Pautas jueves
Jesús ¿quién es mi
prójimo?
Lucas 10,25-29Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?». Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?». Él le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo». «Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida».
Pero
el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta:
«¿Y quién es mi prójimo?».
Un maestro de la ley
era un hombre notable, un perito en la Ley de Moisés. El pasó su vida
estudiando la ley, interpretándola y enseñándola en las sinagogas. Formaba
parte de su principal ocupación el decidir sobre las preguntas que le hicieran
con respecto a la ley. Él puso a Jesús a
"prueba" con su curiosa y aguda mente y buscaba una revelación magistral de la mente
del Maestro. El buscaba no sólo la respuesta a su pregunta, sino en cuanto a
cómo Jesús procesó su conclusión. ¿Cómo pensaba el Maestro? Y le hizo a Jesús esta pregunta:
"¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?" Dame una ley que me
garantice la vida eterna. ¿ Qué haré" puedo yo heredar esta clase de vida?
Yo quiero la vida; dame una vida abundante, vivaz, repleta y dinámica. ¿Qué
haré yo? ¿Qué haré yo para recibir mi lote y compartirlo como herencia de Dios?
¿Qué puedo hacer para obtener yo, la de vida de Dios?
La "vida eterna" es la clase de vida que tiene Dios, y comienza en nosotros, cuando
amamos Jesús no contestó la pregunta a aquel hombre. El permitió que el hombre
contestara su propia pregunta. Jesús preguntó ¿qué es lo que la ley enseña?.
Jesús contestó con otra pregunta: "¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lo
lee usted? ¿Es Usted un experto en la Ley. El maestro de la ley respondió: "Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu
mente; y a tu prójimo como a ti mismo"
Por eso Jesús le dijo, "Bien has respondido; haz esto,
y vivirás"
Sin embargo, solo hay un problema. ¿Lo hace usted? ¿Conoce
usted a alguien que ha amado al Señor nuestro Dios con todo el corazón, con
toda su alma, con toda su fuerza, con toda su mente, y al prójimo como a el
mismo? ¿Lo hace usted todos los días, cada hora de su vida? Es decir si se ama al Señor su Dios con todo el corazón, y con
toda su alma, y con toda su fuerza, y con toda su mente. Usted no sólo debe
amar a su prójimo, sino que lo debe amar como a
usted mismo. ¿Es así como usted le ama?
El amor al prójimo está en relación a ¿cuánto te sientes
amado por Dios? ¿Qué imagen tienes de él? Porque yo cuando oraba este misterio
de que nos habla Jesús y nos dice: Si alguien me ama, guardará mis palabras, y
mi Padre lo amará. Entonces vendremos a él para poner nuestra morada en él. Si
nosotros amamos a Dios haremos las obras que Jesús hace y harán su morada en
nosotros, cuando oré esto y caía en la cuenta que mi prójimo era morada de
Dios, templo del Espíritu Santo, casa de oración como dice la Palabra, yo
comencé por amar a Dios porque se ha abajado a nosotros a hacer su morada en mí
que soy pecador, y eso me hacía entender ¡Qué bueno es Dios! ¡Tanto nos ama que
quiere habitar en cada uno de nosotros! Sentir su presencia, su abrazo, su amor
eterno, con el que me ha amado siempre me hace amar a mis hermanos como él
quisiera que le ame!
Yo sé que no es fácil, por los diferentes caracteres,
maneras de ser, pensar, sentir, pero
amar al prójimo como Dios me ama es amarlo en libertad, sin adueñarme de él, de
su ser, sus pensamientos, sino amándolo desde la mirada de Dios, enseñándole a
ver en el otro a otro Cristo en quien el Padre se complace porque ama de la
manera que ve al Padre amar, enseñándole a orar a vivir en diálogo con su
Papito, con su Abba, con una familiaridad que se le hace fácil amar y amar
hasta la cruz, es decir hasta que me duela, me desacomode, me desinstale de
todos mis prejuicios, esquemas mentales, ese querer tener, ser más que otros para imponerme o controlarlos.Pidamos a María su libertad para amar a todos, llenándolos de todas sus gracias, sin pedir nada a cambio más que el amor a su Hijo.
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