ESCUCHAR LA
PALABRA DE DIOS NOS HACE HERMANOS
Lucas 8,19-21
Su madre y sus hermanos
querían verlo, pero no podían llegar hasta él por el gentío que había. Alguien
dio a Jesús este recado «Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte »
Jesús respondió: «Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de
Dios y la cumplen»
Señor Jesús, amigo
y compañero, ponerme en tu presencia es mi mayor alegría, querer dialogar
contigo y sentirme hermano y Uno con todos, te doy gracias porque me das oídos de discípulo y por eso me levantas
temprano y gozar de tu presencia concreta, real
y humana como yo y todos los seres de la tierra.
Esta Palabra que
nos diriges ahora, nos hace ver la
calidad de Amor que le tienes al Padre que te hace olvidar de ti mismo y
ensanchar tu corazón para decir; que tu familia es la que hace la voluntad del
Padre.
Tú lo has dicho,
que el que te ama, debe amar más a su
padre, madre porque si no, no sería digno de ti y en otra parte dices: el que
haya dejado, casas, hermanos, padre, madre, hijos o propiedades por causa de tu
nombre, recibirá cien veces más y tendrá por herencia la Vida eterna. ( Mateo
10,37 y 19,29
La prioridad es
tenerte a ti como Dios y único Señor porque eso nos hace libres para amar sin
discriminación alguna a todos los seres humanos, para amar así hay que dejar a
todo lo que nos impida amar dando vida y a veces los apegos a la familia, a las
cosas nos impide amar a los demás.
Si revisamos
nuestra vida y más la vida comunitaria, el evangelizar, veríamos qué es lo que
impide amar a los demás; pero Jesús es sencillo y directo para ser hermanos
entre todos basta con escuchar la Palabra, asimilarla, vivirla y predicarla y
te hace familiar de Dios, los lazos de la fe son más fuertes que los de la
sangre.
¿Por qué el
evangelio no se predica a tiempo y a destiempo? ¿Por qué los valores del
evangelio no son tan radicales en nosotros como en Jesús? ¿Por qué la voluntad
de Dios no es prioridad en nuestra vida? Porque no hacemos lo que Jesús hacia,
dialogar con el Padre a tiempo completo con exclusividad de corazón. Es que las
cosas de Dios quedan para el último y si salen bien, bien; si no, nos da igual.
Si nos analizáramos
con sinceridad diríamos que hemos abandonado la fe de nuestros primeros días
cuando nos encontramos con Jesús y estábamos dispuestos a dar la vida por la
Palabra y hoy nos hemos o estamos enfriándonos
y dejándonos llevar por la corriente del mundo. En Jeremías se nos dice:
Aún me acuerdo de la pasión de tu juventud, de tu cariño como de novia, cuando me
seguías por el desierto, por la tierra sin cultivar (2,2)
Jesús nos invita a
ensanchar nuestro corazón además de la familia de sangre, que busquemos a hacer de los demás nuestros
hermanos muy queridos dándoles la Palabra y que aprendan a orar con ella para
que así aprendamos a hacer lo que Dios quiere y seremos sus familiares más
cercanos como María, nunca nadie tuvo parentesco tan íntimo y cercano con Dios
por su ¡Hágase en mi según su Palabra!
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