Somos administradores del Amor de Dios

(Mt 5,13-16)

Esta mañana iniciamos la oración reconociendo en nuestra propia vida lo de (2Tim 2,9): La Palabra de Dios no ha estado encadenada en nuestra propia vida, porque es la ENTREGA DE CRISTO. El Señor nos invita a hacer memoria de todas esas experiencias donde Cristo nos ha amado primero, con un amor que es libre porque no ha estado encadenado.


Rememorar es volver a pasar al corazón, es reavivar la Fe, la Esperanza y el Amor en la entrega de Cristo. Mira lo que ha hecho que tu vida sea “SAL Y LUZ DE LAS GENTES” (Mt 5,13-16). “Ustedes son la sal de la tierra”, pero si la sal se desvirtúa ¿Con qué se salará? Lo que hace que nuestra vida sea sal y tenga sabor eres tú Señor, es tu Salvación, tu entrega por nosotros. Y tu entrega no pasa, es y será siempre, porque no puedes desdecirse.


Saborea la entrega de Cristo en tu propia vida, que te de sabor, que te haga sentirte bien en tu propia vida, que te haga ser buen administrador porque te experimentas digno de confianza y un servidor capaz

Dice la Palabra de Dios: «Imagínense a un administrador digno de confianza y capaz. Su señor lo ha puesto al frente de sus sirvientes y es él quien les repartirá a su debido tiempo la ración de trigo.

Afortunado ese servidor si al llegar su señor lo encuentra cumpliendo su deber. (Lc 12,42-43)


Así nos ve Jesús, nos ve con una mirada de posibilidad, creyendo en nosotros y creando en nosotros lo que él cree. Eres administrador digno de confianza. Pregúntale ¿Por qué digno de confianza? ¿Qué ve? ¿Qué hace que seamos dignos de confianza ante él? Porque no podemos permanecer en nuestros desánimos y pesimismos cuando nos ponemos ante su mirada, porque nos sitúan en la verdad de nuestra vida. La entrega de Cristo hace que seamos considerados dignos de confianza, no podemos hacer inútil su gracia, su entrega por nosotros por nuestras experiencias vividas, frustraciones, perplejidades, etc. Que podamos experimentar a la hora de amar.


Dice San Pablo a los Efesios 3,12: acerquémonos a él con plena confianza. Tú eres administrador digno de confianza y capaz. Porque la capacidad viene de Dios, su entrega nos capacita en el día a día a vivir de acuerdo a lo que somos, vivir en un amor en libertad, liberados de las ataduras del pecado que nos esclaviza para no vivir para nosotros mismos, sino para el dio la vida por nosotros. ¿Te crees capaz de ser administrador? ¿Cómo te vez delante de Jesús? ¿Cómo te vez delante de ti? ¿Cómo te ves delante de los demás? Y lo más importante es como te ve Jesús: No solo como administrador, sino “DIGNO DE CONFIANZA Y CAPAZ”, porque su entrega se ha ido amasando en nuestra vida, se ha hecho parte nuestra. Mira tu vida, mira la vida de los demás: llevamos por todas partes las marcas de Cristo. Reconoce sus marcas en tì , terminarás diciendo como Tomás: Señor Mío y Dios mío.


El Señor Lo ha puesto al frente de sus sirvientes: Encuéntrate en el lugar donde Jesùs te ha puesto, este lugar te arranca de donde tu te pones: una infravaloración que no te deja ser libre ni amar en libertad o en una competitividad que màs que servir pierdes tiempo, vida, y te desgasta. Te he puesto al frente de sus sirvientes, eres luz para iluminar, llevas dentro la luz, pero necesitas mirar la luz que hay en ti, y que es màs fuerte que la oscuridad que experimentas, està la luz y transformarà tus oscuridades, ponte al frente de los sirvientes, porte a servir, eres servidor.


Ser por tanto administrador es ser servidor, y el servidor no ha venido a ser servido sino a servir, a administrar el amor experimentado de Cristo. Solo el Amor nos da el gesto y la palabra oportuna, nos dispone para saber dar a su debido tiempo la ración de trigo, convertido en servicio, entrega, donación, confianza, despojo, abajamiento, libertad.

Pidámosle a Marìa la humildad para no hacer inútil la entrega de Cristo en nuestra vida, siendo administradores fieles dignos de confianza y capaces.



Hna. Pattty

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