Pautas lunes

"Jesús Eucaristía, fuente de amor fraterno"

Al empezar a orar y ponerme en Presencia del Señor le decía: Gracias Jesús porque te comprometes con nuestro crecimiento en la fe, día a día nos das tu palabra hecha vida. Y me daba la certeza de que realmente cada uno de nosotros estamos creciendo en la fe. Nuestra vida, lo único que necesita para crecer y dar frutos es beber del manantial de su Amor Eucarístico, esa fuente de la que mana la vida para nosotros y para toda persona que se acerca a él con un corazón sediento.

la palabra de Dios nos habla con imágenes, cosas de la vida cotidiana para hacernos comprender el mensaje que nos quiere transmitir, es así que en muchos pasajes nos habla de este elemento esencial para la vida de todo ser vivo que es el "agua", y en esta semana podía ver lo vital que es el agua en el crecimiento de una planta por ejemplo. En nuestra casa tenemos muchas plantas, varias de ellas tenían sus hojas medio amarillentas, le echábamos agua dos veces por semana y nada, pero como llegó el verano decidimos echarles más agua, y aún así no se ponían verdes y bonitas, entonces dijimos: vamos a echarles dos veces al día agua, y que sorprendente ha sido ver cómo se han puesto de vivas, verdes, frondosas, sus hojas están brillantes. Esto me ha hecho ver que en nuestra vida pasa igual, si más o menos bebemos de esta AGUA VIVA del amor de Dios tenemos pocas fuerzas, pocas ganas, poco sentido, la vida se nos convierte en peso, etc, etc.

Sin embargo cuando bebemos abundantemente notamos la diferencia tan grande, no solo tenemos para saciar nuestra sed, sino para dar frutos, como le dice Jesús a la samaritana: "El agua que yo te daré se convertirá en manantial que brota para la vida eterna" (Juan 4,14)
Por eso una vez el Señor nos recuerda de la importancia de permanecer conectados a la fuente que es él (Juan 15,16). Donde Jesús pone el acento es en esa permanencia en el trato, en la amistad con él, en esa relación afectiva que es la que nos alimenta, nos nutre y nos fortalece. El nos insiste en que cuidemos este vínculo con él, porque de ahí nacen todos los demás vínculos con los demás, desde ahí brota el amor fraterno. No es desde fuera que se vive el amor fraterno con gestos y actos externos, sino desde dentro. De esa relación con Jesús Eucaristía brota un amor nuevo.

Y me llamaba la atención justamente esta clave que Jesús nos propone para vivir la relación fraterna, que es el ejemplo de los niños: "Algunas personas le presentaban los niños para que los tocara, pero los discípulos les reprendían.
Jesús tomaba a los niños en brazos e, imponiéndoles las manos, los bendecía.
Jesús, al ver esto, se indignó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. 15 En verdad les digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.» (Marcos 13,13-16). Como diciéndonos que tenemos tanto que aprender de los niños para vivir la relación fraterna, porque los niños, son transparentes, tienen un corazón libre de intenciones torcidas, no tienen nada que esconder. Nos dice Jesús que los que son como ellos acogerán, recibirán el Reino.

El Señor nos habla de ser como niños en nuestras intenciones y actitudes interiores, en aquello que no se ve, porque cuando hay esa inocencia de corazón las relaciones fraternas que surgen son diferentes a las que estamos acostumbrados o que se nos ofrecen.

Primero nos invita a recibir la semilla del Reino, acogerla en nuestra vida como esa semilla de mostaza que es la más pequeña de todas:
«Aquí tienen una figura del Reino de los Cielos: el grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo. Es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece, se hace más grande que las plantas de huerto. Es como un árbol, de modo que las aves vienen a posarse en sus ramas.» (Mateo13, 31-32). Las imágenes que nos presenta son las de un niño, una semilla pequeña: frágiles, pequeños, expuestos, pero, cómo puede esta semilla legar a ser un árbol tan fecundo?. El encuentro con Jesús Eucaristía, con la Palabra, va provocando en nosotros transformaciones que no son rápidas o milagrosas, sino transformaciones que son fruto de la fuerza que surge de la Presencia viva de nuestro Dios.

Esto confirma en nosotros como alguien decía-certezas fundamentales- como la causa del reino, el creer en el poder del amor, la necesidad del anuncio, la obediencia a la Voluntad del Padre. En una vida tocada por esta presencia viva de Dios todo predica, va siempre adelante.

Pidámosle a nuestro Dios aprender de estos caminos y que él vaya transformando nuestro amor para que nuestra vida en lo cotidiano sea dar lo que recibimos con generosidad y que los vínculos que creamos con los demás sean fruto del vínculo y unión con Jesús.

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