La Palabra predicada va construyendo el Cuerpo en el Amor
Ef 4, 15-16 

Por el contrario, estaremos en la verdad y el amor, e iremos creciendo cada vez más para alcanzar a aquel que es la cabeza, Cristo.  El hace que el cuerpo crezca, con una red de articulaciones que le dan armonía y firmeza, tomando en cuenta y valorizando las capacidades de cada uno. Y así el cuerpo se va construyendo en el amor. Efesios 4,15-16. 
Señor me pongo en tu presencia adorable, porque eres santo, eres bueno, eres el don más preciado que nos ha dado Dios: Es Jesucristo, con razón dice en el cantar de los Cantares, “encontré al Amor de mi alma y no lo soltaré jamás” y yo le decía no te dejaré jamás hasta que no me haya convertido en Ti,  porque si no ,  jamás estaré en la verdad y el amor y yo creo que a nadie le gustaría vivir toda su vida en la mentira y sin amor.
El Amor de Jesús que nos ama hasta dar la vida, es el que crea esa red de conexiones, articulaciones que dan armonía y firmeza. ¡Qué débiles somos en la mentira! Porque no somos lo que realmente somos ¡AMOR!  Porque Dios es AMOR y nos hizo a su imagen y semejanza.
El andar por la vida que nos tocó vivir sin amor, nos hace caminar de error en error y nos hace frágiles, vulnerables para captar y hacer nuestra,  cualquier mentira que nos den las personas, la televisión, cine, computadora, y vamos creciendo, pudriéndonos en lo que no somos, es como un ladrón cree que nadie lo ve y que nunca va a ser capturado, pero  ¿Qué vida lleva? De sobresalto en sobresalto y aunque haya perdido la conciencia de lo que es, por más dinero que tenga, más comodidades si le llama así a  su vida, acaba mal en el foso del infierno,  que es la falta de Vida y Amor de Dios.
Por eso Jesús, conociéndonos nos dijo: yo soy el camino, la verdad y la vida, quien camina como yo, vive como camino, como verdad y dando Vida a los que le rodean.
Es Cristo, el Amor que nos apremia en nuestra vidas, cuando dialogamos con Él, cuando tenemos una experiencia real, de encuentro vivencial con  la persona de Cristo en la oración, no quedamos igual, salimos de la oración siendo Amor, porque nuestro encuentro con Cristo nos hace saborear su amor, su ternura que nos tiene y y nos hace entender lo que significa cada persona en Él, en su cuerpo.
Tiene tanta delicadeza con su cuerpo, que lo cuida y nos dice amen a cada parte de mi cuerpo, como yo los amo, para mi todos son importantes cada uno tiene su función y todos contribuyen a la armonía de este mi cuerpo.
Si entendiéramos este misterio, cómo es que Jesús nos ama en cada uno, me ama ahí en esa persona frágil o fuerte, en el enfermo o lleno de salud; en el pecador como en el santo,  que yo llevo conmigo a mis hermanos y mis hermanos me llevan a mí, como el brazo lleva a la mano, el tórax  lleva a los brazos y piernas donde quiera que vaya, si entendiéramos este misterio sería realmente  el mayor milagro para cada uno de nosotros  entender, ¡Cuán unidos estamos unos de otros! Pero nuestros criterios nada evangélicos nos hace vivir en la mentira de que somos  más, tenemos más, gozamos más por tal o cual privilegio, cargo, dinero, título y al final  falta el Amor ¿De qué nos habrá servido, ganar el mundo entero, si nunca amé a nadie, más que a mí mismo?
Un cristiano que crece es aquel que no descuida su oración diaria porque sabe que es la fuente, es el ligamento, las  articulaciones que le dan armonía y firmeza,  a este hogar, trabajo, universidad, vecinos, que se van construyendo en el amor.
Si así lo captamos, vamos evangelizando con la Vida y construyendo el mundo que Dios quiere y que ama tanto, y por eso lo sostiene y lo protege a pesar de todo.
María, madre llena de gracia y misericordia, acompaños en nuestro  crecimiento de  ser Cristo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

“DIOS ME CUBRE CON SU MANTO”

“Un buen soldado de Cristo”

Jesús, fijando en él su mirada, le amó