Rompe el límite de la división, es una
tentación
Apocalipsis
7,13-14
«Esos que están vestidos con vestiduras blancas,
¿quiénes son y de dónde vienen?» Yo contesté: «Señor, tú lo sabes.»
El Anciano me replicó: «Esos son los que vienen de la gran persecución; han
lavado y blanqueado sus vestiduras con la sangre del Cordero. (Apocalipsis
7,13-14)
Gracias Señor por tu Palabra, que colma y calma nuestras
ansias de eternidad, de nunca morir, que
nuestro espíritu no conozca la muerte, porque tú, Redentor nuestro nos has
salvado, es el Cuerpo y sangre de Jesús, verdadera comida y bebida para el
hombre, mujer que tiene hambre y sed de lo infinito, es Jesús quien colma la
necesidad de eternidad del corazón humano.
Y eso tú lo sabes, Señor,
porque los que creemos que tú tienes Palabras de Vida y hacemos vida lo
que tú nos vas diciendo cada día en continuo diálogo, vamos limpiando nuestro
corazón, mente, porque tu Palabra es la que tiene vida abundante, cada día
tenemos un llamado como el hijo pródigo a volver a ti, al Padre y eso recorta
el tiempo de prueba, de persecución. Estos tiempos son tiempos de volver a ti, como dices en
Juan 16,33 les digo esto para que encuentren la paz en mí, aún en medio de
nuestras tribulaciones y en medio de ellas saldré como el oro que se purifica
con el fuego.
¿Cómo es que conseguimos lavar y blanquear nuestras
vestiduras? La Comunidad, como la Iglesia nos ofrecen medios, como es: la
humilde conversión diaria, que consiste en ver cada día, qué me ayudó a vivir
en la presencia de Cristo e ir poniendo medios cuando me alejé de Él, para eso
está, la revisión de vida, la apertura, el sacramento de la confesión y
comunión.
¿Por qué es importante limpiar y blanquear nuestras
vestiduras? Porque cada día seremos más transparentes, más limpios sobre todo
de corazón y mente, dejando fluir el amor, la comprensión, la tolerancia y
viviendo una vida de comunidad en
comunidad, esa paz que no la dan, la amargura, el rencor, el desprecio a los
demás, si no la paz de Jesús resucitado, mi paz les dejo, mi paz les doy, esa
paz que sólo se conoce cuando amamos a Dios sobre todas las cosas y por él
amamos a nuestros hermanos.
Vamos a pedir a María esa pureza de corazón y de mente, para
ser la humilde esclava del Señor, que hace Vida la palabra d Dios.
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