Mi hermano de comunidad es un “don” de Dios para mí
Jn 17, 22-23

Yo les he dado la Gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno:
yo en ellos y tú en mí. Así alcanzarán la perfección en la unidad, y el mundo conocerá que tú me has enviado y que yo los he amado a ellos como tú me amas a mí.

Jesús en su oración nos quiere revelar la unión que hay entre, Él, el Padre y el Espíritu Santo, la unidad en el Amor de la Trinidad, nos quiere mostrar a qué tipo de unidad aspirar como familia, como vecinos, como colegio, universidad, comunidad Verbum Dei, como Iglesia etc. Porque es a través de este amor comunitario donde reside el meollo de su mensaje, de crear reino donde estemos y que los que nos ven digan ¡Miren cómo se aman! Y eso los haga capaz de generar también comunidad a donde nos encontremos.

El anhelo de unidad es un anhelo natural en el hombre porque hemos nacido para vivir en comunidad, pero la comunidad tiene como base la oración personal, dialogante con la Trinidad para que viéndolos a ellos nosotros hagamos lo mismo, hasta hacerse uno en Dios, con Dios y para Dios.

Y luego por los más cercanos que también ellos sean Uno, bebiendo de la fuente Trinitaria ¿Qué significa que sean Uno con alguien?¿Qué tan cercanos tienen que estar? Mas que cercanía física ¿cómo tendrían que tratarse uno al otro?¿ Cómo se siente uno respecto al otro?


Cuánto más crezcamos en guardar la Palabra de Dios, más nos pareceremos a Él y ahí consideraremos al hermano como un “don”que sólo la vida en Dios, nos la puede dar, porque de lo contrario si no bebemos en la oración de la fuente de unidad, sólo vemos en nuestros hermanos, defectos, incapacidades y todo lo malo.

Es bueno orar por uno mismo y orar por los demás, como Jesús oraba por los suyos, por sus discípulos para que se amen y permanezcan unidos porque era la señal que demostraba que Jesús era el enviado, nos llama a través del amor al hermano a que sea testigo de la presencia de Dios en el mundo ¿Qué tanto soy testigo para los que me rodean? ¿Qué cambios necesito hacer a fin de ser ese testigo fiel de la presencia de Dios? ¿De qué forma mi unión con Cristo influye en la unidad con los demás?

En nuestra oración diaria, deberíamos agradecer a Dios, por todas esas personas que me hacen crecer en la unidad y pedirle que me ayude a superar las situaciones donde experimento que yo fomento la discordia. Pedirle que me dé la gracia de considerar a cada hermano como un regalo por el cual mi unión con Cristo se hace más fuerte.

Ahí donde hay donde hay ambientes de discordia, de familias desunidas, empresas en la que jefes y empleados viven divididos y que ahí, yo sea reflejo de que el Padre me envió como a Cristo.

No oro para aguantar a mi hermano, oro para que mi unión con Cristo sea reflejado en el amor al hermano que Dios me lo ha dado para caminar juntos, apoyándonos unos a otros y no hay mayor eficacia para la unidad que enseñarle a orar y así el mundo creerá que Dios existe y nosotros gocemos de la plenitud de la alegría de Cristo.





 

Comentarios

Entradas populares de este blog

“DIOS ME CUBRE CON SU MANTO”

“Un buen soldado de Cristo”

Jesús, fijando en él su mirada, le amó