“La fe nace de la predicación”




Rom 10,14-17
Qué bonito es empezar el año litúrgico con el llamado del Señor a ser su Palabra, a proclamarle, a anunciar la Buena Nueva de la salvación, esto hace brotar de nuestro corazón un profundo agradecimiento por la confianza que nos tiene al poner en nuestras manos el ayudarle a despertar la fe de nuestros hermanos por la prédica de su Palabra.

En la Escuela del martes pasado  nos decían:
¿Quién será aquel que con su vida y su palabra revele que la realidad no es el castigo de un Dios vengador irritado por extravío de los hombres?; ¿Quién será aquel que como el profeta haga despertar la conciencia de que el sufrimiento de los hombres, es en gran medida hechura de manos humanas, fruto de corazones cerrados a la voz de Dios? ¿Quién será el hombre, la mujer de fe, que denuncie la mentira que es el pensar que la pobreza y postergación de tantos es fruto del destino, la suerte o sólo del conformismo? ¿Quién será aquel, que de testimonio, con su vida y palabra que Dios que es Padre, continúa sosteniendo y salvando al mundo?¿Quién estará dispuesto a mantener viva la esperanza del pueblo en la bondad de Dios y en su acción?

En pocas palabras ¿Quién será el que continúe la Misión de Jesús? ¿De dar a conocer al mundo que Dios es bueno,  que es Amor y que su voluntad es que todos se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad?, 1 Tim 2,4, ¿Quién será el que proclame con su vida y su palabra que el Reino de Dios ya está entre nosotros? ¿Quién haga despertar la fe adormecida en los corazones de nuestros hermanos? 
 La predicación es, pues una necesidad en el Plan de Dios. San Pablo pregunta cómo puede llegar la salvación, si no se predica el Evangelio.

¿Cómo creerán en el Señor  sin haber creído en El?, Y ¿Cómo podrán creer si no han oído hablar de Él?, Y ¿Cómo oirán si no hay quien lo proclame? Y ¿Cómo lo proclamarán si no son enviados?  A Dios le pareció bien salvar a los creyentes con la locura de la predicación”  1 Cor 1,21

Pues la fe entra por la escucha de la Palabra. Tiempo de adviento es tiempo de preparar el corazón y  de salir a predicar el Evangelio, dice el profeta  Isaías:

“Hablen a Jerusalén,  hablen a su corazón….Abran  el camino a Yavé  en el desierto, tracen una senda en la estepa para Dios” Is 40,2-3

Dios pudo haber salvado a la humanidad de mil formas, pero quiso hacerlo mediante el anuncio de su Palabra hecha por seres limitados, y nos llamó a nosotros, nos dio el gran encargo de ser administradores de la Vida de Dios en nuestros hermanos,  de despertarles a la fe, al seguimiento de Jesús Palabra de Dios.
“Por medio de la predicación de la Palabra, depende –  dado que es la vía propia y dispuesta por Dios-  la Vida de los hermanos. Porque la Palabra cuando es aceptada por el alma del oyente, le dispone para que acepte la nueva Vida y la geste y alimente adecuadamente, por la Palabra se purifica interiormente la persona, hace germinar en ella Vida por la misma Palabra y se crea fraternidad: 1Pe 1,22-25 Por el anuncio de la palabra viene al hombre la Vida Nueva St 1,18.” VD
La responsabilidad que tenemos como administradores de las múltiples gracias de Dios es grande,  porque administramos la Vida divina, la vida inmortal, eterna en los hermanos.
 ¿Cómo podrán invocar si no han oído hablar de Él?, cuando nos quejamos de que los demás son malos, de lo mal que va en el mundo por las olas de asaltos y crímenes de todo tipo, por los maltratos entre hermanos, por la falta de solidaridad, la falta de comprensión, de personas que se aburren de Dios, de la misa, de la oración, es porque todavía no hemos comprendido cual es  nuestro papel en este mundo, o mejor dicho el propósito de haber nacido, de la misión que tenemos que cumplir en la vida de los hermanos. ¿Cómo podrán creer si no han oído hablar de Él?, Y ¿Cómo oirán si no hay quien lo proclame?

Dios nos ha elegido como sus mensajeros por pura Gracia, porque El así lo ha querido,  somos muy importantes para El en la vida de los que no creen, de los que no lo invocan, si están así es porque nosotros no le hemos proclamado, nos hemos callado, o  nos hemos cansado de predicarles, o esperado que otros lo hagan, o  porque hemos esperado que ocurran milagros,  que caiga del cielo la fe en el corazón de nuestros hermanos, Dios lo puede hacer y de muchas maneras pero El  ha querido  contar con nosotros, para hablarles de igual a igual, que nos vean así como somos, así  como ellos frágiles, pecadores, pero aun en los que somos aferrados a Él, con la fe, con la mirada puesta en Jesús nuestro SALVADOR. Está en la Buena noticia que llevamos en nuestra vida, nuestra vasija de barro,  aunque no todos crean.
Como dice la Escritura: que bueno es ver los pasos de los que traen Buenas Noticias. Pero es un hecho que no todos aceptaron la Buena Noticia, como decía Isaías: Señor ¿Quién nos ha escuchado y ha creído?

Así pues la fe nace de una proclamación y lo que se proclama es el mensaje cristiano….por eso viene Jesús, por eso celebramos el adviento año tras año, a ver si alguna vez comprendemos que tenemos que recibirle en nuestro corazón y encarnarle, y ser su voz, ser transmisores de la vida de Dios, ser la voz que clama en el  desierto, estamos llamados a ser Juan bautista de nuestro tiempo, de la generación que nos toca, a pasar por este mundo dejando huellas de la vida de Dios en nuestra vida, y en la de nuestros hermanos. Para que muchos crean tenemos que vivir primero nosotros la Palabra, y anunciarla, el regalo de la fe que hemos recibido hay que propagarlo porque como dicen: “fuego que no se propaga se apaga”. Muy cerca de ti está la Palabra, ya está en tus labios y en tu corazón. Ahí tienen nuestro mensaje y es la fe” Rom 10.8

La fe es imprescindible para recibir la Vida divina. Viene de la predicación y la predicación por la Palabra de Cristo, la Palabra de Dios. De la misma manera que pasó con nosotros, cuando nos predicaron la Palabra, y  nos hablaron de la Buena Nueva, del mensaje que cambio nuestra vida y  la despertó y empezamos a ser criaturas nuevas en Cristo, de la misma manera nos toca a nosotros continuar la misión sin  que nada ni nadie  nos distraiga del encargo del Señor. 

Por la prédica de la Palabra nosotros  conocimos a Dios, a Quien  lo habíamos conocido de oídas, lo fuimos conociendo de verdad a través de las prédicas en las Escuelas de la Palabra, de la oración, y empezamos a transformarnos, a seguir a Jesús en su Palabra, así muchos están esperando despertar a la fe, y somos nosotros, nadie más lo va a hacer, los encargados de administrar el cambio en la vida de las personas por la prédica de la Palabra de Dios, hacer que muchos se salven por invocar el nombre del Señor con fe.

Que nuestra Madre que acompaña la Misión de su Hijo en cada uno de nosotros, interceda para tener un corazón más misionero cada día, que prenda el fuego del amor de Dios en los corazones de nuestros hermanos por la fe.

Comentarios

  1. Es verdad, Dios puede hacer que las personas se salven sin nuestra intervención, pero ha querido contar con nosotros y nos ha hecho instrumentos de salvación: hemos de predicar con nuestra vida al Señor, propagando la fe para bien de todos.

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