Pautas Lunes


La cosecha es grande
Mateo 9, 36-38

La vocación del hombre y de la mujer en la Iglesia y para servicio del mudo es una decisión del Señor tan gratuita como misteriosa, no existe méritos en el elegido, el Señor de cielos y tierra se encarga de elegir aquel que tiene generosa disponibilidad para la tarea que Dios encomienda a todos los hombres.
El Señor designa a quienes quieren participar de su misión como pescadores de hombres, pastores, o en este caso Jesús nos cataloga de obreros para que le ayudemos a revelar su reino, anunciar la buena nueva todos los hombres y a curar a los enfermos, porque siente compasión de gran número de personas que andan como ovejas sin pastor, como tirados por el suelo, por la depresión, el ritmo de vida, angustias, preocupaciones, como la ignorancia de la Palabra de Dios, la gente confía en Jesús porque predica con autoridad no como los maestros de la ley ¿De dónde le viene a Jesús, a fuerza y la autoridad para predicar? De la obediencia a la misión que su Padre le ha confiado: hace y dice lo que el Padre le dice: anunciar y vivir el reino de los cielos aquí y ahora, en el lugar donde estemos.
¿Y cuál es la misión del obrero? Jesús nos invita  a repasar nuestro trato con todas las personas que han pasado por nuestra vida,  y nos quedamos sorprendidos de lo  egoístas que somos. Pero cuando uno pasa a la mirada que Dios tiene sobre nosotros, todo cambia y descubrimos a Jesús la compadeciéndose de la indigencia y el sufrimiento de las personas.
Cuando experimentamos  nuestra pobreza y su misericordia, podemos hacer como Bartimeo, pedirle al Señor que nos haga ver, que nos dé unos ojos nuevos para captar todo el proyecto y el plan que Él tiene para nosotros y escuchar como escuchó el ciego: "Ánimo, levántate que Jesús te está llamando" (Mc 10,49). Y te dice la mies es abundante pero los obreros son pocos.
Esto es el pecado: Dar la espalda a Dios. Es la falta de oración. Esos silencios en los que esquivamos su mirada, su voz, su Palabra, son mortales para nosotros. No hay nada más peligroso para el creyente que dejar de orar, tratando, a solas con Dios, todo lo que Él nos propone: Necesita tus pies de mensajero  y tu boca de profeta...y además un corazón no raquítico y agresivo sino misericordioso e inmensamente grande como el suyo.
Ama a todos los hombres. Deja de vivir para ti. Deja de ser narcisista, inmaduro, inseguro y egoísta. Muchos dependen de ti. Pon en tu mente, corazón y acciones, para que la gente se convierta y viva.
Tu vida no es para acusar, juzgar, condenar, y marginar a los que oficialmente se llaman pecadores. Es para sacarlos del fango en el que están metidos por falta de personas obedientes a su misión.
¡Cuánta influencia tiene tu "sí" o tu "no"! ¡Tú estás bien dormido, mientras que los que están contigo padecen las consecuencias de tu inconsciencia! Tu respuesta a Dios no es indiferente. Muchos dejarán de estar bien, porque tú estás mal. Muchos tendrán que desposeerse de lo que les pertenece, porque tú estás oponiéndote a Dios.
Vamos a pedirla a la Mamá María, Madre de los pueblos, Madre misionera que nos haga ver  las necesidades de nuestros hermanos y que con la Palabra y nuestra vida, le demos vida.

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