Jesús le miró:¡Zaqueo baja!


Lucas 19, 1-10
Una idea, ideología o teoría NO puede cambiar tu vida; es el mismo Jesús, en persona, que viene y te llama por tu nombre, y te dice: Baja en seguida que hoy tengo que quedarme en tu casa. La persona que se encuentra con El tiene un antes y un después, en su vida.
- Jesús te llama para que vivas. Su llamada no está en orden a "hacer" cosas, sino a "ser", y ser amor; a hacer de tu vida como El, siempre, sólo y todo amor (Jn. 15,16). Al que le sigue le da Vida eterna (Mt.18,29). Ha llegado para ti la hora de "ser". Ha llegado la salvación a tu casa.
- Esta llamada supone conversión al plan de Dios, a que seas Cristo, y conlleva al mayor gozo y felicidad: "Todo lo tengo por basura ante la sublimidad del conocimiento de Cristo... habiendo sido alcanzado por Cristo... olvido lo que dejé atrás y me lanzo a la carrera" ( Fil 3, 5-16 ), "os digo esto, para que vuestro gozo sea completo". ( Jn 15- 11; 17, 13 ).
- ¿Qué es seguirle...? Seguir a Jesús es la adhesión del corazón a una persona, se trata de un "seguimiento personal" del único Maestro, convivir con El, dialogar con El, imitarle fielmente, compartir mi vida con El hasta transformarme en El, pensar, sentir, vivir, amar como El, hasta llegar a la unión con El (Jn.17,21-26; Gal. 2,20).
Como Juan Bautista somos la voz que presenta la Palabra y el dedo que apunta a Cristo para que le sigan, anunciando que Él es la plenitud del amor.
Cualquier lugar, cualquier momento puede convertirse en momento de gracia y de salvación, si reconoces el paso del Señor. Pero este momento no es casualidad. Dios lo había preparado delicadamente, porque sin duda puede ser para ti y para muchos el definitivo. Este momento marcará sin duda un antes y un después en tu vida. Tu vida puede pasar, como la de tantos otros hombres y mujeres a lo largo de la historia, del anonimato a la posteridad, quedando tu nombre escrito en el cielo. Cristo cambiará tu destino, tu proyecto, tu rumbo, y de tu vida rutinaria y cotidiana te lanzará a unos horizontes insospechados con una trascendencia infinita por toda la eternidad. Lo fatal para el hombre sería no percibir esta llamada, contentarse con un ideal más bajo, conformarse con un proyecto caduco y terreno. Rebajar este ideal sería no solamente frustrar el proyecto de Dios sino la propia ruina del hombre que quedaría frustrado al apuntar a algo o a alguien que nunca podrá hacerle fiel
Su mirada no es como la de los demás hombres, no mira por curiosidad como un simple vistazo superficial que se detiene en las apariencias. Su mirada penetra en lo más profundo de nuestro ser. Jesús, mirándoles, les revela su ser más profundo, y les descubre a su vez su verdadera identidad. Su mirada les seduce, les cautiva para Él, les introduce en una corriente de participación vital de comunión íntima de amor. Después de ser mirado, la persona es radicalmente otra con un destino totalmente nuevo. Jesús la hace nueva totalmente para Él. Su mirada de elección tiene la fuerza del conocimiento interpersonal.
Me llamas porque me amas; porque sabes que te necesito; que sin ti no vivo. Esa llamada ya estaba dentro de mí... al crearme para ti, a tu imagen, ya la sembraste. Es la sed insaciable de todo hombre la que tu presencia y tu Palabra vuelve a revivir. Tu soplo enciende las brasas de nuestro corazón, quizás ya escondidas bajo las cenizas de proyectos caducos.
No te hemos elegido nosotros sino tú a nosotros, la vocación es tuya. Porque sabes que te necesito, pero tú también me necesitas y me dices: ven conmigo. Me necesitas también porque me amas y quieres contar conmigo, por eso te haces mendigo de mi amor. A tu llamada buscas mi respuesta, pero para esta misión me siento incapaz, me siento sin fuerzas, pero tú me capacitas para ella con la fuerza de tu Espíritu. No temas, yo te haré llegar a hacer obras grandes, incluso mayores de las que yo he hecho. Cree en mí, confíate en mí y no en tus fuerzas. Nada hay imposible para el que cree: ¡Señor voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres y a quien le haya exigido injustamente le devolveré cuatro veces más.
Es por la alegría inmensa de quien ha encontrado el tesoro de su vida y, se ha dejado cautivar por tu amor, lo pone en el centro, pasando todo lo demás al segundo plano, al nivel de añadidura. Todo merece la pena ser cambiado para vivir, convivir y propagar el Amor. Se trata de un cambio radical, de una determinada determinación. Pues seguirle significa, no algo externo, de cuerpo presente, de actividades hechas “por él” sino de algo interior. O le sigo con todo el corazón o no le sigo; o le sigo en su intencionalidad, en la misión para la que fue enviado o de lo contrario no comulgaría con Él. Por eso también la misión de propagar el Reino por la Palabra fue la tarea a la que se consagraron los discípulos por Él personalmente formados. Sin mirar hacia atrás, ni a derecha ni a izquierda, fijaron sus ojos en Él, en Aquel que antes se fijó en ellos y se lanzaron a seguirle a Él, para reproducir su vida y su misión.
María, madre nuestra, madre de la Palabra, enséñame a ser palabra y vivir como Jesús, la misión.

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