Pautas Jueves

Fijos los ojos en Jesús predicamos su Palabra
Hechos 6, 4-7; Hebreos 12,2

« mientras que nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la Palabra.»Hechos 6,4-7
fijos los ojos en Jesús, que organiza esta carrera de la fe y la premia al final.
El escogió la cruz en vez de la felicidad que se le ofrecía; no tuvo miedo a la humillación, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.Hebreos 12,2

Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya. “¡Es verdad! Porque ¡El Señor ha resucitado
y se ha aparecido a Simón” (Lc 24,34).
La Pascua es el paso de Dios por nuestro corazón y ahí se ha quedado porque se lo hemos pedido ¡Quédate Señor y no pases de largo Señor, en esta Pascua! Y ese encuentro nos hace sus discípulos y discípulos de la Palabra porque no podemos callar lo que hemos visto y oído.
En su paso por nuestra vida Jesús ha marcado en nosotros su misma misión para llevar la Buena Nueva del Evangelio, a los hombres que quieren recibirle y aceptarle como su único Dios y Señor. El quiere a través de nosotros llegar a todo el mundo.
Su confianza es sorprendente y nos desborda, por eso con renovado entusiasmo, como comunidad de resucitados decidámonos a dar un testimonio más evidente de nuestro ardor misionero.
«Contagiamos no lo que decimos y aconsejamos sino lo que profundamente oramos y vivimos. Nuestra predicación reflejará el nivel de nuestra fe y de nuestra vida de oración. De ahí la íntima conexión y dependencia recíproca entre nuestra contemplación y nuestra acción apostólica, entre la oración y el Ministerio de la Palabra. Lo que sea nuestra unión con Dios será nuestra predicación» (Est 131).
Ese es nuestro carisma dedicarnos a exclusividad a la Palabra, lo cual requiere la exclusividad del corazón en ese trato íntimo, diario y prolongado con Jesús, ahí el Maestro nos va a enseñar como a Él a acoger el proyecto del Padre, que quiere que todos los hombres se salven.
Es bonito comprobar que la Palabra de Jesús es viva y eficaz cuando la damos con Amor, es ahí donde se da Vida y nos va haciendo como los primeros discípulos, cada vez más valientes para anunciar a Cristo Resucitado a pesar de las dificultades que se les presentaba.
Con los ojos fijos en Jesús, en la oración diaria nos hace hombres de fe, porque es Jesús quien prende fuego en el corazón para proclamar lo que hemos visto y oído, día a día, con la vida y la Palabra.

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