“Como te quiero oh Señor, fuerza mía!”

Salmo 18, 1-20 Yo te amo, Señor, mi fuerza, El Señor es mi roca y mi fortaleza; es mi libertador y es mi Dios, es la roca que me da seguridad; es mi escudo y me da la victoria.
Gracias mi Dios, nuestro Dios por ser tan bueno. Leer este Salmo, es hacer una lectura de lo que ha sido mi vida hasta hoy, y repasar todo lo bueno que eres con nosotros, cada detalle de amor que has tenido en cada instante sean estos buenos o malos como dice Habacuc 3,17 Pues aunque no florezca la higuera ni den las viñas uva en adelante; aunque falte el producto del olivo y se niegue la tierra a darnos pan; aunque no tenga ovejas el corral y se queden sin bueyes los establos; yo seguiré alegrándome en Yavé, lleno de gozo en Dios, mi Salvador. Yavé, que es mi Señor, es mi fuerza Él da a mis pies la agilidad de un ciervo y me hace caminar por las alturas.
Dios a través de su Palabra nos quiere llevar al desierto para que allí recordemos su primer Amor, en ese encuentro, en esa convivencia, jornada u oración, en la que Él abrió su corazón para que podamos meter ahí el nuestro y hablarnos de su Amor, de su protección, porque es allí donde conocimos el verdadero y auténtico Amor, que nos hace exclamar ¿Cómo le pagaré al Señor tanto Amor Vida que me ha dado? Haciendo que Él sea el único móvil de mi vida: su amor. Que Él sea el motor impulsor de mi vida y que cada día durante todo el proceso de mi existencia en la tierra vaya siendo una persona, como dice la Palabra, “conforme al corazón de Dios”.
Ese es el secreto de nuestra experiencia de convivencia con Dios: el buscarlo, que me halle fiel a su Palabra, que mi gran pasión sea vivir unida a Él para siempre. Y decirle “¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!”. Porque eres digno de una adoración suave y mimosa, y eres a la vez fuente de mi fortaleza.
Ahí en medio de mis preocupaciones y, en medio las situaciones de maldad que hay en el mundo, en medio de mi turbación, yo sé que aunque en medio de las circunstancias externas que sé que no cambiarán , mi corazón siempre te amará y te alabará porque el mal que hay en nosotros y en el mundo Tú no lo has puesto en nuestro corazón (porque lo hiciste AMOR-VIDA, semejante al tuyo) las circunstancias que hoy vivimos es provocada por la libertad del hombre que decide hacer el mal, para poder ser más, tener más, gozar más atropellando a sus hermanos.
Pero Tú, Dios Bueno, conoces el corazón de los hombres. Delante de tu presencia no hay engaños. Y tendremos que ante Ti, humillarnos y despojarse de toda aspiración de gloria y poder personal y agradecerte porque nos regalaste tu Palabra en Jesús, que vivo no a juzgarnos sino a salvarnos.
Y este salmo debe ser ese acto de agradecimiento y expresión de nuestro más sincero amor, gratitud y lealtad al Dios que ha hecho tanto por mí y cada uno de nosotros, el fruto de esta oración sería: lo que Dios es para mí y cada uno escribir otro salmo 18 ¿qué sería lo que escribiera yo? ¿Qué pondría en esos tres primeros versículos? ¿Cómo visualizo y experimento al Señor en estos momentos, en esta etapa de mi vida?. ¿Qué significa Él para mí personalmente y en mi vida de Comunidad?
Señor, tu eres todo para mí. Eres el sentido de mi vida, mi compañía en la soledad, mi fortaleza en las dificultades, mi refugio en las noches de insomnio, mi verdadero y más grande amor. No te olvides Señor de mí, que nada seria sin ti. Perdona mis debilidades y hazme un corazón fuerte para servirte eternamente
Enséñame a amarte por encima de toda preocupación, aflicción, violencia, vergüenza o agravio. Trae a mi memoria tus poderosos hechos a favor mío, y que esto me inspire una nueva confianza para enfrentar las circunstancias adversas que tenga que pasar.
Me sacó a un espacio abierto, me salvó porque me amaba.

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