta el pensar de Dios con tu pensar
¿Qué razones tengo para RECONOCER LA VOZ DE MI BUEN PASTOR??
¿Qué motivos tengo para escaparme y alejándome, abandonar a mi Dios? ¿Qué me falta? ¿Qué le he pedido que no lo haya tomado en cuenta?¿Qué razones tengo para dejar al Pastor con el que nada, nada, nada me falta, y buscar fuera de Él la felicidad? ¡Cuánta ingratitud! ¡Cuánta libertad mal canalizada! ¡Perdóname! ¡Pero necesito volver y no sé volver! Ayúdame. Ven por mí, Pastor! Y ¡Vuélveme a llamar!
¿Qué razones tienes tú Pastor, para LLAMARME?
¿Qué sienten unos papás buenos ante un hijo que no reconoce la voz de ellos? ¿Qué sienten ante un hijo que ha sido secuestrado?
¿Es eso mismo lo que tú sientes ante mí, Dios, Buen Pastor?
Es tu amor entrañable que siente por cada ser humano, más ternura que la de una mamá por el hijo que lleva en sus entrañas! Si te conociera no me correría al oír tu voz! Pero el no reconocer tu voz,me ha hecho caer en la cuenta que siento pena y siento la necesidad de volver hablar contigo y ser obediente a tu Palabra. Haberme perdido me ha dado a cambio el saborear tu gran misericordia ¡Tu misericordia no tiene fin!
¿Qué sientes cuando ves, que reconozco tu voz y que puedo seguirte?
¿Por qué eres feliz al encontrarme, a pesar de que me encuentres sordo, ciego, mudo, indiferente, tembloroso, con miedo, con hambre, por haberme alejado de Ti? ¿No te avergüenzas de mí? ¿Por qué no me dejas? ¿Por qué sigues creyendo en mí? ¿Por qué no me repruebas, ni me recriminas, ni me regañas, ni me recuerdas mi pasado?
¿Qué siento yo?...Casi no hay palabras. Gracias. ¡No comprendo cómo mi voz te hace tan feliz! Gracias. Vuelvo a gozar con el gozo de ser tuyo, como la oveja encontrada.
¿A dónde me llevas?
¿Me llevas al redil, a la comunidad? ¿Me aceptarán las demás ovejas a pesar de mi pasado? ¿Te criticarán por ser demasiado comprensivo y misericordioso conmigo? ¿Me harán sentir más mi pecado que tu misericordia? ¿Seré motivo de alegría también para los demás?
¿Aprenderé a hacer con los demás lo mismo que Tú, Pastor bueno, has hecho conmigo? ¿Me darás un amor entrañable con cada uno de mis hermanos? ¿Empezaré a ser Pastor de la misericordia? ¿Entenderé que sólo el amor misericordioso es lo que nos hace discípulos tuyos, y nos identifica contigo?
¿Me contagiarás tu alegría?
¿Qué me produce el que desees Tú, que todos tengan esa misma experiencia de misericordia?
IV. ¡VIVE LA PALABRA!
¿Cómo quiero vivir desde hoy? ¿Qué concreciones veo desde ese encuentro de vida plena en tu Palabra, Señor? ¿Qué tengo que hacer para no perder tu dulce voz? Si me pierdo, ¿qué tengo que hacer? ¿Te llamaré para que me halles, o callaré -dejaré la oración- para seguir estando lejos de Ti? ¿Qué haré para ser motivo de alegría en el cielo y en la tierra?
V. ANUNCIA LA PALABRA
¿Tengo incorporado en mi espiritualidad, que hay más gozo en dar que en recibir?
¿Quiero, contigo, Jesús, ser hoy pastor, entregado a rescatar que otras ovejas, y que puedan dialogar contigo, que reconozcan tu voz y tú que ya reconoces mi voz, me des un vida de paz, gozo de tu amistad? ¿Comprendo sí que dejo de enseñarles a dialogar contigo, su destino es: su soledad, su tristeza, su enfermedad, o su curación, su alegría, su verdad... si yo no me decido? ¿Cómo les hablaré?
Mamá, Madre de Misericordia, Madre de la Iglesia y Mamá de todos lo que profesamos nuestra fe en Cristo, llévanos de nuevo al redil, donde experimentemos el entrañable amor de Dios.
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