Pautas Lunes

Ser libres para comunicar sin miedo a los hermanos
(Mt 28,18-20)
Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Mt 28,18-20
“Yo sé que mi Redentor vive.” Job 19:25
Es verdad Cristo, mi Redentor vive y yo eso he esperado con ansias, porque si con Él morimos, con Él resucitaremos, Él es nuestra Vida, nuestro Amor, nuestra esperanza. En Él, vivimos nos movemos y existimos, eso nos hace vencer todo miedo.
Jesús ha resucitado porque, hoy quiere librarnos de la piedra en que nos hemos sepultado, para que salgamos con vida y libres de todo aquello que nos ata vivamos en plena libertad y dar testimonio de nuestro encuentro con Él.
La resurrección de Jesús, es el fiel cumplimiento de las promesas de Dios, sus palabras se transformaron en hechos, cuando «Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús» (Hch 4,33).
También nosotros hemos sido llamados por el mismo Jesús a dar testimonio, de ese “gran poder” el poder de llevar su Palabra con eficacia.
«El Espíritu del Resucitado capacita así nuestra vida para el anuncio eficaz de la Palabra en todo el mundo. Ésta es la experiencia de la primera comunidad cristiana, que vio cómo iba creciendo la Palabra mediante la predicación y el testimonio» (cf. Hch 6,7) (Verbum Domini 91).
De nosotros, como testigos de Jesús, dependen muchas personas, para que puedan conocer, no su sentencia de culpables, como suele pasar en un juicio, sino para que conozcan la proclamación de su salvación. Nuestro testimonio acredita la absolución del culpable. Declaramos la liberación de todo acusado. Somos testigos de la salvación realizada en Jesús. Por nosotros, muchos conocerán que están salvados. Esta es la verdad que proclamamos, y éste es ante todo el testimonio que damos: Somos testigos de la salvación ofrecida por Jesús a toda la humanidad; y no podemos dejar de anunciarlo.
Una frase del poeta Hindú Rabindranath Tagore : “Preguntó el sol poniente : ¿no habrá nadie que pueda relevarme ? y un niñito con una lamparita de barro respondió : se hará lo que se pueda maestro”.
Nosotros somos más que esa lamparita de barro, podemos mucho porque el señor nos ha dado su mismo poder. Cuando Jesús se aparece a los apóstoles después de resucitado les dice: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra, vayan pues y hagan discípulos míos a todas las gentes bautizándoles... y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado” (Mt 28, 19).
Lo que más fascina del Señor es que a pesar de ser Todopoderoso no es autosuficiente. Dios se fía tanto del hombre, que le encomienda a sus discípulos su misma misión. El Señor tiene poder para cambiar el mundo, pero ¿cómo lo va a cambiar? Por un método muy sencillo y muy humano; enviándonos a ti y a mí a todas las gentes para que todos sean discípulos de Cristo. Porque no hay fuerza mayor que un discípulo convencido y enamorado de Cristo. En el Evangelio dice que “ninguna cosa es imposible para Dios”, pero también dice que “ninguna cosa es imposible para aquel que tiene fe”. Si el Señor pudo dar un giro de 180 a la historia con Doce apóstoles que eran tan normalitos y pecadores como nosotros, porqué no dejar que lo siga haciendo a través de nosotros. Él nos ha dado su mismo poder al enviarnos, todo depende de nuestra fe: “En verdad en verdad eles digo: todo el crea en mí hará las mismas obras que yo hago y las hará aún mayores” (Jn 14, 12). ¿Sabes cuál es la obra más maravillosa que ha hecho contigo? el haberte hecho su discípulo.

María, Madre de gracia y misericordia, nos acompaña ahí donde vayamos a dar a conocer que Jesús nos ha liberado: de la muerte, del pecado y de todos nuestros miedos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“DIOS ME CUBRE CON SU MANTO”

“Un buen soldado de Cristo”

Jesús, fijando en él su mirada, le amó