“Nos reviste con un traje de fiesta”
(Is 61,10)
Salto de alegría delante de Yavé, y mi alma se alegra en mi Dios, pues él me puso ropas de salvación y me abrigó con el chal de la justicia, como el novio se coloca su corona, o como la esposa se arregla con sus joyas. (Is 61, 10)
Que el Señor de la esperanza nos de ese espíritu de los israelitas, cuando cantan este canto de alegría, gozo y agradecimiento porque él nos ha llevado de la mano durante cincuenta años en que el Espíritu Santo ha ido gestando el Verbum Dei con la fuerza de la Palabra de Dios.
El Padre lleno de amor, de misericordia y compasión para con sus hijos, nos regaló el carisma Verbum Dei que es la Palabra de Dios iluminando nuestra identidad, nuestro deseo de consagración a Dios desde la propia vocación, y nos convoca en una misma familia misionera. En su Palabra queremos cimentar nuestra vida, pues en ella nuestra existencia encuentra la vida y amor de Dios. En ella y por ella, nuestra vida se hace plena y feliz, en una plenitud que se alcanza solamente peregrinando en la Palabra.
Por la gracia de la Palabra nuestra vida se hace fecunda más allá de las evidencias negativas o limitaciones. Solo en ella, nuestra vida puede ser fiel de forma gozosa con una fidelidad que no es estática sino que crece de fe en fe, a fuerza de esperanza, a impulso de una caridad siempre nueva que va más allá de toda muerte. (Carta Año jubilar Verbum Dei).
A este tiempo de gracia y de celebración estamos llamados a participar todos aquellos, con los que compartimos nuestro carisma. También nuestras familias y otras personas que conocen el Verbum Dei, en la Iglesia o fuera de ella podrán alegrarse con nosotros, pues El Señor ha hecho grandes obras en nuestra vida (cf. Lc 1, 48-50). es. Es una vida nueva en el Espíritu, y eso implica relación con el que nos da su Espíritu.
La ¡GRAN ALEGRÍA! Es que para vivir esa vida nueva, sobrenatural Dios nos equipa bien, el Espíritu que resucitó a Jesús es el que habita en nosotros, ¿te imaginas? Ese Espíritu tiene capacidad de resurrección en tu vida, ese Espíritu es el que nos da cada día la vida a nuestros cuerpos mortales, nos da su Aliento de vida, que vivifica, que da la vida, el sentido para vivir, el impulso para ir más allá, el Espíritu que llevó a Jesús a ir más allá de la muerte, ese es el Espíritu que hemos recibido. Un espíritu de vida.
Por eso San Pablo nos insta a vivir la vida en el Espíritu, no según la carne, pues si con Cristo hemos resucitado, nuestra vida ya no es según la carne. No eres deudor de la carne para seguir viviendo según la carne, no le debes nada a tu pecado, a tu ego, a vivir en la bajeza, en el miedo, en el temor porque eso ha sido vencido.
El Espíritu hace morir las obras del cuerpo entonces viviremos y viviremos una vida que nos convierte en manantial de vida para muchos, vivir según el espíritu es invertir en la Vida Eterna, la vida que nunca se acaba, la que nada ni nadie nos podrá quitar.
Revistámonos pues con el vestido de la gracia, de justicia, de amor de nuestro Señor Jesucristo, para que con Él podamos vivir eternamente. Amén.
(Is 61,10)
Salto de alegría delante de Yavé, y mi alma se alegra en mi Dios, pues él me puso ropas de salvación y me abrigó con el chal de la justicia, como el novio se coloca su corona, o como la esposa se arregla con sus joyas. (Is 61, 10)
Que el Señor de la esperanza nos de ese espíritu de los israelitas, cuando cantan este canto de alegría, gozo y agradecimiento porque él nos ha llevado de la mano durante cincuenta años en que el Espíritu Santo ha ido gestando el Verbum Dei con la fuerza de la Palabra de Dios.
El Padre lleno de amor, de misericordia y compasión para con sus hijos, nos regaló el carisma Verbum Dei que es la Palabra de Dios iluminando nuestra identidad, nuestro deseo de consagración a Dios desde la propia vocación, y nos convoca en una misma familia misionera. En su Palabra queremos cimentar nuestra vida, pues en ella nuestra existencia encuentra la vida y amor de Dios. En ella y por ella, nuestra vida se hace plena y feliz, en una plenitud que se alcanza solamente peregrinando en la Palabra.
Por la gracia de la Palabra nuestra vida se hace fecunda más allá de las evidencias negativas o limitaciones. Solo en ella, nuestra vida puede ser fiel de forma gozosa con una fidelidad que no es estática sino que crece de fe en fe, a fuerza de esperanza, a impulso de una caridad siempre nueva que va más allá de toda muerte. (Carta Año jubilar Verbum Dei).
A este tiempo de gracia y de celebración estamos llamados a participar todos aquellos, con los que compartimos nuestro carisma. También nuestras familias y otras personas que conocen el Verbum Dei, en la Iglesia o fuera de ella podrán alegrarse con nosotros, pues El Señor ha hecho grandes obras en nuestra vida (cf. Lc 1, 48-50). es. Es una vida nueva en el Espíritu, y eso implica relación con el que nos da su Espíritu.
La ¡GRAN ALEGRÍA! Es que para vivir esa vida nueva, sobrenatural Dios nos equipa bien, el Espíritu que resucitó a Jesús es el que habita en nosotros, ¿te imaginas? Ese Espíritu tiene capacidad de resurrección en tu vida, ese Espíritu es el que nos da cada día la vida a nuestros cuerpos mortales, nos da su Aliento de vida, que vivifica, que da la vida, el sentido para vivir, el impulso para ir más allá, el Espíritu que llevó a Jesús a ir más allá de la muerte, ese es el Espíritu que hemos recibido. Un espíritu de vida.
Por eso San Pablo nos insta a vivir la vida en el Espíritu, no según la carne, pues si con Cristo hemos resucitado, nuestra vida ya no es según la carne. No eres deudor de la carne para seguir viviendo según la carne, no le debes nada a tu pecado, a tu ego, a vivir en la bajeza, en el miedo, en el temor porque eso ha sido vencido.
El Espíritu hace morir las obras del cuerpo entonces viviremos y viviremos una vida que nos convierte en manantial de vida para muchos, vivir según el espíritu es invertir en la Vida Eterna, la vida que nunca se acaba, la que nada ni nadie nos podrá quitar.
Revistámonos pues con el vestido de la gracia, de justicia, de amor de nuestro Señor Jesucristo, para que con Él podamos vivir eternamente. Amén.
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