Oramos para anunciar el Reino.



“No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto ni oído”. Hechos  4,20

Esta semana hemos estado ejercitándonos en la oración, una oración que lo  encierra todo: El sentido de nuestra vida, nuestra razón de vivir, de hacer y deshacer, y que encierra un modo y estilo de vida, que nos da el “ser” verdaderamente: Nuestra Identidad, el configurarnos con Jesús nuestro Modelo, Hijo de Dios y hermano nuestro.
La razón es porque es una oración misionera, como la oración de Jesús al Padre, que es para anunciar el Reino.

            “Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para predicar también allí, pues para esto he venido.” (Mc. 1,38)

De allí entendemos el sentido de nuestro existir, como seguidores de Jesús nosotros también hemos venido al mundo, a nuestra familia, a este trabajo que tenemos ahora,  a cada lugar que vamos….para esto….para anunciar el Reino.

Nuestra  oración y todo nuestro seguimiento de Jesús,  el sentido especifico que tiene es el de asemejarnos a Él en todo y muy especialmente en llegar a todos los pueblos del mundo, es decir a cada  persona ya que como siempre decimos “detrás de cada persona hay un pueblo”, están su familia amigos y todos sus relativos.

“Jesús, tú eres el misionero del Padre, traes en tus labios y en tu corazón un mensaje que quieres que sea oído por todos, y por eso, recorres los pueblos, entras a las casas y a las sinagogas, a las plazas para anunciar que el Reino de Dios está llegando (Mc. 1, 15. 21-34).

Oramos para anunciar la Buena Nueva del Reino, el Reino de amor, de justicia de paz, de solidaridad, de todo lo bueno que el corazón del hombre desea, ese es el Reino de Dios que nos hace hermanos, hijos de un mismo Padre, eso es lo que anunciamos con hechos: el Amor,  Amarnos como Jesús nos amó hasta dar su Vida en una cruz para que nos salvemos.

Anunciar el Reino nos tiene que llevar hasta dar la vida: Lo que más queremos y nos cuesta dar para que nuestros hermanos se salven, que puede ser nuestro tiempo que tanto lo programamos, nuestra comodidad, nuestros entretenimientos cotidianos, etc.

Cuando oramos, lo único y más grande que encontramos es la Misericordia y el Amor de Dios derrochándose en nuestra vida, por eso no nos lo podemos callar, tanta gente que vive culpándose de todo, sufriendo por sus pecados, amargada porque cree que su vida no tiene remedio,  que no sirven para nada que todo está perdido, que no tienen ganas de seguir adelante, ....a ellos tenemos que decirles “Lo que hemos visto y oído,  las maravillas que el Señor ha realizado en nuestra vida, ¡cómo nos ha rescatado de la vida vacía que llevamos!, como nos enseñó a vivir de nuevo una vida limpia, pura, llena de Gracia,  y tantas otras maravillas que hemos visto  y palpado cada día en nuestro encuentro personal, íntimo, amoroso y profundo con el Señor, Cara a cara como amigos, como compañeros de destino, como camaradas, confidentes, como “patas”, no nos lo podemos callar, seriamos  muy egoístas de querer  retener el tesoro del Amor y Misericordia de Dios que da paz y felicidad que plenifica y  cura  espiritualmente,   solo para nosotros ….sería como ver un enfermo de sida o cáncer y dejarlo morir no darle la Medicina que lo puede salvar.

“Queremos, así, seguir a Jesús en su plena dedicación al anuncio del Reino, con la radicalidad y presteza que Él exige al que quiera ser discípulo suyo; sin que nada ni nadie nos aparte ni distraiga de nuestra misión concreta de oración y ministerio de la Palabra.” (Jaime Bonet).

            Esta opción implica toda nuestra vida, no podemos hacer una división entre la misión “extraordinaria” y la vida cotidiana, porque todo lo que vivimos se puede convertir en anuncio gozoso del Reino que nuestros hermanos esperan.

                        “Jesús, eres plenamente consciente de la misión que has recibido del Padre: convivir y compartir entre todos sus hijos, tus hermanos el amor del Padre. Nada te detiene, más aun ves los campos listos para la cosecha (Jn. 4, 35), pueblos que esperan la Palabra de Vida y eso te ilusiona, nos lo quieres transmitir y haces que también nosotros levantemos la mirada para ver que es mucha la mies pero bien pocos los obreros (Jn.9,37-38). Nos pides la vida para continuar tu misión.”

Madre, ruega por nosotros porque entreguemos nuestro tiempo a este encuentro diario con la oración donde estemos conscientes de que nuestra relación con la Trinidad a través de la Palabra  nos tiene que llevar a ser Discípulos misioneros consagrados a anunciar el Reino de Dios con  nuestra vida y palabra.

Dios nos bendiga.

nila

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