“Vayan y hagan discípulos”

Mateo 28, 18-20 Después de estos días de zambullirnos en el Amor entrañable de nuestro Dios que crea y recrea nuestra vida, que le da nueva forma, nos adentramos estos días en el rostro que nos revela este Amor: en JESUS. El ha venido para ser "el Camino", la respuesta que todo hombre necesita. Nos dice el Concilio Vaticano II: "En realidad el misterio del hombre no se aclara de verdad, sino en el misterio del Verbo encarnado: el Hijo de Dios..." Para construir un hombre, una humanidad como Dios siempre soñó y como también nosotros soñamos, es necesario actualizar a Cristo en cada generación.
Jesús no deja de ser respuesta para todo hombre, por eso no deja de llamar personas inquietas, que le busquen, que le crean, que no estén conformes con lo que viven. Su llamado sigue vigente, igual que en los primeros tiempos llamó a sus discípulos; lo más grande de este llamado es que la iniciativa es de él; sus palabras "vayan y hagan" tienen un carácter absoluto e incondicionado.
Jesús quiere refrescar en ti su llamado, te necesita y me necesita para construir un mundo nuevo, un mundo de hermanos. Esto supone que le crea, que acoja su llamado incondicionalmente, con confianza, con fe, porque seguir a Jesús es iniciar una historia de amistad, de amor. Discípulo es aquél que se siente atraído por El, por su mirada, por su voz y por el Reino, y que decide hacer de su vida camino, verdad y vida para todos los hombres.
Seguir a Jesús no es sólo la expresión de una opción total, de una norma o de unos valores, sino es que la adhesión a una Persona como modelo para la propia vida y la voluntad de configurar la propia existencia desde El.
Es en el trato, en la convivencia con Jesús, donde nos vamos configurando en El y va formando en nosotros un discípulo fiel, apoyado en la voluntad del Padre, un discípulo creativo para la evangelización, dinámico en el amor y humilde para secundar en todo momento al Maestro
Jesús, descubro que tus mandamientos, lejos de ser órdenes frías para mí, constituyen el mejor camino para no equivocarme en la vida: "Mucha es la paz de los que aman tu Ley, no hay tropiezo para ellos... No, no me olvido de tus mandamientos" (Sal 119,165.176).
Cuando hay amor en una relación, la sugerencia de uno se convierte en imperativo para el otro. Pero lo que casi nunca hace una persona por otra es recorrer primeramente él lo que desea que viva el otro. Tú, en cambio, Jesús, no me aconsejas nada que no hayas practicado por delante de mí. Tú aprendiste a permanecer en el Amor del Padre guardando sus mandamientos: "el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él" (Jn 8,29).
Más que un mandato, el poder amar es la condición de nuestra felicidad y desarrollo. Pero si no estamos unidos a Ti nos cansamos de amar. Y al revés, cuando decidimos amar a tu estilo nos acercamos más a Ti ¡Cuántas veces, Jesús, pierdo la unión contigo porque dejo de AMAR, como Tú deseas! Me voy enfriando y experimento lejanía en nuesra relación porque, de hecho, la distancia que me separa de aquel que menos amo es la misma que me separa de Ti Tú quisiste identificarte con todo hombre para que pueda amarte en ellos con el mismo amor con que Tú me amas: universal, desinteresado, gratuito, inteligente, sacrificado.
Tú sabes, Jesús, que éste no es el estilo de amor en que se desenvuelven nuestras relaciones humanas. Necesitamos dejarnos transformar para que nuestro amor sea radicalmente nuevo. Enséñame a beber del manantial de Amor puro que es Dios mismo ya que "el amor es de Dios... porque Dios es Amor" (1 Jn 4,7 12). Sólo así podemos dar Amor al otro: poniéndole en conexión con la fuente del Amor. "No ser amado, no tener a nadie cerca, ésa es la peor enfermedad que puede padecer un ser humano, sin un corazón lleno de amor es imposible curar a un hombre enfermo de soledad" (M. Teresa de Calcuta) ¿Cuál será entonces el "test" de autenticidad de nuestro amor? Si está enraizado en Ti, levantará y dará Vida a los otros.
María, madre de Dios y madre nuestra enséñanos a demostrarle al otro que le amamos dándole la vida de Dios, que los haga a la vez: VIDA, CAMINO, VERDAD PARA OTROS.

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