Pautas lunes

“María es la  fuente que genera comunión”

Al orar con María me daba cuenta que realmente Dios al darnos a ella como Madre nos estaba dejando un GRAN TESORO, UN DIMANATE que necesitamos conocer más cada faceta que ella tiene. Disfrutaba de ver cómo en los estatutos de la Fraternidad Jaime nos da a conocer varias de las distintas facetas de María cuando nos habla de su HUMILDAD,  DE SU FE FIRME Y PROBADA, DE SU CONFIANZA Y ABANDONO EN DIOS, DE CREER QUE PARA DIOS NADA ES IMPOSIBLE, DE ESOS CAMINOS PARA INTEGRAR  LO HUMANO Y LO DIVINO, DE SU PERSEVERANCIA EN EL PROYECTO DE DIOS, etc, etc.
Realmente le decía Madre, quiero conocerte más, vivir más contigo, aprender más de ti. Cuando Jesús nos dice “Ahí tienes a tu madre” nos está diciendo: Su presencia acompañará cada jornada: en tu trabajo, en la vida familiar, en la misión, en lo que necesites. Con ella cada jornada estará sustentada por su fe viva y probada (Estatutos FMVD 243). Cuánto necesitamos en nuestra vida contar con alguien con una fe viva y probada porque la vida nos pide eso, ser personas de fe viva.
María nos enseña con su vida esta faceta de la FE VIVA Y PROBADA, fe viva para creer que nada es imposible para Dios. Fe probada para creer  en el cumplimiento de la Promesa de Dios por sus caminos que son tan diferentes a los nuestros.  Fe viva y probada para seguir invirtiendo mente y corazón en la Misión  para devolver a nuestro mundo y a la Iglesia el Rostro de Dios que no abandona a sus hijos. Por eso dice Jesús en Juan 7,37: “De lo más profundo de aquel que crea en mi brotarán ríos de agua viva”. Y la pregunta es: ¿nuestra fe nos sacia profundamente, nos da razones para continuar pese a todo? ¿Nos hace vivir más en los valores del Evangelio que en los valores del mundo? La invitación es a dejar que la Palabra de nuestro Dios penetre profundamente, que toque nuestra vida, nuestras actitudes, intenciones, límites, toque nuestras capacidadades y las despliegue para que broten esos ríos de agua viva.
Y como toda Madre en una familia, ella genera la comunión. En una familia la Madre es quien mantiene unida la familia, ella tiene un don especial para esto y cuando ella falta, falta el núcleo, el centro. Muchas veces no sabemos cómo crear ambientes más fraternos, ambientes de fe, donde nos movamos por criterios evangélicos. En varios momentos me he puesto delante de María y el solo verla, contemplarla con su mirada serena y confiada infunde ánimo, transmite también esa serenidad, esa confianza.  María permanece en actitud orante, como mujer de fe, sosteniendo nuestro si a la fraternidad, nuestro si a la comunión.

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