Prepara el camino al Señor.




Al finalizar ya esta segunda semana de Adviento la Palabra nos llama una vez más a enderezar los caminos de nuestra vida, allanar,  quitar estorbos para que El pueda reinar en nosotros,  el Señor nos invita a dar un paso más en nuestra vida.

El Señor  nos quiere viviendo una vida nueva llena de su Gracia, por eso nos invita a  prepararnos  como conviene, quiere que vivamos mas de acuerdo con su voluntad. Para recibir todos los regalos que nos trae con su llegada necesito vaciar el corazón de todo aquello que esta de mas, que me impide verle, esas lomas esas quebradas, esas colinas y cerros de cosas y  ocupaciones que me impiden encontrarme con Él.

Qué bueno que ahora podamos ir cayendo en la cuenta de todos los llamados que nos ha hecho a lo largo del año y no supimos escucharlos porque prestamos oídos a otras voces, cuantos propósitos que nos  hicimos y al final no los cumplimos,  cuantas infidelidades a su Amor bondadoso, generoso con nuestra vida.

Cuantas oraciones que se quedaron en palabras bonitas, escritas en el cuaderno... pero nos faltó fuerza para vivirlas escribirlas en nuestra vida.

Si miro mi vida de todos los días, ¿Dónde el Señor me está invitando a hacer este paso del egoísmo al amor? ¿Qué puedo hacer para enderezar los caminos de mi vida en relación con mi familia,  mi comunidad?

Necesitamos como Juan hacer una experiencia de humildad, reconocer que no soy digna de que el Señor venga a mí, que no estoy preparada  ¿Cómo podría esperar la Navidad si no he preparado mi corazón para su venida haciendo un sincero examen de conciencia y  un acto de contrición, donde a la luz de la Palabra haya revisando mi vida?.

«Detrás de mí viene uno con más poder que yo. Yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias, aunque fuera arrodillándome ante él.»

Reconocer como Juan que aunque fuera de rodillas ante El,  no soy digna de desatarle las sandalias para dejarle entrar a mi vida, a morar en mi corazón, en paz, reconciliado, vacío, limpio  de las cosas del mundo que me han querido alejar de El 

Este día es para detenerme y preparar mi confesión, ¿qué es lo que me estorba y obstaculiza e indispone mi vida para la llegada del Señor, cuales son los quehaceres, lo que me ocupa que me absorbe y me abruma y no me deja tiempo para Dios.
¿Estás tan estresado, tan cargado de trabajo, tan ocupado que no puedes sacar tiempo para la oración?

 Si queremos preparar el corazón necesitamos reconocer humildemente que necesito escapar de las ocupaciones,  de los negocios, de las cosas que aunque sean importantes, y precisamente porque lo son, no puedo vivirlas sin haber tenido primero el encuentro con quien es el Dueño de ellas, con quien sabe decirme como debo vivirlas.

Necesito hablar con Dios, hacer desierto en mi alma, para volverá en paz a aquello que hago a diario,  a mis rutinas,  necesito descansar en su perdón, descansar  en su Gracia.

¿Qué es lo que más te impide estar con Dios? ¿Y porque me lo impide?  ¿Qué es lo que más nos estorba en el camino hacia el Señor?
 Entra a tu pieza y cierra la puerta a cualquier preocupación y concéntrate en Dios, búscalo,  háblale de corazón a corazón, el Padre que sabe lo que necesitamos, el Padre que conoce todos nuestros secretos nos recompensará con su Gracia.

Si queremos que esta Navidad de frutos en nuestra vida, no sea una fiesta familiar mas, necesitamos limpiar nuestra casa, nuestro interior, prepararlo para su venida con disciplina con austeridad como Juan Bautista.

¿Qué o quién esta demás en mi vida que me impide entregarme más a Él? ¿La flojera, la indiferencia, la comodidad? Hay que salir al desierto solitario, incomodo, doloroso tal vez, de mirarnos a nosotros mismos, mirar nuestros pecados, reconocerlos confesarlos y pedirle perdón a Dios, dejarnos bañar con agua y con el Espíritu Santo y convertirnos, poner los medios para cambiar de vida.

Tomen en serio estos años en que viven fuera de la patria.
1Pedro 1,17

Solo si nos tomamos en serio lo que nos dice la palabra hoy día, podremos preparar el camino al Señor, recibir la paz y la alegría todo el amor que el Niño Jesús príncipe de la Paz viene a traernos.

Que nuestra Madre Santísima nos ayude a encontrarnos con nosotros mismos, para encontrarnos con Dios  y encontrarnos con los hermanos, y ser la voz que clama en el desierto desde un testimonio de vida coherente como Juan Bautista, invitando a los hermanos a la conversión, a preparar el camino al Señor.

Dios nos bendiga.

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