“La oración y misión de Jesús”

Marcos 1, 35-39
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario. Allí se puso a orar.
A mí me asombra Jesús tu pasión, tu fervor por hablar con el Padre por dialogar con Él, no te importa la hora, ni el lugar, ni las cosas que tienes que hacer, más bien haces un alto en tu apostolado para preguntarle al Padre: Padre ¿Y de aquí qué sigue? Un hermoso ejemplo para nosotros de preguntar cada vez que vas a tomar una decisión, son delicadezas de AMOR-VIDA, que hay en tu corazón, porque lo amas tanto, sólo un Amor grande es capaz de buscar el diálogo en cada situación, o realidad que se te presenta con el Ser Amado, encontré el Amor de mi alma y no lo dejará jamás.
Y buscas el silencio, la soledad para que esos momentos sean íntimos, sosegados, largos que con calma se pueda llevar la oración hasta el final.
Gracias Jesús, por ser mi modelo, cada vez que te veo, que te vas a orar lo único que me queda es decirte ¡Quiero ser como tú! Delicado, amoroso con un Padre tan bueno.
Simón y sus compañeros fueron a buscarlo, y cuando lo encontraron le dijeron: «Todos te están buscando.»
Por eso los discípulos se contagian de tus ganas de orar y te siguen por que aprenden de ti, ellos te ven, te escuchan y te siguen, imitando todo lo que haces, sin embargo en la Palabra dice en Lucas 9, 9 que Herodes se decía: ¿Quién es, entonces éste, del cual me cuentan cosas tan raras?» Y tenía ganas de verlo. Herodes te ha visto, te ha escuchado, ¿Y qué efecto surge en su corazón, tu vida y tu palabra? Y se preguntaba"¿Quién será, éste, de quien oigo semejantes cosas?". Es una pregunta grande, porque abre las más grandes opciones y fortalezas para el ser humano. Es una pregunta hermosa, porque hace nacer el horizonte de la esperanza. Es una pregunta sabia, porque nos hace próximos a la fuente misma de la verdad y la sapiencia, que es Jesucristo.
Pero fue una pregunta estéril, por lo menos hasta donde llegamos a ver. No le sirvió a Herodes. Esto nos enseña algo: no basta con querer acercarse al Señor si lo único que nos mueve es la curiosidad. La Biblia dice que Herodes "tenía curiosidad de ver a Jesús"; no es suficiente. El curioso un día sacia su curiosidad, como de hecho hizo el mismo Herodes, según narra el mismo Lucas, pero eso no lleva al cambio de vida como los apóstoles.
Él les contestó: «Vámonos a los pueblecitos vecinos, para predicar también allí, pues para esto he salido.» Y Jesús empezó a visitar las sinagogas de aquella gente, recorriendo toda Galilea. Predicaba y expulsaba a los demonios
Para seguir a Jesús necesitamos más que curiosidad, necesitamos fe viva, humildad genuina, amor entrañable y sobre todo como dice Benedicto XVI, la misión es la única manera de sanar y dar esperanzas. O sea la Palabra de Jesús orada, vivida y predicada es un acto de misericordia, es saber llegar al corazón del otro sanar sus heridas, expulsar sus temores, traumas, ¿Qué heridas, traumas, tendría Herodes, que no supo acoger con generosidad la Palabra y la Vida de Jesús? La ambición, el poder y querer más que Dios.
Partiendo de tu entrega generosa, Jesús, aprendemos a abandonarnos en Ti, buscando hacer la voluntad, del Padre, para que nuestro SI a sus proyectos, se convierta en la esperanza que muchos de nuestros hermanos buscan y necesitan conocer: “En el pondrán las naciones su esperanza…”(Mt 12,21).
Mamita Querida, Madre llena de misericordia, enséñanos a tener la misma misericordia con que la Trinidad acoge nuestra Vida.

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