Formamos un solo
cuerpo
Romanos 12,4-5
Miren cuántas partes tiene
nuestro cuerpo, y es uno, aunque las distintas partes no desempeñan la misma
función. Así también nosotros formamos un solo cuerpo en Cristo. Dependemos
unos de otros.
Esta Palabra, en el año jubilar
del Verbum Dei, nos lleva a una reflexión a ver ¿Qué clase de miembro soy? Si
hacemos lo que Jesús hizo “Sino
que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo” (Fil. 2:7) siendo Él, el
soberano de cielos y tierra fue un
perfecto siervo.
Nosotros ya tenemos un carisma
que Dios nos ha regalado a través de Jaime Bonet, tenemos un camino que
recorrer, una meta que alcanzar: Dedicarnos a la Oración y predicación de la
Palabra, por lo tanto nuestras habilidades y desafíos ponerlas al servicio de este
Carisma y ahí desde el lugar donde estamos.
Con frecuencia el espíritu está
dispuesto pero a carne es débil (Mateo 26,41) porque muchas veces intentamos
involucrarnos de lleno al Carisma y queremos poner todos nuestros dones,
habilidades y capacidades al servicio de los demás, luego nos encontramos
tambaleando, y dejando nuestra oración y por lo tanto nuestra predicación.
Nuestro nivel de compromiso con
la comunidad con frecuencia disminuye tal vez pensamos que lo que damos depende
de nuestra fuerzas, todo depende de nuestro diálogo diario con Dios y Jesús nos
irá dando su fuerza y actuando, así, aprendemos a obrar según los dones que
cada uno tiene, y sobre todo saber qué dones tengo y ponerlos al servicio de la
comunidad. Algunos tenemos el don de enseñar, otros el don de organizar,
planear, otros el don de llevar la Palabra, todos tienes diferentes dones para
servir y dar gloria a Dios a través de sus dones.
El tema de los dones es un tema
encantador en la medida que la sabemos dar a los demás para ir creando la
unidad, en medio de nuestras diferencias individuales desplegadas desde la fe,
como la gracia de Dios recibida gratis para darla gratis.
Es el tesoro precioso que tenemos
en vasos de barro, es aprender a
valorarlo para el servicio de los demás. Nadie puede decir yo no sirvo y por
eso no me integro a la comunidad ¿Cómo voy a saber si soy útil a la Comunidad,
si no ejercito mis dones, ofreciéndolos?
Todos somos valiosos en el reino de Dios y por ende en la Comunidad.
Aún cuando yo mismo me siento menospreciado o alguien dice que no valgo,
pues es Dios quien nos valora, nos aprecia y nos necesita y nosotros para
desarrollarnos y ser fieles imitadores de Cristo dependemos unos de otros,
porque para formar un solo cuerpo y depender unos de otros sólo necesitamos el
AMOR, el amor cubre la multitud de pecados, deficiencias, porque el AMOR es: paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni
se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por
la ira y olvida lo malo.
No se alegra de lo injusto, sino
que se goza en la verdad. Perdura a
pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. (1 Corintios 13,
4-7)
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