Pautas domingp

Los últimos serán los primeros
Isaías 55, 6-9 ; Mato 20, 1-16

Hoy Dios quiere darnos gracia sin condición alguna, de acuerdo a su inmenso amor y misericordia. Y nos habla de la gran recompensa que nos dará si nos hacemos  humildes de corazón, y nos  comprometemos con alma, vida y fuerzas con el reino de Dios y su justicia.
Esto quiere decir que “para Dios, la antigüedad, la nobleza de nacimiento, la raza, la posición social o económica, etc., no cuentan en cuanto a la respuesta que demos a su llamado a trabajar en su viña.
“Dios es bondadoso y nos recompensará grandemente si le servimos de todo corazón en el momento de la vida en que él nos llame y en el estado que sea”. Ya sea como religiosos, laicos, casados  solteros etc.
El evangelio nos presenta a un Dios que es Padre, no es un desconocido sino alguien que se ha acercado a nosotros como lo hace un padre a sus hijos, y que es oportuno: “Y saliendo cerca de…”  es decir  el Señor  llega  a tiempo,  a nuestras necesidades y anhelos y le da sentido a nuestra vida. quizás en una situación desesperada, cuando sabía que un poco más tarde, acaso media hora después  nos hubiéramos “reventado”.
Es un Dios que cumple lo que nos promete Él es dueño del tiempo del día, tarde, noche, Él inicia nuestra fe y la lleva hasta el final, Él Señor ha puesto a girar la rueda de la Creación, también Él la detendrá.
Y no sólo a nosotros los que creemos, porque Jesús bien lo dice he venido también a traer el reino a otros pueblos,  vio a otros que estaban en la plaza desocupados…” Al otro también lo ve Dios, y también va y lo busca. Quizás para algunas personas nosotros no seamos merecedores de la bondad de Dios, pero también para nosotros son las bendiciones del reino. Quizás para nosotros, algunas personas no merezcan la bondad de Dios, pero también para ellas son las bendiciones del reino. Porque su reino es reino de misericordia para con todos.
Y nos ofrece trabajar en su viña ya sea que pensemos que somos los privilegiados o seamos los otros “los ociosos” y nos ofrece su viña que es su iglesia,  que la conforma cada uno de nosotros, y nos ha llamado para que trabajemos  en ella. Nos ha traído para que seamos arte y parte en ella.
 La ganancia en el reino de los cielos no la acapara un terrateniente que explota a sus obreros. En la viña del Señor ganamos todos,  porque la ganancia en el reino de los cielos es dar más de lo que recibir. El rendimiento no se basa en mayor explotación de la mano de obra sino en mejor salario a sus obreros. Lo justo para Dios es mucho más de lo que merecemos.
Con esta mentalidad ¿Qué tipo de frutos se siembran en esta viña?
De comunión: “id también vosotros a mi viña”; de justicia: “os daré lo que sea justo”; de bondad: “quiero dar a este lo mismo que a ti”; de generosidad: “Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario”.
 Desde la mirada de Dios el amor  estará definido por el fruto que nutre nuestro corazón. ¿Hay frutos buenos,  o frutos que amargan al corazón y engendran la muerte?
Pero el Señor nos invita a trabajar en su viña, y al trabajar en ella se multiplican sus frutos y entonces también nosotros saboreamos las delicias de su bondad, de su generosidad.
De nuestra parte Dios nos pide fe y confianza en Él: Los últimos obreros fueron a la viña motivados por la fe. A ellos no se les había prometido un denario, fueron a trabajar con la confianza en que recibirían “lo justo”.
 Y ser agradecidos nuestro servicio en el Reino de Dios debe estar marcado por una actitud de humildad asumiéndolo como  bendición el privilegio de habernos llamado a hacer parte de su viña y confiando en que por su justicia nos hará merecedores de mayores recompensas.
No nos creamos  privilegiados por el cumplimiento de ritos: Asistir a la iglesia por años, haber hecho la oración de fe y haberse hecho bautizar, la estabilidad económica, la autoconfianza por la piedad, hacer parte de una familia cristiana de toda la vida, ser muy estudiosos de la palabra.
 Nuestra actitud sería sentirnos que le debemos  más  al Señor que Él a nosotros y eso nos hará sentirnos por gratitud comprometidos por su proyecto, el reino de los cielos. No estoy hablando de que la eternidad se gane por obras, porque es imposible. Pero no olvidemos que el Señor nos llamó como obreros para dar fruto en su viña, no para holgazanear.
Ánimo, hagámonos un autoexamen porque: “Dios es bondadoso y nos recompensará grandemente si le servimos de todo corazón en el momento de la vida en que él nos llame”.


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