“LO QUE NI EL OJO VIO NI OIDO OYÒ ES LO QUE DIOS TIENE PREPARADO “

(1 Cor 2,5-10)

Esta semana de adviento se nos invita a estar vigilantes y a la conversión. Es decir a una vigilancia en la fe que nos lleve a la conversión. “Estén vigilantes porque no saben ni el día, ni la hora en que el Hijo del Hombre vendrá…” San Lucas también en su evangelio nos habla de ese “estar vigilantes para que el amo de ustedes cuando venga les encuentre haciendo lo que se debe, les encuentre trabajando, sirviendo”; es decir que nada ni nadie nos distraiga de estar sirviendo a Dios en los demás. Pero solo podemos estar vigilantes si nos dejamos encontrar por el Dios de la Esperanza, si nos damos cuenta que aùn nos queda el Sr. Como lo expresa Benedicto XVI en su encíclica “SALVADOS POR LA ESPERANZA”.

Por tanto, es ir entrando cada vez más en la experiencia de lo que ni el ojo vio, ni oído humano oyó, es lo que Dios tiene preparado para los que él ama. Es la experiencia personal, que no se puede transferir, Dios la tiene reservada para cada uno. Pues, esta es la Esperanza, y a nosotros Dios nos la revela en cada momento o circunstancia de la vida que nos abrimos a ella mediante el Espíritu Santo que escudriña todo, hasta las profundidades de Dios.

Es una conversión no a actos morales que carezcan de fundamento sino una conversión al Dios de la Esperanza que va modelando nuestra vida según su Esperanza reservada. Este es el Adviento de Dios, y nosotros tenemos la posibilidad e acceder a su Adviento y hacerlo nuestro, a quedar compenetrados en su Adviento gracias por el Espíritu Santo. La humilde conversión diaria que el Sr. nos regala es la posibilidad, es el medio y el camino para que entremos en la experiencia vivencial del Adviento de Dios. De esta manera nuestra vida se quedará más anclada en el Dios de la Esperanza, en medio de todo lo que nos pueda ir acechando la fe en él.

No podemos ser ingenuos, nuestra fe se encuentra asechada constantemente por los retos, desafíos, dificultades, etc. Pero nosotros decidimos como vivir ahí: poniendo nuestra confianza en el Sr. o dejándonos arrastrar y hundir por los retos. Sin embargo ahí el Sr. Nos sale al encuentro por medio de su Palabra, cada uno decide como vive lo que vive, pero a nosotros se nos invita a decidir vivir desde la fe que ilumina todo con una nueva luz.

La fe es Alguien, que como dice el Salmo 23: “El Sr. Es mi Pastor, nada me falta, en parado de hierba fresca él me hace reposar, descansar, me conduce junto a aguas tranquilas y repone mis fuerzas. Me guía por la senda del bien….”

“Dichoso el hombre al que tu educas Señor, aquél al que instruyes con tu palabra, y le das reposo en los días adversos, porque el Sr. No abandona a su heredad” (Salmo 94,12 -23).

Abrirnos al Adviento del Sr. es dejarnos educar e instruir por él, y esto es la humilde conversión diaria, para darnos cuenta qué es lo que él está haciendo con nuestras vidas y la vida de los demás.

Por eso, nos invita a entrar en la presencia del Sr. Con una acción de gracias (salmo 959 Tener un corazón agradecido, no por lo que queremos conseguir, sino por ver a Dios actuando en nuestra vida, reconocer la actuación de Dios, en nosotros y en los demàs alimenta nuestra esperanza en el Dios de la Esperanza.

También el salmista nos invita a responder con un si, postrandonos por tierra, es decir, doblegado, sencillo, pobre, humilde, cimentado en su poder, en su grandeza. Esta semana de vigilancia y conversión significa ir respondiendo al Sr. Con un si, una respuesta confianza en él, anclada en él.

Ojalá escuchemos su voz y no endurezcamos nuestro corazón. Ojalá que no seamos prepotentes ni arrogantes sino humildes y doblegados a su voz.

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