Pautas Sábado

Ha mirado la humildad de su sierva.
Luc 1,46-54
Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz.
Esta semana de Adviento la Iglesia nos invita a vivirlos con alegría, pero no se trata de la alegría del mundo, de prepararse para las fiestas desde lo exterior, sino de encontrar la alegría en la llegada del Señor a nuestra vida, a nuestro corazón El viene a traernos paz, amor, libertad, Jesús viene a colmar nuestra vida de su Vida, de su Amor.
Este tiempo es para vivirlo con profunda humildad y con una alegría tan grande de maravillarnos que un Dios tan grande venga a nuestra tierra, a nuestra pequeñez. EL Señor llegará a los corazones que lo esperan, así como lo esperó María con humildad, confiando en que las promesas de Dios se cumplen siempre a pesar de todo, pase lo que pase, aun cuando parece tardar o imposible, Dios siempre llega.
Dios se fija en los humildes, no elige a los poderosos, a los ricos, ni a los sabios, aunque nosotros muchas veces pensamos que tenemos que hacer muchas cosas para que Dios nos mire, o se fije en nosotros, El se fija en el de corazón humilde y pobre que se abre a su llamado, que se muestra disponible a su Planes.

María dijo Si al plan que Dios le proponía, se olvidó de sus propios proyectos, los hizo a un lado para colaborar con el cumplimiento de la Promesa hecha a su pueblo.
Por eso canta el Magníficat con una alegría que le inunda todo su ser. La alegría de María no es una alegría por cosas del mundo, es mucho más, es la alegría de experimentar en su carne, el Poder del Altísimo, Ella lleva dentro de Sí, a un Amor tan grande que le inunda todo su ser, el Dios Amor habitando en ella, cuántas veces se habrá preguntado María ¿Cómo puede caber un Dios tan grande en mi pequeñez? El Dios que su pueblo esperaba hacia tantos años se está manifestando a ella, ¡¡la joven que esperaba Israel es ella!!
Los judíos leían las escrituras, esperaban que Dios cumpla sus promesas, esta era la señal: “La joven está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel, es decir Dios con nosotros.” Isaias 7,14.
Ésta era la señal que el pueblo esperaba, que María conocía muy bien….¡qué alegría!. ¡La joven elegida era ella!! Por eso después que el ángel le anuncia que va a ser madre del Hijo de Dios, del salvador, corre a buscar a Isabel ¡que también esta alegre porque siendo estéril estaba esperando un hijo!, dos mujeres entre los cerros cantado felices por experimentar el poder de Dios en lo que parecía imposible, “¡Cuántas maravillas has hecho Señor mi Dios nuestro, cuantos proyectos a favor nuestro!, Nadie se te puede comparar” Salmo 40,6
María quiere que compartamos su alegría, porque la salvación que ella nos trae en su vientre es para nosotros, es una alegría que se comparte, María no se alegra por ella solamente sino por nosotros. También en nuestra vida Dios se quiere manifestar, va realizar maravillas…si le dejamos, si le esperamos con el corazón humilde y pobre, si se lo entregamos con nuestra Madre.
“El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia. Dio un golpe con todo su poder: Deshizo a los soberbios y sus planes. Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a sus descendientes para siempre.”
Qué bonito seria que empecemos con María a vivir la alegría de la navidad, empezar a experimentar al Dios de los imposibles, al Dios que derriba a los poderosos de sus tronos, a los que piensan que tienen poder sobre nuestra vida.
Al Señor no se le ha ido la fuerza, ni el poder en vida o en tus problemas, El quiere seguir haciendo maravillas en tu vida, quieres seguir levantándote, haciendo de ti una persona alegre, de fe, que viva con esperanza el por-venir, porque sabe que lleva dentro un Dios poderoso y Fiel. El se quiere manifestar en tu vida, para que muchos se enteren que Dios es el Emmanuel que ya está con nosotros, solo nos pide actitud de HUMILDAD para acogerle ¡Recíbele con Alegría! Para que seas dichosa, y alegres también a todos los que están a tu lado, para que esta navidad seas luz, seas sal, seas la alegría de Dios en tu familia. Tú también puedes proclamar “Desde ahora me felicitaran todas las generaciones porque el poderosos ha hecho obras grandes por mi”.
Gracias Madre por mostrarnos al Dios poderoso y misericordioso que se acuerda de nosotros, que nos ama, y que no nos ha olvidado.
Pidamos a nuestra Madre nos contagie su humildad, para experimentar ya a Dios con nosotros, y proclamar su grandeza a nuestros parientes amigos, a todos los que el Señor nos ponga en el camino, a quienes les digamos: ¡alégrate Dios es Grande! Manifiesta su fidelidad de generación en generación, su misericordia llega a sus fieles, a todos los que le reciben con fe.






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