Es hablar con Dios de mis hermanos

Juan 17,20-21

El jubileo es un tiempo de gracia, de reconciliación, de conversión, de remisión de los pecados, y de sus penas, de solidaridad y de esperanza, de justicia y de compromiso para servir a Dios en los hermanos. Tiempo de gracia donde Dios toca nuestros corazones porque escuchamos su Palabra.

Celebramos la fundación del carisma VERBUM DEI, 50 años de gracia y misericordia, recorridas en su Palabra que lo inició una experiencia que abre este camino de gracia, que llega hasta hoy, y es la vocación de Jaime Bonet, su llamada a acoger la palabra de Dios, y a ponernos en marcha buscando que el amor de Dios transforme nuestra vida, y podamos ser colaboradores en la construcción de un mundo más fraterno.

Y justo eso lo que debemos celebra la unidad de la familia. Jesús pide al Padre por la unidad de los que creerán en Él, por el anuncio de la Palabra de sus discípulos y yo creo que espera mucho más de nosotros, que ese AMOR-VIDA que quiere Jesús se plasme en realidades concretas, en más oración y en más anuncio de su Palabra.

Sus discípulos son la permanencia de todos en el amor que unifica, pues sin amor y sin unidad no merecemos credibilidad. Para que el mundo crea que tú me enviaste. Jesús alarga el horizonte y reza al Padre: No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

La gran preocupación de Jesús por la unión que debe existir en las comunidades. Unidad no significa uniformidad, sino permanecer en el amor, a pesar de todas las tensiones y de todos los conflictos. El amor que unifica al punto de crear entre todos una profunda unidad, como aquella que existe entre Jesús y el Padre. La unidad en el amor revelada en la Trinidad es de lo que Jaime siempre nos habla como modelo para las comunidades. Por esto, a través del amor entre las personas, las comunidades revelan al mundo el mensaje más profundo de Jesús. Como la gente decía de los primeros cristianos: “¡Mirad como se aman!”

La dicha de Jesús es que todos nosotros estemos con él. Quiere que sus discípulos tengan la misma experiencia que él tuvo del Padre. Quiere que conozcan al Padre como él lo conoció. Lo que quiere Jesús es que experimentemos la presencia de Dios en la convivencia de amor con las personas en la comunidad este amor darlo a conocer a quienes aun no lo experimentan.

El amor que une a las personas divinas Padre e Hijo y Espíritu nos permite experimentar a Dios a través de la unión con las personas en una comunidad de amor. Así, también, era la propuesta de la comunidad, donde el amor debería ser la señal de la presencia de Dios en medio de la comunidad (Jn 13,34-35). Y este amor construyó la unidad dentro de la comunidad (Jn 17,21). Ellos miraban la unidad en Dios para poder entender la unidad entre ellos.

“Para que el mundo crea...” Es la unidad, es el amor el que es misionero y el que conduce a la Fe. Es la unidad la que evangeliza. Ved como se aman, debería poder decirse de todos los que tienen fe, de tal manera que esta fe llegara a ser atrayente. ¡Haz que seamos "uno", Señor! Y es en la oración donde mueren nuestras suficiencias, nuestros orgullos, nuestros egoísmos, que nos separan de nuestros hermanos. Es en la oración donde acepto mi vida tal como es, y el de la de mis hermanos como son, ¿Cuánto tiempo oro, dialogo con Jesús, para que esta plegaria suya se realice?

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de sabernos amar y respetar como hermanos; pues sólo a partir de esa unidad el mundo creerá que realmente Cristo ha venido como salvador de toda la humanidad.

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