PARA DIOS NADA ES IMPOSIBLE

Recordaba lo que alguna vez me comentó una persona con respecto al ejercicio de amar, ella me señaló que amar no le causaba alegría, no le causaba alegría compartir lo que tenía, por el contrario, le causaba tristeza, pues se quedaba con menos qué disfrutar. Experiencias como está creo nos suele pasar casi a todos. Hace poco por fuerza mayor tuve que ceder algo de dinero para un bien comunitario, y en vez de causarme alegría me dolía porque había predestinado tal dinero para mis gastos cotidianos, me preguntaba y le preguntaba a Dios por qué no disfruto del gesto realizado; por qué me pesa más el haberme quedado con poco para mí. Había escuchado en la comunidad que tu vida es para amar, que amar es propio de la identidad del hombre y el ejercerlo es su máxima realización. Quizá algunos van experimentando esta verdad en su vida, van comprobando tal realización cuando aman, pero, otros no. ¿por qué? Quizá tienes la respuesta. Yo la encontré a la luz de los estatutos VD # 235: “El cambio sustancial en la vida del hombre, de volver a nacer, de morir para resucitar; pasar del egoísmo al amor del odio e individualismo a la comunidad y fraternidad, del yo al Cristo, le resulta imposible al hombre por sí mismo. Sólo Dios, para el que nada es imposible, nos lo enseña y comparte, delicada y pacientemente, por medio de María”. Entendí que uno no disfruta porque aún no ha dado ese paso del egoísmo al amor, del individualismo a la comunidad, en otras palabras que aún uno continua siendo egoísta ( actitud de velar únicamente por el bien propio). Para el egoísta las personas no tienen tanta importancia o valor como su propia vida. Esta actitud es propia en los niños en sus primeros años de edad, niños que aún no han madurado como personas. Gracias a Dios contamos con la Madre, por medio de ella, como bien lo señala los estatutos, podemos dar ese paso del egoísmo a la comunidad. “María, como dice la canción, siempre estás pendiente de nosotros, siempre estás...” María siempre está pendiente de nosotros, vela por nuestra sincera conversión, ella está trabajando en ello sin nosotros notarlo, como aquella vez en las bodas de Caná, el novio no se enteraba lo que la Virgen estaba haciendo por él (ella intercedió para que Jesús transformara el agua en vino a sí el novio tuvo vino para sus invitados). Nos toca a nosotros expresarle nuestro verdadero deseo de convertirnos, de que ablande toda resistencia interior, de abandonarnos en sus manos y por lo mismo nos toca esperar, tener mucha paciencia y confianza.
Quiero resaltar lo que también señala este documento, tal cambio sustancial es imposible para el hombre , que uno mismo no se puede cambiar a sí mismo, por mas propósitos que haga, pero sí es posible para Dios, leía la anunciación del ángel Gabriel a María (Lucas 1,26-38), en este pasaje él le presenta una prueba a la Virgen de que nada es imposible para Dios, le comenta el embarazo de su prima Isabel; ella ya madura en edad ha concebido un hijo, algo que es imposible para los hombres. Muchos de nosotros también estamos maduros en edad, pero quizá aún no emocionalmente o como personas, aún no hemos madurado como Jesús pues aún no amamos hasta el extremo como Él; tal vez tenemos mucho tiempo sin dar ese paso del egoísmo a la fraternidad, quizá hasta hallamos perdido la esperanza de cambiar, recuerdo el comentario que le hizo Nicodemo a Jesús “Cómo uno ya viejo puede volver a nacer de nuevo” (Juan 3,4) quizás nos sintamos pesimista ante nuestra propia vida, pues Jesús nos dice ¡ánimo, yo he vencido al mundo! Él, su amor, puede vencer o conseguir la victoria frente a lo torcido o dureza que hay en nuestro mundo interior. “ porque no hay nada imposible para Dios” ni tú eres un imposible para Él. Y yo lo afirmo con mucha alegría y certeza. Yo pensé que nunca saldría del hoyo del egoísmo, que siempre estaría en medio de la insatisfacción, pues uno no se realiza en el egoísmo, pero el Señor me fue dando de a pocos la luz para salir de aquel estado, no digo que ya lo superé , pero camino con la certeza de que tendré un final feliz.
Tengo tal seguridad porque voy captando el calor de su amor, calor que necesita mi corazón para madurar. Pienso que así como una fruta inmadura, toda incomible por estar dura y desabrida, necesita del calor para madurar, nuestro corazón necesita el calor del amor de Dios para dejar de ser duro y desabrido. Su amor nos hace madurar. Sí aún no hemos dado ese paso del individualismo a Cristo es porque nuestro corazón no está recibiendo el suficiente calor que necesita de su amor. Sí uno no recibe el suficiente amor de Dios, el suficiente amor que lo colme no es porque el Señor se lo niegue, es más seguro que uno está distanciando su corazón de Él.
Cuando el sol está en todo su esplendor puede ayudar a madurar a cualquier fruta, pero si ésta está guardada en la refrigeradora, es imposible que el sol la ayude. Dios está en todo su esplendor sólo hace falta que dejes que Dios te ame, no te alejes de su presencia, de su palabra, no te distancies excusándote de que no tienes tiempo para orar, o para escuchar las pautas o la escuela de la Palabra, de ese modo estás apartando tu corazón del calor de su amor. También sucede que uno puede estar en la capilla intentando escuchar a Dios por medio de su Palabra, pero no recibe tal calor de su amor, ¿por qué sucede esto? Tal vez porque la persona tiene el corazón cerrado para con el Señor, quizá porque está enfadada, resentida, con ÉL. Uno puede externamente pretender escuchar a Dios, pero por dentro sólo tiene murmuraciones negativas hacia Dios, no busca, en lo profundo de su corazón, escucharlo, y mucho menos su amor. Pero quedémonos tranquilos porque la Madre sabe de ello, y está muy pendiente de que nos urge salir de ese estado, y por medio de ella, el Señor nos iluminará dándonos las Palabras adecuadas para salir de ahí. Quedémonos, pues, en el regazo de María, que ella nos conducirá y nos transportará al regazo del Padre, Él tiene el corazón abierto para nosotros, el calor suficiente para que nuestro corazón madure, dale un espacio para que ÉL te lo explique todo, abandónate en sus manos.
JANET.

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