“María nos enseña a introducirnos en el Reino de Dios desde la oración”



(Mt 13,31-33)

“El grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo. Es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece, se hace más grande que las plantas de huerto. Es como un árbol, de modo que las aves vienen a posarse en sus ramas”.  (Mt 13,31-33)


El mismo proceso del grano de mostaza quiere el Señor hacer en  nosotros, venir a morar  en nuestra vida por su Palabra…así,  como ese grano pequeño, sencillo, tan humilde que pide permiso para entrar.

“Mira que estoy a la puerta y llamo…si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y el conmigo” Ap 3,20.

Lo que a nosotros nos toca hacer es muy poco, no es nada, demasiado poco en comparación con la riqueza que el Padre nos viene a dar, solo abrirnos como María con sencillez, con fe, con humildad, con amor, con esperanza. María creyó cuando el ángel le dijo que recibiría al Rey, el Reino de Dios en su vientre, le habló de un reinado que nunca tendría fin…y María se abrió a esta Gracia. Por eso ella se hace nuestra Maestra, porque conoce como empezó esta Historia maravillosa de la salvación nos enseña cómo empezar también a introducirnos en el reino de Dios:

Empezó desde la oración, desde el diálogo que tuvo con la Palabra de Dios que se le anunciaba y poco fue creciendo en su vientre, ¡qué maravilla! “Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros” Jn 1,14, Así llego el reino de Dios al mundo, casi desapercibido o desapercibido para el mundo. 

María que quiere que en nosotros su Hijo siga reinando, nos busca, nos llama, nos lleva a acoger este granito de Mostaza, de la Palabra de Dios en la oración, nos anima a abrirnos a acogerla para que Jesús siga reinando, ella con su paciencia y cuidado maternal se encarga de nosotros, de velar por nuestra perseverancia, por nuestra paciencia para vivir el proceso. A través de  María el Señor quiere hacer en nosotros cosas grandes.

Muchos ya hemos experimentado como la Palabra ha ido creciendo en nuestra vida, como nos ha ido transformando en un árbol frondoso donde los demás vienen a posarse como aves que buscan el Reino de Dios ya sea buscando  un consejo, para enseñarles como orar, a desahogarse, vienen a nuestra  vida a buscar el amor de Dios…

Dios puede hacer surgir en  nosotros muchas maravillas, muchas más y proclamar nuestro Magníficat como nuestra Madre, una joven sencilla de Nazaret, a Quien Dios la hizo el árbol frondoso donde nosotros vamos a reposar, donde nuestra alma encuentra descanso, consuelo, consejo, paz, María nos acoge nos deja posarnos en sus ramas y nos enseña cómo hacernos pequeños, sencillos, para que el Reino de Dios habite en nosotros y nos haga crecer y ser también esos árboles que dan sombra que dan frescura en tiempos de calor.

Que riqueza s tan grandes nos va regalando el Señor,  por la Palabra va estableciendo  en nosotros su Reino. Siendo tan grande depende de nosotros el  abrirnos, el permanecer en El, el darlo a conocer, dejarnos hacer más grandes que las plantas del huerto hasta llegar a ser como un árbol frondoso donde las aves vengan a posarse en nuestra ramas, o quedarnos como una planta mas del huerto, hacer como Jesús, de la predicación del Reino el sentido de toda nuestra vida.  

Señor a mi me ilusiona mucho ser esa planta grande, ser como un árbol donde vengan las aves a posarse en sus ramas. Poder ser reflejo de tu amor, ofrecerles mi  vida, darles la Palabra que les lleve al descanso que les anime cuando estén tristes, que les de fuerzas cuando estén cansados, quiero ser ese campo de buena tierra que acoja tu Palabra.
Nuestra vida aparece tan limitada tan pobre a veces incapaz de dar ni siquiera una rama, pero María nos invita a levantar la Mirada hacia El que siembra y hace crecer la planta, nos introduce en la  Gracia de Dios, y entonces al mirarla a Ella podemos creer, al ver a María el árbol frondoso que Dios ha puesto para manifestar el Reino de Dios, de su amado Hijo.

Pidamos a María nuestra Madre que nos ayude a abrirnos al Reino de Dios, ser dóciles perseverantes,  tener fe y paciencia en nuestro proceso. Para Dios no hay nada imposible, la alegría del señor es hacernos crecer y dar frutos, hagamos también nosotros del anuncio del Reino nuestra alegría y el sentido de nuestra vida, para introducir a muchos también  en el Reino del Padre.

Dios nos bendiga.
nila





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