SEÑOR, ENSÉÑAME A VIVIR TU VIDA

Optar por los más débiles Lucas 19,1-10

“Yo soy la Verdad”,

Con estas palabras me salía al encuentro el Señor en este día, son Palabras que te sacan a espacio abierto y nos sitúan nuevamente en su horizonte.

Así me decía el Señor como con eses susurro suave: “Yo soy tu verdad, la única” y reconozco que eso le dio paz a mi corazón, que la verdad de Dios va mucho más allá que la nuestra y la de los otros, que a veces son parciales. Desde ahí descubría la llamada del Señor a darle crédito y fuerza a su Palabra que es eterna, que no cambia, no pasa, permanece para siempre (Is40,8).

Me decía el Señor: “deja que mi Palabra tenga peso en ti y vive desde donde Yo te estoy situando, con esa libertad de quien se sabe conocido y amado”. Sal del ruido, del montón de gente, como Zaqueo (Lc19,1-10) se arriesgó a ir más allá de si mismo, de la gente, de lo establecido, incluso de la “normalidad”, porque no era nada normal que un hombre se subiera a un árbol así porque si.

Cuando uno está envuelto entre “la gente”, que era el caso de Zaqueo, pero para nosotros puede ser estar envueltos en problemas, preocupaciones, ocupaciones, actividades que no nos dan tiempo para respirar, etc, necesita salir de ahí para ver mejor la vida, y eso supone tiempo, salir de lo ordinario, oración, buscar a Jesús para que él me diga, me hable, me oriente, escucharle con la intención de hacer lo que él nos diga, él me decía: necesitas escucharme mi Palabra, mi voz y vivirla, porque vivir mi Palabra es actuar desde lo que Yo digo de ti, es CREER (Jn6,26-34)

Está tan unida la fe con la vida, por eso necesitamos vivir lo que creemos, para que no terminemos creyendo lo que vivimos, eso es lo que nos dice el Señor: ¡VIVE YA LO QUE CREES! . Zaqueo se decidió a vivir desde esa realidad nueva en la que Jesús le había situado, qué fuerza la de su palabra, de su mirada que transformó tanto su vida.

Zaqueo aparte de querer ver a Jesús, tenía el por qué de querer verlo, era una petición, una necesidad grande, que coincide con la nuestra: ¡Señor, enséname a vivir tu vida!

Jesús en este pasaje nos ensena que vivir la vida es optar por los más débiles, en este mundo, en esta sociedad que parece que ser débil, mostrarse así no es lo que corresponde, sin embargo este hombre no tiene miedo de mostrase así: necesitado, carente, etc.. ¿Cuál era la debilidad de Zaqueo?

Me daba cuenta que esa debilidad no es la del que se auto compadece, del que ves y dices: pobrecito, la debilidad más grande es el no saber reconocer los propios límites, que cometiste un error con esta persona, la autosuficiencia de quien no necesita del otro, la prepotencia, la debilidad de no saber perdonar, porque estamos inmersos en esta sociedad donde los débiles no tienen lugar.

Sea cual sea la debilidad que estemos experimentando Jesús nos invita como a Zaqueo, “conviene que me quede en tu casa”, Jesús quiere, ve la necesidad de quedarse en casa de Zaqueo, con otras personas en la misma calle, en el lugar donde estaban los curaba, les sanaba, pero con Zaqueo: Conviene que me quede en tu casa, porque sin mi no puedes hacer nada.

Por esto terminaba con esta llamada de Jesús: “Permanece unido a mí” (Jn15,4-5), como yo lo estoy unido a ti, porque ninguna rama puede producir fruto por si misma, sin permanecer unida a la vid”

Jesús nos lo dice muy claro no se pueden producir frutos por nosotros mismos, necesitamos estar unidos a la vid, para que nuestra vida de ese fruto abundante y duradero. Por eso en este día pidámosle el permanecer en SU AMOR, en su Palabra y situarnos una y otra vez en su mirada.

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