Tanto Amó Dios al mundo que nos entregó al Salvador.



Juan 3,16

La salvación es un hecho muy real y concreto que se va dando a cada momento, vivimos en un mundo que nos reta, que nos zarandea, que si nos estamos velando y orando, caemos, y aun así, a pesar de estar, según nosotros, junto al Señor, caemos, y a veces caemos “bien feo”.
Por cualquier contratiempo, si nos coge en un momento de debilidad o vulnerabilidad, o cuando parece que solo faltaba “la gota que rebalse el vaso” estallamos, y todo el bien que queríamos hacer, preparar el camino al Señor, vivir la conversión del Adviento, se nos queda como un ideal muy bonito que quisimos vivir….

Y en esos momentos solo hay algo que nos ayuda a buscar la salvación, es invocar al Señor, como Pedro “Como el viento seguía muy fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó “¡Señor, sálvame!” Al instante Jesús extendió la mano y lo agarró.”

Y Jesús nunca se demora para acudir en nuestra ayuda, AL INSTANTE,  extiende su mano para agarrar la mano del que le invoca cuando se está ahogando…(Mateo 14,30-31).

Jesús ha venido al mundo a salvarnos, solo El tiene poder para hacerlo, no te salva la mucha teoría que puedas tener, las técnicas que te dio el sicólogo, no te salva tu dinero, el Único que te salva de no caer en el pecado, que tu hogar no se destroce, de que no te hundas es Jesús, El es nuestra salvación….y la salvación que  El trae encierra todo lo que uno haya vivido o le toque vivir, vivir.

Nosotros no podemos dudar ni demorar en acudir a Él. Yo lo he experimentado este fin de semana, cuando no podía salir de un estado de tristeza o de depresión muy grande, por motivos muy humanos…el primer año de la partida de mi esposo, y el primer año que paso el aniversario matrimonial sola, y muchas cosas mas que me invadían el alma para entristecerme como estar lejos de mi país, creer que mi familia aquí no entiende lo que siento…en el fondo yo sabía muy bien que el enemigo estaba haciendo su trabajo conmigo, quería hacerme oscuridad de mi casa, quería malograrme el día, robarme la Paz, la armonía,  y que difícil se me hacia salir de ese estado, era una lucha interior tenaz, porque sabía que era lo que tenía que hacer pero no tenía fuerzas para superarlo…en esos momentos de oración muy intensos, le pedía y le repetía con todas mis fuerzas al Señor  ¡Sálvame por favor”, ¡sálvame por tu amor!
Y de qué manera sentí el amor de Dios en mi vida que envió a su Hijo a salvarme, fueron pasando las horas y entre angustias y lágrimas, entre palabras de perdón, Jesús fue rescatándome, fue salvándome para que no me pierda, para volver a ser luz, y sal donde El me había puesto.

Esto es lo que Jesús viene a hacer esta Navidad, aparte de todos las celebraciones tan bonitas, las casas con sus arbolitos tan bellos, los nacimientos cada cual más original y lindo y los regalos, que uno quisiera tener mucho dinero para darle un regalito a todos, en medio de todo eso…lo importante es tomar conciencia que Jesús está viniendo porque el Padre no quiere que nadie se pierda, su voluntad es que todos se salven, (1 Tim 2,4).
Que hayan familias felices, que a nadie le falte alimentos, que nadie se enferme, que todos se cuiden, que vivamos  los valores del Evangelio.

Este es el Plan de Dios que recibamos a Jesús en nuestro corazón, que le creamos, y que vivamos lo que El nos enseñe. Si así lo hacemos estaremos salvados.

Esta Navidad podemos a ayudar a nuestra familia a tomar conciencia de que si Jesús está naciendo es porque el Padre nos ama con tal locura que envía a su Hijo Único para que todo el que crea en El se salve y  tenga la Vida Eterna.

“¡Así amo Dios al mundo! Le dio al Hijo Único, para que quien crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna!, Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él.”

Esta noticia hay que compartirla sobre todo en las personas que piensan que Dios no les perdona  alguna cosa…Dios envió a su hijo a salvar al mundo, no para condenarlo, sino para SALVARLO…a  mí esto siempre que lo oro, que le escucho decírmelo a Jesús me conmueve tanto, me llena de una gran alegría, ¡Tanto amor!, ¡Que tal manera de Amar! Un amor que no se fija en lo que has hecho sino que te busca Para salvarte, se abaja, se hace niño, pobre, humano, frágil, para acercarse a ti, para decirte que te dejes amar…QUE TE DEJES SALVAR.

Solo nos pide dejarnos amar gratuitamente, recibirle. A uno le provoca solo darle gracias y desear  corresponder a tanto amor entregado por el Padre, es desear no separarnos nunca de la Vid, que nos haga darnos cuenta que cuando reaccionamos mal, cuando tenemos las tentaciones, no perdamos la fe, no atacar al otro, sino luchar por permanecer en El Amor, porque son fuerzas espirituales que nos quieren tumbar: O es el enemigo que nos ataca, o son los malos hábitos tan arraigados que tenemos, o la soberbia, o el peor enemigo que tenemos dentro de nosotros que nos quieren hundir.

Ya tenemos un Salvador, y eso es lo que celebramos este 25 de Diciembre. Tanto te ama Dios, que ha enviado a su Hijo a salvarte a ti personalmente.

Celebremos, hagamos fiesta, porque un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado… su Nombre es Príncipe de la Paz, bendito sea nuestro Salvador, a Él la Gloria y Honor, por los siglos de los siglos. Amén.

¡Feliz Navidad queridos hermanos en Cristo!. ¡Gracias Padre por enviarnos a Jesús para darnos a conocer cuánto nos amas!!

Dios los bendiga.

Nila

Comentarios

Entradas populares de este blog

“Un buen soldado de Cristo”

“DIOS ME CUBRE CON SU MANTO”

Jesús, fijando en él su mirada, le amó