Tener los sentimientos de Jesús.



Filipenses 2, 1-13

Otro de los ejercicios que nos propone  la espiritualidad  Verbum Dei es el Amor Fraterno, y va unido también al ejercicio de oración y al ejercicio de cruz.
Es una  invitación de Jesús,  a vivir como El vivió, a tener sus mismos sentimientos y actitudes: ser humilde, obediente, vivir en la Verdad.

“Tengan unos con otros las mismas disposiciones  que estuvieron en Cristo  Jesús:
El siendo de condición divina, no se apegó  su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada tomando la condición de servidor   y se hizo semejante a los hombres.
Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a si mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz”.

El Señor muy libremente eligió hacerse  uno de nosotros, ¿para qué?, para hacerse servidor del hombre, para enseñarnos  caminos de libertad y llevarnos a vivir en la Verdad. Solo el que se hace nada, se desapega de toda carga inútil, de sentimientos de egoísmo, del vivir en continua competencia, rivalizando, buscando sus propios intereses, atropellando los derechos de los demás, siendo indiferente con la necesidad del hermano, puede ser libre.

“No hagan nada por rivalidad o vanagloria”. Vivimos comparándonos con los demás. “Es que yo no soy como ella”, vivimos como el fariseo, buscando, el error, el defecto, el pecado en el otro para sentirnos mejores,  porque eso nos llena de vana-gloria,  nos hace sentir superiores. Cuando no tenemos el amor de Dios, buscamos llenarnos de las miradas de aceptación, de las alabanzas, despreciamos al pobre, al que “es menos” porque como no nos aceptamos a nosotros mismos, ni nos valoramos, ni aceptamos ni valoramos a los demás.

“Que cada uno tenga la humildad de creer que los otros son mejores que él mismo”

La humildad es vivir en la Verdad decía Sta. Teresa de Ávila. No es un sentimiento de baja autoestima, o complejo de inferioridad, sino de estimarme como soy ante los ojos de mi Padre  Dios, y ver en mi hermano un  hijo suyo al igual que yo, que me motiva para amarle, para servirle, ayudarle a encontrar su Verdad.  
Como humanos débiles, soberbios, frecuentemente disfrutamos hablando mal del  prójimo…porque en el fondo buscamos   sentirnos  mejores que esa persona. No necesito de eso para ser mejor, yo soy importante para Dios, no necesito aparecer más grande ante los ojos del mundo, mi Padre me dice  “Tú vales mucho a mis ojos…te amo, eres importante para mí”. Is 43,4.  Ser humilde es reconocerme ante Dios como soy, bajo su mirada, en mi verdadera identidad.

¿Hay algo  en ustedes de compasión y de ternura”, si han recibido el Espíritu Santo, les puedo pedir algo que me llenará de alegría?  Vivan como Cristo vivan para el Reino, estén unidos en el mismo Espíritu vivan para crear fraternidad.

“No busque nadie sus propios intereses, sino mas bien preocúpese cada uno por los demás”.

¿Qué nos diferencia de los no cristianos?, es vivir desprendidos, entregados  al servicio gratuito de los demás, preocupados porque vivan libres y felices en el conocimiento de Dios de la Verdad. Muchas veces  nos preguntan ¿Por qué haces lo que haces si no recibes nada a cambio?, a ti no te pagan por eso….qué bonito es darles razón de nuestra esperanza….no lo hago por pago alguno, lo hago por ganar a Cristo, porque Cristo es mi vida, y la muerte es una ganancia para mi….

Que haya en ustedes un mismo amor, un mismo sentimiento. “El siendo de condición divina, no se apego a su igualdad con Dios”.

Cuando no tenemos a Jesús, cuando no oramos, vivimos en una continua y agotadora competencia, ya sea en el trabajo o  entre hermanos, entre esposos, entre primos, etc. Y  hasta en nuestras comunidades.

El ejercicio de Fraternidad es ejercitarnos en el amor verdadero, tener el amor de Cristo, pegarnos a la Palabra, permanecer en ella, “Pues Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el actuar para agradarle”. Si mi vida le agrada a Dios, va ser buena para mis hermanos  y a nosotros nos va  llenar de paz, el Señor quiere que vivamos en paz unos con otros, en armonía en el trabajo, en el hogar, el amor fraterno es para vivirlo con todo el mundo.

Es posible tener los sentimientos de Jesús, cuando creemos en El, cuando vivimos unidos a Él, (Jn 15,5) esto me saca de mi ego- ismo, me saca del centro para poner Jesús en el lugar que le corresponde  en mi vida, me devuelve la paz, para no vivir con el cansancio de cada día, de buscar ser mejor, de mantenerme en mi posición para no perder la admiración ni las alabanzas de los que me rodean: de guardar la imagen.

“…se rebajó a si mismo haciéndose obediente  hasta la muerte y muerte en una cruz. Por eso Dios lo engrandeció”.

Lo que me engrandece no son mi éxitos, lo que logre en la vida, porque todo eso es bueno, pero también pasajero, siempre vamos a correr tras algo, es la ley de la vida, pero lo que va a engrandecer mi vida y me va a llevar a ser feliz, es vivir para la salvación de mis hermanos;  como Jesús este fue su motivo, lo que le hacía vivir en humildad, lo que le daba sentido a “rebajarse”,
Hacerse uno de nosotros, obedecer hasta morir, y por eso Dios lo hizo Señor…

Le dio el Nombre que esta sobre todo nombre para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos y toda lengua proclame Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre”  Vivir en fraternidad es vivir para glorificar a Dios Padre .

Qué bonito es también mirar a María en su humildad y en su sencillez, tan grande,  buscando en todo únicamente la mirada del Padre, para hacer lo que le agrada, para amar a sus hijos,  para crear lazos de fraternidad, tan libre, en su pequeñez, en su pobreza, en su sencillez tan maravillosa, cuidada, amada por el Padre que la colmaba, que saciaba su hambre, que la ensalzaba.
Que ella, pues, nos enseñe a vivir unidos a Jesús, a sentir como Jesús, para crear el Reino entre nosotros y  vivir como hermanos hijos de un mismo Padre en Fraternidad.

Dios nos bendiga.

nila

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