“Mira que estoy a la puerta y llamo”
(Apc 3,20)
Un hombre había pintado un lindo cuadro. Era una impresionante figura de Jesús tocando suavemente la puerta de una casa. Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta, parecía querer oír si adentro de la casa alguien le respondía.
Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Un observador muy curioso, encontró una falla en el cuadro. La puerta no tenía cerradura.
Y fue a preguntar al artista:
_“¡Su puerta no tiene cerradura! ¿Cómo se hace para abrirla?“.
El pintor tomó su Biblia, buscó un versículo y le pidió al observador que lo leyera:
Apocalipsis 3, 20:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.”
_”Así es”, respondió el pintor. “Ésta es la puerta del corazón del hombre. Solo se abre por dentro.”

El corazón se abre a quien quiere abrirle y Dios que aprecia la libertad del hombre como lo más sublime, la respeta y todo un Dios que ha creado cielos y tierra, cuyo poder es grande se inclina ante tu voluntad y te dice ¡Si tú quieres! ¿Hoy no? ¡Te esperaré!
La amistad que Dios quiere tener con nosotros es sólo por Amor y un Amor que dé Vida, Él sabe conquistar el corazón del hombre, porque sabe que el ser humano anda metido en tantas cosas que no le da el tiempo para dialogar con Él y sólo sabe esperar aún en medio de las circunstancias en que te encuentres.
Me contaba una señora, que su hija es muy rencorosa y por un incidente entre ellas, la chica no le habla y se porta mal y yo le pregunté ¿Ud. No le dice nada? Y ella me contestó ¡Sólo espero que se dé cuenta de su error! Yo espero con paciencia porque es mi hija y sabe que mi corazón la ama.
Eso a mi causó mucha admiración, porque yo pienso si es una mujer que quiere hacer las cosas como le da la gana que se vaya de la casa y que la deje en paz a la señora. Pero su amor misericordioso sólo sabe esperar.
Y Dios que está lleno de Amor y misericordia ¿Qué no soporta con cada uno? Y sin embargo sigue creyendo en nosotros y nos dice date cuenta de tu situación y vuelve a mí.
Él ha elegido a vivir con nosotros, está en nosotros elegirlo a Él como nuestra morada y la gracia de permanecer en Él, Él la da, porque él es fiel.
El estar en la puerta es dar continuamente la oportunidad de volvernos a Dios, buscando el diálogo,
Es Jesús quien dice: “Si alguno… abre… entraré a él”. No fuerza la puerta, sino que espera la respuesta. Abrir la puerta a Jesús es lo contrario de encerrarme en si í mismo, de querer resolver uno mismo sus problemas.
Al abrir y pedir a Jesús que entre en mi vida, recibo la luz de Dios. Es, pues, un impulso de vida, de confianza en Dios.
¿Cómo podemos abrir la puerta de nuestra vida a Jesús?
Cada día buscando en su Palabra la respuesta que nuestra vida necesita, tomar conciencia de que estamos separados de Dios, y alejados de él a causa de nuestras malas acciones, intenciones y aun malos pensamientos.
¿Ya confesamos a Dios todas esas cosas que Le ofenden y quizá pesan sobre nuestra conciencia?
¿Creemos que Jesucristo murió por nuestros pecados y que resucitó? Si es así ya le abrimos la puerta a Dios.
Le abrimos la puerta diariamente a Jesús, cuando en oración dialogamos con Él y le amamos sobre todas las cosas y le invitamos hacer el centro de nuestra vida.
Con Jesús podemos pasar con paz nuestras dificultades, superar nuestras dudas y ser liberados de nosotros mismos.
¡Gracias, Jesús, por tenerme tanta paciencia, que a veces no te abrimos la puerta que más que un acto de orgullo, es más por ignorancia porque no sé, no valoro lo que pierdo. Por eso te pido que me des la luz para que ilumines mis decisiones y que mi corazón esté abierto siempre para ti y mis hermanos.. Amén.





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