“UNA ESCUELA DE ESCUCHA DEL PADRE”.

El hallazgo de Jesús en el templo” (Lc. 2,41-52) es el único suceso que rompe el silencio de los Evangelios sobre los años ocultos de Jesús. Jesús deja entrever en ello el misterio de su consagración total a una misión derivada de su filiación divina: ¿No sabíais que me debo a los asuntos de mi Padre?” (N. Catec.534) ¡Qué gran tesoro tenemos cuando en nuestras manos, se nos pone la ley Dios, la Escritura, que nos enseña nuestra identidad de hijos (Jn 1,9-12), invitados a conocer, amar y entregarnos sin medida, al Padre de todos, en un estado habitual de atenta escucha de su Palabra (Dt 6,4-25; Mc 12,29; Sal 119) ¡Qué grande es saborear la amistad con un Dios Padre, tan íntimo, tan cercano, tan entrañable, ten bueno! (Est. Verbum Dei 215). En la medida que nos familiarizamos contigo, Padre, pones en nuestros labios un canto nuevo, y nos permites decir, de corazón: “Heme aquí, aquí estoy Padre, para hacer tu voluntad” (Heb 10,7) “En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es ,Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón” (Sal 40,8-11) Querido Hijo Amado, en lo oculto, cristaliza tu entrañable convivencia familiar con el Padre: tu búsqueda ardiente y apasionada de agradarle, de complacerle, de vivir para El, de hacer su voluntad y de consagrarte a El y a su proyecto, como lo habías aprendido de María. Ella conservaba todas las maravillas del todopoderoso y las meditaba en su corazón” (Lc 1,49; 2,19; 2.51). Cuánto silencio, cuánta vida oculta, cuánta lucha, búsqueda, crisis y fricción acompañan nuestras opciones de entregarnos a El. No es automático, espontáneo, ni fácil, aceptar tus proyectos, sin un nivel profundo de vida oculta tejida de oración. “Toda la oración de Jesús está en esta adhesión amorosa de su corazón de hombre al misterio de la voluntad del Padre (Ef 1,9)”. (N. Catec. 2603).

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