Una llamada urgente de consolación
Mt. 11, 28, 30
Jesús tomó la palabra y dijo: Vengan a
mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre
ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y
así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.
Con ese modo dulce y tierno para con nosotros, Jesús hace una invitación a todos los que trabajan con cansancio y están con una carga que los agobia, pero no se está refiriendo a la labor física, sino que a esa presiones a las que estamos sometidos por alguna condición especial de la vida cotidiana, la presión de los jefes de que rindas más; la competitividad con los compañeros que nos ven más como rivales que como amigos, la presión de estudiar más, de vivir de un modo que a mí me no me parece, aunque tomar el yugo, significa que el hombre está sometido a ellos como el esclavo a su trabajo (cf. Jer c.28; Is 58:6; etc.).
Jesús codena a los fariseos, por sus leyes asfixiantes, que hacían la vida insoportable que les paralizaba el espíritu. Entonces de este modo, estaban fatigados y agobiados de toda esa absurda e inaguantable reglamentación. Entonces Jesús, bondadoso, magnánimos, compasivo por naturaleza, les dice que vengan a Él, y Él, con su doctrina de amor, les aliviará, concretamente descansarán, con un descanso restaurador.
Frente a este fastidio, Jesús les invita a tomar su yugo, pero el yugo de Jesús es su Palabra, por eso les dice aprendan de mi, de sus enseñanzas, de su escuela, que se dejen instruir por Él y les ofrece paciencia y humildad de corazón, afecto, conducta suave y amorosa mansedumbre.
Jesús les dice que tomen su yugo, el descanso para sus almas, porque no sólo su yugo es suave y su carga liviana, sino que da vida abundante (Jn 10:10) y, con ella, la gracia, la vida se restaura, se expansiona, y se hace sobrenaturalmente gozosa.
Jesús llama al corazón, cuando hace el llamado con el “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”, El nos muestra que conoce bien el corazón del hombre, y allí donde se vive la fatiga, la aflicción, el dolor y la desesperanza, Él nos ofrece descanso al guardar y vivir la Palabra de Dios.
Con el vengan a mí, Jesús nos invita de esa manera a todos los oprimidos, a los que tienen pesar, a los que sufren de la miseria, ¿Dónde más puede el hombre encontrar palabras tan esperanzadoras como estas? ¿Dónde podríamos encontrar más alivio y consuelo?
Vengan a mi es una invitación para disfrutar la compañía de Jesús, para encontrar paz, para aliviar nuestros dolores y penas, son palabras suaves, pero con gran calor de comprensión y afecto.
Vayamos a Jesús, con intensos, largos y prolongados momentos de oración, digámosle nuestros proyectos y necesidades, presentémosle nuestros anhelos y contémosle nuestras angustias.
Jesús busca y quiere hacernos partícipes de su misma vida: Aprendan de mí. Es una oportunidad para experimentar el gozo de la Trinidad, el gozo de saberse el Hijo amado del Padre, el gozo del Espíritu Santo que consuela y anima y fortalece.
María, como Madre de Jesús, es la que supo inculcar a Jesús ese ponerse en manos del Padre y disfrutar de su providencia dejando a Dios ser Dios, por esta actitud somos libres de cargas inútiles que nos sobrepasan, vayamos a María y que de la mano nos lleve a Jesús para que nos alivie de las cargas innecesarias que llevamos..
Con ese modo dulce y tierno para con nosotros, Jesús hace una invitación a todos los que trabajan con cansancio y están con una carga que los agobia, pero no se está refiriendo a la labor física, sino que a esa presiones a las que estamos sometidos por alguna condición especial de la vida cotidiana, la presión de los jefes de que rindas más; la competitividad con los compañeros que nos ven más como rivales que como amigos, la presión de estudiar más, de vivir de un modo que a mí me no me parece, aunque tomar el yugo, significa que el hombre está sometido a ellos como el esclavo a su trabajo (cf. Jer c.28; Is 58:6; etc.).
Jesús codena a los fariseos, por sus leyes asfixiantes, que hacían la vida insoportable que les paralizaba el espíritu. Entonces de este modo, estaban fatigados y agobiados de toda esa absurda e inaguantable reglamentación. Entonces Jesús, bondadoso, magnánimos, compasivo por naturaleza, les dice que vengan a Él, y Él, con su doctrina de amor, les aliviará, concretamente descansarán, con un descanso restaurador.
Frente a este fastidio, Jesús les invita a tomar su yugo, pero el yugo de Jesús es su Palabra, por eso les dice aprendan de mi, de sus enseñanzas, de su escuela, que se dejen instruir por Él y les ofrece paciencia y humildad de corazón, afecto, conducta suave y amorosa mansedumbre.
Jesús les dice que tomen su yugo, el descanso para sus almas, porque no sólo su yugo es suave y su carga liviana, sino que da vida abundante (Jn 10:10) y, con ella, la gracia, la vida se restaura, se expansiona, y se hace sobrenaturalmente gozosa.
Jesús llama al corazón, cuando hace el llamado con el “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”, El nos muestra que conoce bien el corazón del hombre, y allí donde se vive la fatiga, la aflicción, el dolor y la desesperanza, Él nos ofrece descanso al guardar y vivir la Palabra de Dios.
Con el vengan a mí, Jesús nos invita de esa manera a todos los oprimidos, a los que tienen pesar, a los que sufren de la miseria, ¿Dónde más puede el hombre encontrar palabras tan esperanzadoras como estas? ¿Dónde podríamos encontrar más alivio y consuelo?
Vengan a mi es una invitación para disfrutar la compañía de Jesús, para encontrar paz, para aliviar nuestros dolores y penas, son palabras suaves, pero con gran calor de comprensión y afecto.
Vayamos a Jesús, con intensos, largos y prolongados momentos de oración, digámosle nuestros proyectos y necesidades, presentémosle nuestros anhelos y contémosle nuestras angustias.
Jesús busca y quiere hacernos partícipes de su misma vida: Aprendan de mí. Es una oportunidad para experimentar el gozo de la Trinidad, el gozo de saberse el Hijo amado del Padre, el gozo del Espíritu Santo que consuela y anima y fortalece.
María, como Madre de Jesús, es la que supo inculcar a Jesús ese ponerse en manos del Padre y disfrutar de su providencia dejando a Dios ser Dios, por esta actitud somos libres de cargas inútiles que nos sobrepasan, vayamos a María y que de la mano nos lleve a Jesús para que nos alivie de las cargas innecesarias que llevamos..
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