Pautas Jueves


“María nos enseña a guardar todos los acontecimientos en el corazón, ahí donde la voz del Señor es potente”
Lc 2,19; Salmo 29,3-11)

Esta semana Dios nos quiere enseñar a orar, poniéndonos a María como modelo, ¿cómo no va a ser modelo, si  como madre,  ella le enseñó a su hijo sus primeras oraciones, la presencia del Hijo que había sacudido sus entrañas, había removido todos sus esquemas?
Sólo una mujer como María, pudo dejar remover todo su ser, en la oración, ahí en ese rinconcito del corazón donde sólo la voz de Dios se escucha, en las almas que permanecen en oración, guardando las Palabras de Dios, como dice el salmo:  Voz del Señor sobre las aguas!   Retumba el trueno del Dios de majestad: es el Señor, por encima del diluvio. María por encima de todo el diluvio primero de sus esquemas mentales: estoy comprometida, no conozco varón, la ley me manda a ser fiel a José, qué dirán la gente, pero  la  Voz del Señor, llena de fuerza,  a su corazón, porque  no era la primera vez, que María escucharía la voz del Señor, judía, conocía los ritos, iba al templo, sabía gozar de la presencia de Dios y se dejaba estremecer por sus palabras, porque era humilde y se sobrecogía ante la  voz del Señor, voz esplendorosa,  que  ¡ha partido los cedros! Y su alma delicada y dedicada a Dios ¿no le iba permitir a su Dios,  partir su corazón, sacando de ella, su fe, el creer, esperar y amar a su Dios, que había manifestado su amor a través de hechos maravillosos, portentosos para liberar a su pueblo de la esclavitud?
Cuando se ora y se permanece en diálogo con el Señor, a quien amamos sobre todas las cosas, le dejamos que  derribe nuestros  cedros, y nos haga saltar como un novillo, como búfalo joven, para cambiar nuestra manera de ser, de pensar sentir y hacer las cosas tan humanas, tan buenas a veces, pero no concuerdan con lo que Dios quiere, ni colaboran con su plan de salvación, como hemos visto en María, estoy comprometida, no conozco varón, la ley me manda a ser fiel a José, qué dirán la gente, y en nosotros, son buenos pero aun así  ¡Cuánto tiene que derribar Dios en mí! hay tanto de ley,  si no cumple, si no ora, si no responde, si es bonita o fea, gorda o flaca, pobre o rica, el qué dirán,  el que si se acomoda a mi manera de ser, si cumple mis órdenes, ¡Cuánto tiene que el Señor cortar! como dice el Salmo, sacar de raíces todos mis pensamientos, esquemas, con que juzgo, mis valores con los que me mido con los otros.
Pero si me encuentro como María, en esa actitud de escucha a la Voz del Señor dejaré que sacuda mi  desierto; y  dejarme estremecer por sus palabras,  y me hará doblegar  y lo dejaré que  arranque de mi todo aquello que no sea de Él,  y que quede lo poco o mucho de fe, confianza y amor hacia Él para guardar como María sus Palabras en mi corazón y ahí rumiarlas, triturarles, hasta que las Palabras del Señor se hagan carne de mi carne y sangre de mi sangre, y viva la Palabra como María y que el fruto sea vivir la Vida de Jesús, ese es el fruto de guardar las Palabras de Dios en el corazón, ser otro Cristo que me salva y trae la salvación para muchos.
Y entonces resonará en nuestro corazón como en María la Gloria de Dios que domina nuestros impulsos, nuestros caracteres, odios, manera de ser, pensar porque el Señor se ha sentado como rey y por siempre y es nuestra  fuerza y  dará a nuestro pueblo bendiciones de paz, porque tener la presencia de Dios y su Palabra en nuestro corazón no es sólo el bien para nosotros sino para todo un pueblo. Ahora entra en tu corazón y ve ¿Qué tiene Dios que remover y sacar de raíz? ¡Qué tiene que sacudir? ¿Doblegar? ¿Sacar de raíz, para que Él sea el Dios y Señor, soberano en tu corazón? Ojalá escuchemos hoy su voz y  guardemos su Palabra en nuestro corazón

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