“¿A dónde puedo ir lejos de ti?”
(Sal 39)
Señor, tú me examinas y conoces, qué bueno Señor que tú me conozcas, pues sabes bien quién soy y por eso me amas porque me conoces y conoces mi corazón humano y frágil, por lo tanto tu misericordia será grande para conmigo, me conoces hasta el último de mis gestos por muy escondidos que estén, ante Ti, no hay en mí, ni el qué dirán, ni mis caretas con las que suelo cubrirme para aparentar lo que no soy.
En la intimidad contigo soy tal cual soy sin mentiras tal como me gustaría que me vean los demás, lo malo que cuando los demás me ven se desaniman de mí y me califican, me juzgan, me condenan o me premian si actúo según sus intereses; pero contigo sé que tu gracia y tu perdón es el que me acompaña.
Por eso siento tu presencia como dice el cantar 8,3 Su izquierda se desliza bajo mi cabeza y su derecha me abraza, siento que Él me aprieta por detrás y por delante y colocas tu mano sobre mí, de pura gracia me llena de su luz y me hace instrumento de su amor, porque yo estoy tan lejos de Él, de su perfección, y por eso quiero permanecer con Él para poder alcanzar a ser, su imagen como me soñó, hijo de Dios y cumplir su Palabra para que ellos moren en mí.
Porque me supera ese prodigio de saber, son alturas que no puedo alcanzar pero el estar cerca como sarmiento a la rama hace que nosotros también lo conozcamos y nos seduzca, Él quiere que nos dejemos llevar por su mano buena, para llenarnos de su Amor que es el mayor conocimiento.
Y para ello hay que realmente sentirnos necesitados de Él, en la oración, para que Jesús no pase de largo o decir que le hemos escuchado, la oración es experimentar su Amor que nos da Vida y nos hacemos uno con Él.
Es el mayor don y gracia que recibimos vivir unidos eternamente a Él, que su presencia dé sentido a nuestra vida, necesitamos experimentar su amor, y que todo un Dios quiere hacer su morada en nosotros.
En este sentido, el Santo Padre recordó una carta escrita a Juan el Profeta, quien vivió en el desierto de Gaza durante el siglo V. "Un fiel le planteó la pregunta: ‘¿Cómo es posible mantener unidas la libertad del hombre y el no poder hacer nada sin Dios?’, a lo que el monje respondió: ‘Si el hombre inclina su corazón hacia el bien y pide a Dios la ayuda, recibe la fuerza necesaria para cumplir la propia obra. Por eso la libertad del hombre y la potencia de Dios emanan unidas”.
Es muy importante descubrir que Dios quiere vivir en nosotros para saberse amado en todas las circunstancias de nuestra vida y experimentar que no podemos vivir lejos de él, aún cuando no le creamos, porque Él no necesita de nuestra fe para amar, nos ama porque somos sus hijos y punto, Él sólo quiere que le escuchemos y nos dejemos conducir por Él porque nos conoce Él modeló nuestro corazón y nos comprende y nos da su gracia y su perdón.

María ¡Qué importante es tu mirada, tu compañía! Porque eres tú la madre la que nos va enseñar a dejarnos conducir por la Palabra de tu Hijo, enséñanos a decir que ¡SI! A todo lo que nos va diciendo, para vivir siempre en esa presencia amorosa de la Trinidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“DIOS ME CUBRE CON SU MANTO”

“Un buen soldado de Cristo”

Jesús, fijando en él su mirada, le amó