YO SOY EL PAN DE VIDA



 Lecturas: Hech 7,51-8; Sal 31; Jn 6,30-35

 Estamos viviendo el ciclo VIDA NUEVA EN CRISTO, y le daba gracias a Dios porque somos muy afortunados de estar en una comunidad que se preocupa como una madre de cuidar nuestra vida nueva, porque estamos como recién nacidos, hemos nacido en la Pascua, los que hemos creído hemos resucitado en Cristo, y esta vida necesita cuidarse para no volver a caer  tan fácilmente como antes en los mismos pecados.
La oración, es uno de los principales medios para dejar que El Señor se quede con nosotros, ir a la oración es decirle, “Señor,  quédate con nosotros, ya está cayendo la tarde y se termina el día.»

El orar parte de un corazón enamorado, definitivamente, el querer estar con él AMADO, escucharle, mirarle, entregarse y  ponerse en sus manos, con confianza para asemejarse a Él, solo  lo puede hacer quien se ha dejado seducir por El, y sabe que fuera de sus brazos, solo hay tristeza, desazón, mal humor  ya sea en el trabajo o  en la casa y desesperanza frente al futuro.
Cuando nos disponemos a orar, necesitamos actitud de mucha confianza, (uno confía en quien sabe que le ama)  porque sabemos quizás como entramos, pero no sabemos cómo vamos a salir, que nos va a pedir el Señor, que va a tocar en nuestro corazón, para hacerlo de nuevo.

La experiencia más bonita de la oración al terminar es tener la certeza de salir de las manos del Padre, salir a vivir el futuro con esperanza, y terminar diciéndole “gracias Señor por el presente sea lo que sea”, esta es la Vida nueva que Jesús estuvo planeando para nosotros cuando cargaba la cruz, que en adelante vivamos conectados, unidos a Él, Porque de otra manera, no podemos vivir (Jn 15,5)

Al preparar las pautas le decía al Padre, “una de las experiencia más bellas para mi, Señor es que cuando oro, se lo que significo, quien soy para ti,  me haces sentir amada, misionera, me confías tus hijos, ¿A dónde podría ir Señor  a buscar llenar mis vacíos, a calmar este carácter tan difícil, si no es contigo, solo tú que me conoces, sabes lo que necesito, y me lo das, me das el Pan de la  Vida en abundancia porque lo necesito así, en abundancia que me colme, que me sacie Señor, solo cuando oro, cuando dialogo contigo recibo la fuerza para vivir como tú quieres,  que salga a buscar al hermano, que ame como tú Hijo Jesús, que mire el futuro con confianza que ponga la mirada en las cosas de arriba, que mire la Gloria que me espera y no me fije en las cosas pasajeras de este mundo.

 “El pan que Dios da es Aquel que baja del cielo y que da vida al mundo. Ellos dijeron “Señor dame siempre de Ese Pan”  

El pan que necesitamos es el Pan del cielo, ningún pan de este mundo puede saciarnos, “para que van a gastar en lo que no es pan y dar su salario por cosas que no alimentan, si ustedes me hacen caso comerán cosas ricas y su paladar se deleitara con comidas exquisitas” Is 55,2

 El que viene a mi nunca  tendrá hambre, y el que cree en mi nunca tendrá   sed.» (Juan 6, 30-35) 

Nadie quiere tener hambre ni tener sed,  nunca….y no existe alimento eterno, ni bebida eterna en este mundo, no lo hay. Pero nosotros que creemos en Jesús, Pan de vida, que lo recibimos, que nos alimentamos  y vivimos por El, podamos dar testimonio de que  hemos experimentado la Vida,  y salir al encuentro de quienes por falta de conocimiento perecen en las calles, en los trabajos, en nuestra casa, y darles a conocer una Vida nueva a la que también tienen derecho.

Que permanezcamos muy unidos por la oración unos a otros dándonos la fuerza para buscar a los hermanos, y si nos falta alguna disposición para orar, solo hay que pedírselo… si nos ha dado a su Hijo único como no nos va a dar todo lo demás.

Madre Nuestra, ayúdanos a orar, a permanecer en la Palabra y a compartirla con nuestros hermanos.
Dios nos bendiga.

Nila



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