Ustedes que estaban lejos ahora están cerca de Él
Efesios 2,16-19
Señor, después de haber meditado sobre tu Cuerpo y sangre consagrados, nos introduces al Cuerpo místico, es continuar con tu Palabra de  Juan 17,11 : Padre Santo, guárdalos en ese Nombre tuyo que a mí me diste, para que sean uno como nosotros.
Es el ruego de Jesús ante la eminencia de que es difícil vivir en comunión, es decir en paz, amándonos todos como hijos de Dios, el ruego de Jesús que todos te consideren como Padre y por eso todos los hombres y mujeres de la tierra somos hermanos y por ende amarnos como tal.
¿Qué es lo que no nos hace vivir como hermanos? Cada uno dé una mirada sobre su hogar, trabajo, universidad, vecinos y pregúntense ¿Por qué no somos Uno? ¿Qué nos separa? ¿Cuáles son nuestras divergencias? Y desde ahí empezar a trabajar por la unidad, ofreciéndose  y enseñando a ofrecerse a los demás, es decir poner su granito de arena para que donde esté haya unidad, paz, que seamos capaces de entender que todos somos únicos, somos diferentes, tenemos diferentes procesos, ideas, costumbres y el quid de la unión aprender a ceder, a tolerar todo aquello que construye, que une a los hermanos.
A veces nos distanciamos, hasta sin saber por qué o por nimiedades, hagamos una lista de todas las cosas que nos quitan la vida de Amor y vayamos en diálogo con Jesús, viendo ¿Qué puedo dejar de ser? ¡Dame luz para saber detectar aquello que no contribuye a la unidad de la familia.

¿Qué nos dice la Palabra?  Que Jesús destruyó la ley, todo aquello que debes, ese debes ser, deber hacer, debes aprender, debes vestirte, debes ir a.., debes pensar, el AMOR se construye a base de la libertad del ser humano, del respeto a la persona sea quien fuere, Jesús destruyó el sistema represivo de la violencia física, síquica, mental, social; destruyó el odio ¿Para qué?  Para que haya  paz; para reunir lo que está desunido, sin crear bandos aún en la misma familia, Jesús donde había división, hizo un solo hombre nuevo.  Hizo de los dos un solo pueblo,( de los bandos)  los reconcilió con Dios por medio de la misma cruz.  Vino como evangelizador de la paz: paz para ustedes que estaban lejos, y paz para los judíos que estaban cerca. Y por él todos tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu.

De tal manera que nadie en su propia casa, familia, trabajo, universidad, vecinos se sienta extranjero, ni huésped, sino que pertenecemos a la familia de Dios y como Jesús ser evangelizador de la paz, de la unión, de la concordia.

Dios no nos está pidiendo nada que no podamos hacer, el Amor es algo inherente a nosotros, todos lo deseamos, lo tenemos en el corazón, sólo falta manifestarlo, hacerlo expresivo a todas las personas principalmente a los que nos rodean.

Pidamos a nuestro Padre Dios, que nos una y nos reúna en su Amor que da Vida, como Jesús pedirte: Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Juan 17,21

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