La Ascensión es el traspaso de poderes



Estamos orando la Ascensión del Señor. No podemos perder de vista los misterios de Jesús, porque son vitales para nuestra vida, nos iluminan con una nueva luz para que no nos perdamos en los acontecimientos de la vida  ordinaria. ¡Qué bueno poder partir en esta oración levantando la mirada hacia Cristo Jesús quien nos ha levantado junto con él!; poder contemplar en él nuestra vida levantada de la tierra y sentada en un trono de gloria y dignidad.
Es entrar en la experiencia del Don, del TRASPASO DE PODERES, entrar en el querer de Dios, en su deseo para con nuestras vidas y sobre todo en la proyección que le da a la vida humana.  Tenemos un para qué. Es un destino que es divino y no podemos quedarnos a mitad de camino. ¿Cómo poder asimilar este don Jesús? ¿Cómo acogerlo para que no se quede enterrado? (Mt 25)
Vamos a entrar en su pedagogía, la que él tiene. Por eso, nos dice: “La voz de tu amado” (Cantares  2,10-14) Jesús se deja escuchar su voz, su tono de voz y nos invita a contemplarle para entrar en su presencia, para levantar mirada de nosotros mismos y fijarla en él, ¡Mira cómo viene a tu vida! Saltando los montes y colinas, abriendo un camino nuevo, suscitando en ti una nueva respuesta. Es la voz del amado, de quien sabes que te ama, esta voz no te hace daño, sino que te ama bien y busca tu crecimiento y madurez en el amor. 
Date cuenta que tienes monte y colinas en tu interior, que el camino no es llano, pero que él está recorriendo ese camino interior, en los montes y colinas que a veces no sabes ponerle nombre, solo se imponen, pero te condicionan para creer en mí, en mi confianza, es el Don que te doy de ser mi continuador.
¡No temas! ¡Mira cómo vengo! Para mí nada es imposible, porque tú eres importante para mí (Is 43,1-10) Eres valioso (a) para mí, yo te aprecio. Gracias Señor por estas Palabras, por ir enfrentando todos los retos que albergan en nuestro corazón para comprender cuál es la anchura, la altura, la profundidad de tu amor.
Señor tú nos preparas y nos haces dignos de este amor, de darle orientación a nuestra vida: “Levántate amada mí, preciosa mía, y ven por acá”. A veces con el trajín de la vida ordinaria perdemos la perspectiva, nos enfrascamos en lo inmediato y eso nos va estancando, replegando, encartonando, va diluyendo y vivimos pero sin dignidad, sin la experiencia de ser levantados, de ser libre de todo, de todos y de nosotros mismos para vivir más desde la experiencia de confianza al traspasarnos el poder, la autoridad que tú has recibido de lo alto, del Padre, es el realizar la misión.
La ascensión del Señor, es la experiencia total de tenerlo todo para vivir más de él, creerle más a él. “Todo poder se nos ha dado en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18-20) Es su poder, el que nos da totalmente con su ascensión, para que nos fortalezca en nuestra debilidad, y para que nos apoyemos más en su fuerza que en nosotros. Por eso, es darnos cuenta que nada nos falta, que lo tenemos todo para vivir de acuerdo a como él nos proyecta.
“Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra, por eso vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos…” ¿Qué significan estas palabras? Es que tu vida tenga talante, como mi vida, es el talante misionero, que no son actividades, ni cosas, es mi poder, tu sintonía con el deseo del Padre, que te lleva a comulgar con nosotros, y a querer responder con todo lo que eres a mi elección. Es vivirte con un nuevo ardor, un nuevo ímpetu misionero que viene de lo alto, es la autoridad a tu vida misionera, vida cristiana, que no te la da nada ni nadie. Es tener la certeza  de que ya no están en el mismo lugar, es la misma vivencia, es experiencia de humildad, reconocer que si algo puedes a él se lo debes, esta es la verdadera humildad.
Por eso, es importante escuchar la voz del amado que te marca otro paso, otra etapa, una nueva vivencia, y respuesta: “Levántate amada mía, hermosa mía y ven por acá” ya ha pasado el invierno, la experiencia de fragilidad ya ha pasado, experiencia de frialdad, de escepticismo, ya ha pasado. Mira que las lluvias ya han cesado, las tormentas que te hacían experimentar la tempestad ya se han ido, ya no estás en la tempestad, es otro paso de tu vida, abrirte a la nueva primavera, al Don de Dios, a su traspaso de poderes.
Es el tiempo de las canciones. Algo nuevo está surgiendo ¿No lo notas? Es el tiempo para volver a fijar la mirada en la confianza del Padre, de mirar lo que se te ha puesto en las manos, porque como a mí todo se te ha puesto en las manos. Dice un Hinmo del Diurnal  Pág. 856-857: Tu poder multiplica la eficacia del hombre y crece cada día, entre sus manos, la obra de tus manos.
Nos señalaste un trozo de la viña y nos dijiste: <>. Nos mostraste una mesa vacía y nos dijiste: <> Nos presentaste un campo de batalla y nos dijiste: <>. Nos sacaste al desierto con el alba y nos dijiste: <>. Pusiste una herramienta en nuestras manos y nos dijiste: < de crear>>.
Ojalá que volvamos a mirar nuestras manos y descubramos que su poder es lo que multiplica la eficacia del hombre. Que él nos ha señalado un trozo de su viña y nos dijo “Vengan a trabajar”. Preguntémosle ¿Cuál es ese trozo de su viña que en un momento nos mostró y que lo hemos abandonado o no lo hemos acogido, por tener la mirada en otro lado?
Nos mostró una mesa vacía y nos dijo llénenla de pan. ¡Qué grande es tu amor y tu paciencia para con nosotros que no retiras tu confianza y no te desdices de lo que anteriormente nos has hecho ver! La mesa vacía, y nos has dicho llénala de pan. Nos dejas ver la necesidad, pero también nos das el pan de cada día para llenarla de pan. Cuantos momentos hemos dejado Señor esa mesa vacía por nuestra incredulidad, pero gracias porque es verdad que nadie pondrá lo que estamos llamados a poner cada uno, y porque nos devuelves la vista para mirar lo que tu miras con responsabilidad. Señor que nunca se vuelva a quedar la mesa vacía por hacer caso a nuestras propias penas, que nos dediquemos a nuestra misión de evangelizadores.
Nos mostraste un campo de batalla y nos dijiste:  ¡Construyan la paz! A veces nos quejamos de los campos de batallas que vemos a diario desde nuestra falta de fe, porque nos falta sintonizar más contigo, y queremos que se solucionen las cosas, exigimos a los demás que cambien, etc. Cuando tu nos los dejas ver esos campos de batalla y nos has invitado a tomar partido, a ver la posibilidad que cada uno tenemos de construir la paz, ser constructores de paz. Que volvamos a tomar conciencia de lo que nos muestras y a lo que nos estás invitando con lo que vemos.
Nos sacaste al desierto con el alba y nos dijiste: ¡Vengan a trabajar! Y aquí estamos Señor. Hemos pasado por el desierto, por esa experiencia árida de purificación, de aceptación de lo que somos realmente y de que sin ti no podemos nada, y nos dijiste  ¡Vengan a trabajar!.Gracias Señor por decirnos nuevamente: ¡Vengan a trabajar!
Pusiste una herramienta en nuestras manos y nos dijiste: Es tiempo de  de crear. Ojalá que podamos escuchar  que nos ha puesto una herramienta en nuestras manos, que Jesús nos diga cual es y que podamos escuchar que nos dice: “ES TIEMPO DE CREAR”




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