Busca tu refugio en mí, escúchame.



Sofonías 2,12-13

Dejaré dentro de ti a un pueblo humilde y pobre, que buscará refugio sólo en el Nombre de Yavé. 

Esta semana el Señor nos ha estado invitando a revisar nuestra vida a lo largo de este año, como para recogerlo todo e ir preparando nuestro corazón para su llegada, para la Navidad.
 Y en esta ocasión, a ir detectando en que lugares hemos buscado refugio,  a quienes hemos escuchado en nuestros momentos de más necesidad.  
En las experiencias que hemos vivido y en las que se nos presentan para el futuro, ¿en donde hemos  puesto nuestras esperanzas? ¿En conservar nuestro trabajo, en que las personas que amamos no se separen de nuestro lado, en que los hijos o el esposo cambien, en que termine mis estudios? Porque estas inquietudes están en nuestro corazón de manera natural.
Dios se ha hecho Hombre, Jesús viene a nuestra vida para ser nuestra opción, nuestra única opción para vivir todas las cosas que son propias de nuestra naturaleza humana con fe, por eso nos invita a buscarle como nuestro refugio seguro, ¿Dónde? En la oración porque cuando dialogamos con El nos devuelve la confianza, nos da fuerzas para afrontar los problemas, en la oración le encontramos como nuestro compañero de jornada con quien vamos compartiéndolo todo, recibiendo su fuerza para afrontarlo todo y decir  “Todo lo puedo en aquel que me fortalece” Fil 4,13
Cuando no le conocíamos buscábamos refugio, consuelo a nuestra soledades y tristezas , llenar  nuestros vacíos en las cosas materiales, en personas,  en situaciones que muchas veces nos dañaron mas y  nos dejaron mas heridos, más desilusionados y frustrados. 
El dialogar con él nos hace entrar a la Verdad, a la humildad de reconocer  que nuestro auxilio solo viene del Señor, el es nuestro Guardián que jamás lo rinde el sueño o cabecea,  El es quien  nos guarda al salir y al regresar (salmo 121), es el único que nunca falla, que nunca se separa de nosotros pase lo que pase, seamos como seamos, su fidelidad dura por siglos, es eterna.
 Es en la escucha de la Palabra, en la oración en donde nos va convirtiendo en su pueblo, humilde y pobre, necesitado de El, más que de nada, ni nadie.
“Entonces serán como el rebaño que pasta y que descansa, y no habrá quién los perturbe.”
Que nuestra Madre Santísima nos ayude a ser como ella humilde y pobre para buscar refugio en el Amor y la Misericordia del Señor.

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