Maestro ¿Dónde vives?

Juan 1,35-50
"Jesús se volvió y al ver que le seguían les dice: "¿Qué buscan?" (Jn 1,35-39).
Andrés y Juan no pudieron olvidar estas primeras palabras que les dirigiste; al igual que en ellos, tus palabras se quedan hoy grabadas en mi corazón inquieto, deseoso de horizontes nuevos.
Entre tantas voces, entre tantas alternativas de vida, has pasado a mi lado y he podido reconocerte como "el Cordero de Dios" (v. 36) porque sólo en Ti está la plenitud de la vida (Jn 10,10), porque nadie puede realizar las obras que Tú realizas, enseñarme lo que es de verdad vivir, si Dios no está con él (Jn 3, 1-3).
¿Qué viste en los ojos de Juan y qué lees hoy en mis ojos?
"Veo la sed que arde en tu corazón de ser amado por un Amor que no defraude tus ilusiones. Veo también el sinsentido de tantos hombres como tú, atrapados por la soledad y la desesperación.
Encuentro en tu mirada la insatisfacción ante un estilo de vida rutinario y acomodado, y la añoranza de un corazón libre. Pero también, como en Andrés y en Juan, también puedo leer en tus ojos la generosidad del que quiere entregar toda su vida y ser respuesta para la humanidad".
Jesús, sólo Tú puedes seguir ofreciendo a todo hombre, de cualquier edad, de cualquier condición, el único proyecto, el único camino que sacia profundamente sus aspiraciones; sólo Tú eres la verdad, sólo Tú eres la Vida (Jn 14,6). Dime ¿dónde vives? ¿Dónde puedo encontrarte? Quiero seguirte la pista, caminar tras tus huellas, poder escuchar como tus primeros discípulos: "Ven y verás"
Encontraste a tus primeros discípulos. Fuiste tú, Jesús quien saliste a buscarles, fue tuya la iniciativa de que como Tú también ellos fueran pescadores de hombres. ¡Cuánto tiempo llevas, Señor, bordeando mi vida, buscándome, saltando los montes de mi indiferencia, de mis falsos proyectos o quizás de mi indecisión ante tu llamada a un seguimiento más fiel y radical! (Cant. 2,8-14).
¡Cuántas llamadas amorosas de tu parte! Eres el Dios enamorado de mi vida y de la vida de cada hombre, que por amor y sólo por amor nos llamas para realizar tu misma misión, para devolver la esperanza a nuestros ambientes en los que cada día se respira más la cultura de la muerte.
¡Qué gratitud me brota, Señor, al saber que soy digno de tu confianza! (2 Tim 1,1-2), porque no soy yo quien te he elegido a ti sino que eres Tú el que me ha elegido (Jn 15,16), eres Tú quien se ha fijado en mi vida! Tu amor tan gratuito me desborda, nadie como Tú conoce lo que realmente soy, mi pasado, mis limitaciones, y nadie como Tú puede ver en mi corazón una capacidad de amar infinita. Tú no me valoras, Jesús, como los demás, por lo que sé o por lo que puedo hacer; Tú me buscas a mí, buscas mi corazón.
Señor, que hoy pueda escuchar tu voz que pronuncia mi nombre con un amor y un cariño infinito; sé que tu voz es la única que puede penetrar mi vida y saciarla, porque es la voz del Amor, la voz del Dios que viene a mi encuentro (Sal. 59,11). Regálame, Señor, la astucia, la intrepidez de estos hombres que inmortalizaron su vida porque "al instante", dejando las redes, te siguieron, seducidos por Ti Hazme escuchar esta llamada que conquiste toda mi vida.
Mamá hazme dócil a su voz

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