“Que la Palabra de Dios habite en ti”

“Que la Palabra de Dios habite en ti”


Colosenses 3, 16-17

Que la palabra de Cristo habite y se sienta a gusto en ustedes. Tengan sabiduría para que puedan enseñar y aconsejar unos a otros; canten a Dios de todo corazón y con gratitud salmos, himnos y alabanzas espontáneas.

Lo que nos dices Jesús es que la Palabra o seas tú mismo habite en cada uno de nosotros y lo que es más ¡Qué se sienta a gusto en nosotros! ¿Qué quieres decir con esto? ¿Cuándo es que tú te sientas a gusto? Tú mismo nos lo dices en tu Palabra cuando puedas enseñar con sabiduría a los otros, y bien sabes que sabio es el ser humano humilde, sencillo que cree en tu Palabra y por lo mismo que la cree, la vive y la lleva a los demás, porque el que vive la Palabra no puede dejar de hablar de lo que ha visto y ha oído ¿qué escuchas en la oración? ¿O te escuchas a ti mismo? Porque si el diálogo con Dios es directo, acogedor, sosegado, personal, con Aquel que es dueño y Señor de la Vida y del Amor, sales convertido en lo mismo que has orado, vives lo mismo que vive quien te ha dirigido la Palabra y eso no lo puedes callar, porque el bien recibido necesita ser propagado ¿Cómo le pagaré al Señor tanto bien que me has hecho? Solo dando a conocer tu nombre con humildad porque a pesar que las palabras salen de ti, vienen de la boca de Dios, él te ha convertido en río de agua viva, para que des vida a los demás.

Y es que el amor se paga con amor, eso lo que Dios espera de nosotros gratitud, y por ello cantemos a Dios de todo corazón y con gratitud salmos, himnos y alabanzas espontáneas.

¡Qué bonito, Señor! , el saber que tú te sientes bien cuando nosotros damos gratis lo que hemos recibido gratis, y nos llamas a anunciar tu Palabra para otros, que les aconsejemos y los encaminemos hacia la verdad que eres tú; regálanos en este día aprender a que tú te sientas bien, que alegría nos da que un huésped que llegue a casa se sienta bien, como en su casa; cómodo, libre, que pueda disfrutar de lo poco o mucho que le demos, pero que se sienta bien, cómo desearía que tú te sientas bien en mi casa, en mi corazón, para que siempre permanezcas en él o sea siempre en mi corazón y en mi boca siempre se encuentre tu Palabra que de consuelo a los afligidos, a los tristes, solitarios, a los que el mundo pareciera que se les derrumba, a los que no tienen esperanza, consuelo y no esperan nada de la vida. Ser como tú es mi máximo anhelo que por donde vaya pueda llegar a tiempo para todos mis hermanos que me necesitan.

María: ¡Qué bien se sentía Jesús en tus entrañas! Porque fuiste fiel, sencilla y humilde ante la presencia de Jesús, enséñanos a que Jesús se sienta bien en nuestras vidas.

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