Pautas Jueves

Jesús nos llama a cargar su cruz
Lc 14,27, Salmo 18

Seguirte de cerca, Jesús mío, me permite captar al detalle tu extremo de amor e ir respondiendo a esa pregunta que han tenido que responder los discípulos de todos los tiempos: "¿Quién dice la gente que soy yo?...Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?" (Mt 16,13-20). 

Déjame responderte: Para mí eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo (Mt 16,15). De Ti pudo decirse: "He aquí, al que es Hombre" (Jn 19,5). ¿Quién sino Tú ha alcanzado la talla y la estatura del hombre verdadero?  Comprendo que el "Camino de la Cruz" es la expresión suprema de un extremado amor, que ama hasta el extremo; un extremo, Jesús, que con toda humildad se me antoja imitar.

Recorriendo el camino, reconozco que Tú, te haces mi Camino. Tu mirada y tu rostro, tu silencio y tu paz me enseñan que tan solo eres Tú mi Verdad. Y tu entrega a la muerte, para salvar mi vida, genera, a contracambio, el entregarme a Ti y hacer de Ti mi Vida (Flp 1,21; Jn 14,6).  

Porque quiero quererte digo "sí" a tu Vida y Jesús mío, digo "no" al amor propio, digo "no" a la flojera y a mi fría frialdad. Quiero dejar atrás mi insensibilidad, mi tanta indiferencia... Digo "No", mi Jesús, a la desesperanza y a vivir sin conciencia de que como tu discípulo estoy llamada a cargar la cruz cada día, tu cruz, causada, por rechazar tu Vida. Digo "no" a mi pecado, al apego a las cosas, a cruzarme de brazos. Y también, y ante todo, digo "no", Jesús mío, a la gran tentación de no entregar mi vida.

Más digo "sí", Jesús, a una vida coherente, que abraza la humildad e intenta superarse. Digo "sí" a enamorarme más de ti,  acercándome más, a tu Palabra,  colaborando más y respondiendo más a tu amor infinito, que hará de mí otro Cristo. Digo "sí" a superar mis frecuentes caídas, y digo "sí" a cargar también con el pecado de todos los demás. Quiero amar como Tú, hasta el agotamiento. Y quiero como Tú, ese desprendimiento porque sólo Tú, te constituyes en roca mía, refugio, fortaleza  mía donde encuentro seguridad para seguir adelante  

Algo más difícil de afrontares cuando tocamos suelo, con tanta  frecuencia, y una vez tras otra, nos vemos sometidos a una debilidad que raya en impotencia (2Co 12,7), siempre hay una razón.  

Querido Jesús, cargas la cruz de la infidelidad de tu discípulo, que no logró asimilar lo que Tú, tantas veces le quisiste enseñar ante todos, que no se puede servir a dos señores, no se puede tener el corazón en Dios y en el dios dinero (Lc 16,13). No es posible vivir una doblez de vida, que a la corta o a la larga, llevará a arruinar y a perder la vida por no quererla dar (Lc 9,24).  

Acercándome a Tí, Jesús bueno, mirándote de frente, dejándome ayudar, volviendo a reiniciar un nuevo seguimiento. Volveré a comenzar, sin perder la esperanza de poderte seguir.

 El verte en la cruz por amor a mí, haga que me levante por puro amor a Ti. Y dame, Jesús bueno, superarme en cada recaída, con esa esperanza y ese temple que se adquiere al calor de tu fragua de amor hasta el extremo.

María enséñame a ofrecer las dificultades de la vida a mi Jesús, es como comenzar a creer y a hacer vida de que, quien come su cuerpo y bebe su sangre vivirá en Él y en Él viviré por muchos.


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